Las postales actualmente conviven en estancos, quioscos y tiendas de regalos, en el mejor de los casos, entre imanes que terminan en las puertas de los frigoríficos, vasos de chupitos en los que acaba entrando más polvo que licores, dedales puramente decorativos y otros artículos como camisetas, mochilas o cuadernos con el nombre de un determinado monumento, ciudad, región o país. En el peor de los casos se encuentran en viejos expositores arrinconados mientras se deterioran y amarillean (especialmente la primera de ellas, la que recibe toda la luz durante mucho tiempo) o en cajas de cartón porque la demanda no es muy elevada.
Pero en el pasado fueron importantes. Sirvieron para que parejas separadas a cientos de kilómetros manifestaran su amor o para que los amigos se felicitaran el Año Nuevo o una fecha especial. Por este motivo, en la actualidad dejan entrever aspectos que quedaron grabados o sufrieron modificaciones. Un buen ejemplo de ello lo encontramos en la colección del palentino Luis Sendino, que atesora más de 1.600 postales antiguas distintas de la ciudad, entre ellas, un centenar anteriores a 1905, unas 300 del período comprendido en 1906 y 1920 y unas 250 de los años 1921 y 1936, y mantiene vivas instantáneas que, pese a los avances tecnológicos, es muy complicado que hoy vuelvan a recrearse de nuevo de la misma manera.
HASTA EL DÍA 17. El Ateneo de Palencia muestra hasta el día 17 de diciembre, a través de unas láminas explicativas que presentó en exposiciones nacionales filatélicas, una serie de postales que el fotógrafo y editor Albino Rodríguez Alonso envió a todo el mundo, principalmente entre 1919 y 1921, aunque también las hay posteriores. «Él mismo las hacía y se las mandaba a otros coleccionistas», explica. Gracias a esta labor, se pueden observar varias vistas generales de la ciudad sin grandes edificios, el palacio de laDiputación, una novillada en la antigua plaza de toros de la capital, el monumento del Cristo del Otero sin el barrio del mismo nombre a sus pies, el parque del Sotillo con unas ovejas pastando junto al río y la plaza de la Inmaculada con la catedral de fondo y con numerosos árboles, al igual que la plaza Mayor.
Sendino detalla que en aquellas fechas existían una serie de publicaciones a través de las cuales se ponían en contacto personas interesadas en el coleccismo. Por ello, aparecen en las postales las firmas deRodríguez Alonso, sellos y matasellos, muestra inequívoca de que había un tráfico cartófilo que salía de las orillas de Carrión.Obviamente, también se conoce el nombre del destinatario y el domicilio, puesto que se escribían en el reverso. Francia, Suecia,Dinamarca, Alemania, Estados Unidos o Canadá fueron algunos de los lugares a los que llegaron estos detalles de Palencia, entre los que también se incluyen el puente de Hierro, el colegio Modesto Lafuente (que aparece nombrado como Grupo Escolar del Salón) o la calle DonSancho, con el edificio provincial al fondo. «Son lugares bastante reconocibles», añade.
Todo ello se completa con información personal sobre el primero de los grandes cartófilos de la capital y otros datos que retrotraen un siglo al espectador. «Hubo antes otros, pero este debió tener una colección muy interesante que no se sabe donde está», declara. Otros palentinos que cita son Juan Llera, JoaquínRodríguez, María Luisa de Pablos,Diego de Diego,Francisco P. de Nanclares o Ignacio Martínez de Azcoitia, que participaron en «una moda de intercambiar postales de su ciudad por otras». Por esta razón, considera que «lanzaron a todo el mundo la imagen de Palencia y sus edificios por primera vez». «Antes existían los grabados en libro y poco más. Fue en esta época en la que la fotografía empezó a tener más importancia. Sus postales las encontré fuera de España a través de Internet y de viajes», explica.
De hecho, hace hincapie en «las ganas que tenían de difundir el patrimonio de su ciudad». «Palencia no era una ciudad visitada ni de paso en aquellos años y, por eso, no hay demasiadas postales en comparación con otras localidades», subraya.
La sede del Ateneo (calle Santa Teresa de Jesús, 4) abre sus puertas de 18 a 21 horas de martes a viernes para disfrutar de esta muestra que explica un mundo que puede considerarse como el precursor de las formas de comunicación actuales. «Utilizaban las postales como ahora se usan las redes sociales», apunta. Quizá por ello, ahora no tengan tanto interés ni entre jóvenes ni mayores y por Correos no pasen tantas como en el pasado.
PALENCIA YA SE CONFUNDÍA CON PALENCIA. La muestra también incluye un facsímil de las tres primeras postales palentinas, que se editaron en Leipzig (Alemania), según detalla el coleccionista. Están fechadas en 1899, pero, lamentablemente, pese a que se mandaron saludos de Palencia (así aparece impreso en uno de los documentos), del trío de imágenes solo una estaba sacada realmente en la capital provincial, la de la seo palentina, cuya imagen fue elaborada por JeanLaurent (un conocido fotógrafo francés que recorrió toda España durante el siglo XIX e importalizó infinidad de lugares) años antes.
Las dos restantes eran de Valencia, concretamente, de un niño que iba camino de la huerta con ropajes levantinos y de la puerta de los apóstoles de la catedral valenciana. «Ya había errores en aquella epoca.Supongo que el alemán no se fijó en eso», añade Sendino. Por desgracia, en décadas posteriores hubo mucha gente que tampoco prestó atención a esa pequeña diferencia entre la capital de la paella y la ciudad castellana y las incorrecciones llegaron hasta el siglo XXI.
Esta cuestión será una de las que abordará en la conferencia que el coleccionista palentino impartirá en la sede del Ateneo el martes 17 (el día de la clausura de la exposición) a las 20 horas.
También podría hablar de que comenzó con esta pasión en el año 2014, cuando adquirió la primera de las postales antiguas de la capital. «La compre porque tuve que escribir algo sobre mi bisabuelo, Hermógenes Sendino, que tuvo los almacenes que aparecen en ella. Era una zona que se conocía como carretera de Astudillo, pero actualmente conocemos todos como la plaza de SanLázaro», recuerda.
COLECCIÓN Y CATÁLOGO. Posteriormente fueron llegando el resto, que las fue reuniendo por «buscar algo de mi ciudad que no he conocido». «Creo que es una forma de entender cómo vivía aquella gente», detalla. Actualmente, su intención es elaborar un catálogo lo más completo posible de las postales de aquella época de Palencia, especialmente del período comprendido entre 1899 y 1936, por lo que pide que si alguien guarda estas reliquias en álbumes olvidados, en buhardillas u otros espacios, que se lo comunique para completar la información. «Yo tengo muchas, pero sé que hay más. No hay un listado que diga todas las que se editaron. Por ejemplo, en una aparece el número 16 en la serie y solo tengo dos previas», concluye Sendino.