El día no amaneció todo lo soleado que la festividad merecía. Castromocho, entre nubes y pequeñas gotas que amenazaban con aguar la fiesta, celebró ayer, como es tradición, la festividad de San Antón y su tradicional subida de la cuesta.
Los verdaderos protagonistas de la jornada fueron los animales. A los pies de la iglesia de Santa María se congregaron varios vecinos de la localidad a la espera de que sus mascotas fueran bendecidas. Tres caballos, cuatro burros, dos ponis, dos cabras, dos tortugas, una decena de perros y un gallo (el primero en recibir la bendición) fueron consagrados ante la estatua de San Antón después de la misa que había sido celebrada en el otro templo del pueblo, San Esteban.
Tras la bendición y la pronunciación de unos textos del Papa relacionados con la naturaleza y la fauna, en los que se hizo referencia a «los seres humanos como custodios de las demás criaturas», tuvo lugar el popular concurso de refranes. Con las cuerdas vocales bien afinadas, varios vecinos recitaron las obras salidas directamente de su imaginación. El humor y el ingenio no faltaron en el recital en el que, si bien para algunos fue necesario consultar la chuleta, otros eran capaces de entonarlos de memoria. «Por Reyes se acaba el polvorón, por San Antón se acaba el turrón. Que ya te lo expliqué, como Shakira a Piqué», fue uno de los refranes que se pudieron escuchar a los pies de Santa María. Algunos de ellos, incluso, estuvieron destinados a dar voz a algunas de las demandas del municipio: «os lo pedimos altos y bajos, no nos mandéis al carajo. Todavía tenemos una esquina en la que cabe una piscina». Tampoco faltaron los recados al Gobierno y los chascarrillos sobre las situación política que atraviesa el país.
Un «¡Viva San Antón y viva Castromocho!» dio paso a la tradicional subida de la cuesta, el acto más significativo de la festividad. En ese momento, como por voluntad divina, las nubes del cielo dejaron paso a unos leves rayos de sol que iluminaron directamente la pequeña colina sobre la que se erige el templo de Santa María. Los tres caballos marcaron el camino, siendo los primeros en subir, arropados por los vítores y aplausos de las decenas de vecinos que allí se encontraban. Detrás de ellos, los burros y ponis. Por si fuera suficiente con una, los jinetes subieron hasta en tres ocasiones la cuesta a trote de sus caballos.
Al finalizar, se repartieron varios palomares en miniatura con el nombre de Castromocho como obsequio para aquellos que, a pesar del frío y la amenza de lluvia, un año más, decidieron celebrar el patrono de la localidad.
Cabe señalar que esta tradición fue recuperada por el pueblo hace casi tres décadas. Desde los años 50, el éxodo rural y los avances en el trasnporte dejaron a un lado la montura a caballo como forma de desplazamiento. No obstante, los castromochinos quisieron ponerlo en valor y, por ello, lo reviven cada 17 de enero.
REIVINDICACIÓN. Aprovechando la festividad, Asaja quiso poner en valor la labor de los ganaderos, subrayando «la importancia de un sector vital para el medio rural y además indispensable para la economía regional».
Por otra parte, la organización agraria quiso hacer hincapié en cómo esta actividad «fija población» y fomenta «la creación de empleo asalariado», el cual «crece sólidamente» en la comunidad.
Si bien San Antón es el patrono de los animales, en su origen lo fue también del ganado doméstico y los ganaderos.