El proyecto Grass Ceiling, que coordina académicamente el campus de Palencia de la Universidad de Valladolid (UVa), continúa su andadura y, en este caso, hacelebrado recientemente un interesante encuentro en el que se debatieron los principales retos a los que se enfrentan las mujeres que trabajan en el agro.
La Yutera volvió a ser escenario de una nueva reunión de trabajo, la tercera, del proyecto Grass Ceiling, con el objetivo de establecer los principales retos, barreras y limitaciones a los que se enfrentan cada día las mujeres en sus explotaciones agrícolas y ganaderas, tanto desde un punto de vista personal, como sectorial, normativo o relacionado con las características del medio rural en el que residen.
Para ello, en las diferentes dinámicas de trabajo intervinieron las ocho mujeres -cuatro de ellas palentinas- que participan de manera permanente en el proyecto, así como un nutrido grupo de agentes externos provenientes del sector asociativo y cooperativo, el sector público, los grupos de acción local y también se contó con varios hombres agricultores y ganaderos.
El equipo de investigadoras del campus palentino, liderado por la profesora Margarita Rico, junto con varios miembros de Cooperativas Agro-alimentarias de España, organizó y moderó la jornada.
Margarita Rico explica que los principales problemas detectados están relacionados, sobre todo, con la «excesiva y enrevesada» burocracia que los profesionales del campo han de cumplir, «en muchas de las ocasiones redundante e innecesaria, que les resta tiempo para dedicarlo a la propia explotación».
Otras limitaciones se refieren a las «deficientes condiciones» de vida de los municipios más pequeños, sobre todo en lo que a «escasez» de servicios sanitarios, educativos, de cuidados, culturales y de ocio se refiere.
«La escasez de transporte público y la ineficiente conectividad a internet y a la telefonía móvil han sido otras de las barreras más citadas», señala Rico, quien añade que «los problemas sectoriales inherentes al sector agrario se configuran también como importantes cortapisas, tales como los altos costes de producción, el escaso poder de influencia sobre los precios, la infravaloración del sector o la escasa representación femenina en los puestos de liderazgo de las distintas organizaciones representativas».
propuesta. El último debate de la reunión de trabajo se centró en realizar una propuesta exploratoria de las posibles estrategias genéricas de acción que sería conveniente poner en marcha para superar las barreras detectadas en las dinámicas de trabajo precedentes.
El proyecto finaliza así su primer año de funcionamiento, con resultados -en palabras de Margarita Rico- «muy positivos» en cuanto a las conclusiones extraídas y la participación y compromiso por parte de las ocho mujeres que están en el laboratorio de experiencias, así como por parte de otros agentes colaboradores.
«La creación de la red de trabajo y soporte que se ha generado en torno al propio proyecto, constituye en sí una innovación de cara al apoyo a las mujeres que trabajan activamente en el campo», concluye la profesora.
25 socios. Grass Ceiling está coordinado por la South East Technological University (SETU-Irlanda) y dotado con un presupuesto de 2,8 millones de euros, financiado por la Unión Europea en el marco del programa Horizonte Europa 2030. Reúne a un total de 25 socios pertenecientes a nueve países europeos y desarrollará un foro en el que las mujeres puedan impulsar proyectos innovadores en el sector agrario, en el contexto de la transición social y ecológica, es decir, iniciativas que den respuesta a los actuales desafíos sociales y ambientales y que fortalezcan la resiliencia de las zonas rurales. Para alcanzar estos objetivos propuestos, el proyecto establece nueve laboratorios de experiencias (living labs) para mujeres rurales innovadoras (o en proceso de iniciar un proceso innovador) en Irlanda, Croacia, Italia, Lituania, Países Bajos, Noruega, Escocia, Suecia y España.