El desafío de crear nuevos hábitos

Julia Rodríguez
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El psicólogo Pablo Gutiérrez establece una serie de consejos y pautas para abordar los propósitos de Año Nuevo desde un enfoque más realista y saludable

El desafío de crear nuevos hábitos - Foto: Nacho Gallego (EFE)

Amedida que finaliza el año, muchas personas se embarcan en la tradición de fijar propósitos de Año Nuevo, una práctica que, según el psicólogo Pablo Gutiérrez, refleja el deseo de renovar o mejorar aspectos de la vida personal. Sin embargo, más allá de la ilusión que genera este acto, el especialista advierte sobre las dificultades inherentes a la concreción de estos objetivos, sugiriendo que, en muchos casos, las metas establecidas pueden ser inalcanzables o excesivamente ambiciosas.

Según Gutiérrez, los propósitos más recurrentes incluyen el inicio de rutinas de ejercicio, la adopción de hábitos alimenticios más saludables, el abandono de vicios como el tabaco o el alcohol y la mejora en la gestión de la salud, como el control del colesterol. Estos objetivos, aunque positivos, a menudo parten de un impulso momentáneo generado por la idea de un «año nuevo, vida nueva». «Mucha gente, al comenzar el año, se propone cambios que, en realidad, no han logrado ejecutar anteriormente, a menudo por falta de tiempo, disciplina o simplemente por no saber cómo abordar esos cambios de manera efectiva», señala el psicólogo.

A pesar de la buena voluntad, explica que muchas de estas resoluciones acaban desvaneciéndose con el tiempo. «Algunos abandonan sus objetivos a las pocas semanas, olvidando que su realización requiere un esfuerzo sostenido y una planificación adecuada», advierte. Esto se debe, en parte, a lo que el experto describe como «falsas promesas», aquellas metas que, aunque bien intencionadas, no se ajustan a la realidad de la persona en cuestión, tanto en términos de tiempo disponible como de la capacidad para cambiar de hábitos.

Un aspecto clave que Gutiérrez subraya es la importancia de la gradualidad al incorporar nuevos hábitos. «No se trata de establecer metas imposibles, sino de crear objetivos alcanzables y sostenibles a lo largo del tiempo», explica. En este sentido, introduce el concepto de la regla 21-90, que sostiene que se necesitan 21 días para formar un hábito y 90 días para que este se convierta en parte integral de la vida cotidiana, sin que implique un esfuerzo consciente.

El psicólogo enfatiza que la creación de hábitos saludables no debe basarse únicamente en la restricción o eliminación de comportamientos, sino en la sustitución de estos por otros más beneficiosos. Por ejemplo, en lugar de forzarse a hacer ejercicio intensivo, podría ser más efectivo comenzar con caminatas diarias o pequeñas modificaciones en la dieta, como reducir el consumo de alimentos procesados.

Elección. El concepto de coste de oportunidad es otro punto que Gutiérrez resalta en su análisis. «Cada decisión implica una renuncia a algo. Al optar por hacer ejercicio, por ejemplo, estamos renunciando a tiempo que podríamos emplear en otras actividades, como descansar o socializar», declara. Este balance es crucial a la hora de fijar metas realistas, pues el sacrificio debe ser proporcional al beneficio que se espera obtener.

En relación con el hábito de dejar de fumar, Gutiérrez reconoce que no es suficiente con una simple determinación; es un proceso que involucra factores psicológicos y físicos complejos. «El fumar es una adicción, y para superarla es necesario un enfoque más integral, que incluya desde la medicación hasta el acompañamiento psicológico. De lo contrario, los resultados son escasos y frustrantes», aclara el experto.

Para Gutiérrez, uno de los errores más comunes es la tendencia a fijar demasiados propósitos simultáneamente, lo que genera una sensación de sobrecarga y aumenta las probabilidades de fracaso. «Es fundamental no sobrecargarse de objetivos. Es mejor centrarse en uno o dos propósitos alcanzables que tratar de abarcar todo a la vez», sugiere.

A pesar de las dificultades que presentan los propósitos de Año Nuevo, Gutiérrez también reconoce el valor simbólico de este momento del año. «El cambio de año es una oportunidad para la reflexión, para replantearse cómo se quiere vivir, qué se desea mejorar o qué relaciones se quieren fortalecer», dice. En este sentido, sugiere que, más allá de los objetivos personales, también es relevante dedicar tiempo a la mejora de las relaciones interpersonales, como el perdón o el reconocimiento de la importancia de los seres queridos.

«El objetivo no debe ser alcanzar una perfección inalcanzable, sino vivir de manera más saludable, equilibrada y satisfactoria», concluye. Con este enfoque, los propósitos de Año Nuevo pueden convertirse en herramientas para la mejora personal, sin que se conviertan en una fuente de frustración y ansiedad.

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