Editorial

Hacia un campus avanzado en sostenibilidad energética

DP
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Es importante que instituciones como la Universidad ejemplifiquen los cambios

La concienciación medioambiental y la puesta en marcha de planes y medidas que la concreten empieza a ser tarea de todos si queremos sobrevivir como especie a nuestros propios excesos; una tarea que se adivina individual y colectiva, institucional y social, gubernamental y educativa, familiar y laboral y en todos y cada uno de los ámbitos en que nos movemos. Lo que hasta no hace tanto parecía cosa del ecologismo radical o de los visionarios que profetizaban un apocalipsis más o menos inmediato, se ha ido convirtiendo -sin tantos aspavientos, eso sí- en una verdad científica. Y aunque todavía hay negacionistas del cambio climático, del calentamiento global, de los peligros derivados de la contaminación para la salud y el bienestar y del riesgo de desaparición de ciertos niveles de confort en caso de seguir esquilmando las reservas naturales, la inmensa mayoría se va convenciendo de que es preciso apostar por la reducción de las emisiones contaminantes y de manera especial por la utilización de energías renovables, que propicien ese uso más limpio y, en la medida de lo posible, contribuyan al ahorro tanto doméstico como industrial, empresarial y social. 

 No es concebible, en modo alguno, la defensa a capa y espada de los combustibles fósiles cuando existe un compromiso firmado  para el cumplimiento de las directrices medioambientales. No estamos solos en el mundo, así que se impone la convivencia, pero también la solidaridad. Hay que contribuir a la limpieza del entorno, el próximo y el global; hay que buscar la sostenibilidad en el transporte, en la iluminación, en los sistemas de calefacción, en el ciclo del agua, en la preservación de la fauna y la flora, en las estructuras urbanísticas, en la conservación de los ríos y los mares y en la producción industrial. Y hay que hacerlo a nivel de andar por casa y a nivel de Estado.

Por eso es tan importante que instituciones como la Universidad de Valladolid, de la que forma parte el campus palentino de La Yutera, apuesten por la sostenibilidad energética. Por necesidad de ahorro, por conciencia medioambiental y porque es de ahí de donde deben partir los buenos ejemplos para acabar con las reticencias de algunos y para avalar desde la investigación y el rigor científicos  la necesidad de un nuevo planteamiento mucho más saludable para su propio espacio y, por extensión, para toda la ciudad. 

Con las obras de rehabilitación energética iniciadas en la Escuela Universitaria de Ingenierías Agrarias, que se concretan en una nueva envolvente exterior de carácter global -fachadas, cubiertas y sus distintos elementos- y en cambios interiores -iluminación, circuitos y falsos techos-, las emisiones de CO2  se reducirán nada menos que un 80 por ciento. Ese es el buen camino.