Como un pavo antes de Nochebuena, se presentó el expresidente de la Generalitat, Carles Puigdemont a la conferencia de prensa en la que exigió las condiciones para negociar la investidura de Pedro Sánchez como presidente del Gobierno. El prófugo de la justicia española se mostró ufano, presumido, henchido y desplegó todas sus alas independentistas, la amnistía, la reivindicación del unilateralismo, la ancestral nación catalana, el victimismo… En la representación icónica de los pecados capitales el pavo real simboliza la soberbia.
La intervención de Carles Puigdemont en Bruselas fue un recuento del memorial de agravios hacia Cataluña, una reivindicación de todo el 'procés, un ejercicio de autoexculpación en el,que dejó un margen muy estrecho para la negociación, máxime al exigir la amnistía por adelantado y la presencia de un mediador como han hecho en otras ocasiones para garantizar el cumplimiento de los acuerdos, como si se tratara de un conflicto internacional. Ni ETA logró que el Estado aceptara esa figura. Si ese el punto final al que pretende llegar Puigdemont y Junts son condiciones inasumibles para cualquier partido democrático que no esté dispuesto a romper las costuras constitucionales, y eso que no exigió, de momento, la celebración de un referéndum de autodeterminación, que habría supuesto abortar las negociaciones con el PSOE antes de comenzar. Si, por el contrario, es una posición de partida maximalista, como la reclamación de un "acuerdo histórico" que asuman el PSOE y el PP sobre el expediente catalán, y sin renunciar a la vía unilateral, no le quedará más remedio que retroceder y quedará en evidencia, aunque insiste en que la investidura de un presidente del gobierno español es el menor de sus problemas.
El desafío de Puigdemont ha llegado hasta afirmar que están preparados para asumir una repetición electoral,,,, y quizá fuera el momento de tomarle la palabra. Entre el desgaste que tendrá para las instituciones y para el PSOE si no se explica y no se entiende bien cualquier medida de gracia con los autores del próces, y la inestabilidad para el gobierno de Pedo Sánchez si no hay un compromiso por parte de Junts -y de ERC- lo más sensato sería ir a la repetición de las elecciones. Pedro Sánchez ofreció "audacia" para abordar el expediente catalán y se ha encontrado una respuesta insolente y fanfarrona. Como se da la paradoja de que cuanto más debilitado se encuentra el independentismo, tras las elecciones del 23-J, más capacidad tiene de influir en la gobernabilidad o el desgobierno de España, la repetición electoral quizá fuera una solución. No porque se fuera a romper la dinámica de bloques existente, sino para acotar la fuerza de los independentistas.
Mientras que el PSOE y Pedro Sánchez tienen que hacer un análisis minucioso de las palabras de Puigdemont, el expresidente de la Generalitat acaba de facilitar a Núñez Feijóo una salida al lío en el que se había metido al programar un encuentro de su partido con Junts, que probablemente ya no se celebrará.