Adiós con doble pena

César Ceinos
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Jesús Bragado, camarero durante 48 años de la cervecería Moravia, se jubila y el dueño, Salvador Calvo, cierra el establecimiento antes de que cumpliera cinco décadas de historia

Jesús Bragado, a la derecha, acompañado por Salvador Calvo. - Foto: Sara Muniosguren

Las despedidas nunca son fáciles y más en el caso de JesúsBragado, que se jubiló la semana pasada tras casi cincuenta años trabajando de camarero, primero en el bar La Navarra «sirviendo vinos y porroncillos» y, a partir de 1976, en la Cervecería Moravia, que su propietario, Salvador Calvo, había abierto un año antes y que ha bajado la persiana coincidiendo con el fin de la vida laboral del primero, quedándose cerca de alcanzar las cinco décadas de historia.

«Cumplí 65 años y creo que ya había dado todo de mí. Hay recuperar un poco. Llegó la hora. La edad es la edad», explica Bragado, que abandona la profesión con doble pena. Por un lado,  dice adiós a lo que ha sido su vida. Entró en el sector siendo menor de edad. «A esto me he dedicado siempre.Me gustaba atender en mesa, en terraza y en barra. Me daba igual, a excepción de estar con la cafetera», declara. Y por otro, se lamenta porque su trabajo está pasando por un momento delicado porque falta mano de obra y no se renueva. «No viene ninguno detrás. Ha cambiado todo. Ya no hay tanta profesionalidad como antaño», detalla el camarero, quien opina que «la juventud no tiene muchas ganas de trabajar. No es como antes».

No es el único cambio que ha visto a lo largo de su amplísima trayectoria. Recuerda que en el pasado había «muchísimo público y muchísima juventud», pero que el cambio de moneda afecto negativamente a los bares. «Hubo un cambio brusco. Pienso que antes la gente salía y alternaba más. La peseta daba mucho más de sí que el euro», manifiesta. 

Muchos recuerdos guarda de su etapa en la Cervecería Moravia, como las visitas de los jugadores de baloncesto (entre ellos, Fernando Fernández Romay, pivot del Real Madrid), que «pegaban con el culo encima de la mesa de lo altos que eran». «Era un espectáculo»,  detalla Calvo, quien asegura que Bragado y él han sido «uña y carne» durante 48 años.

Por otro lado, el camarero jubilado también recuerda de manera positiva a todos los compañeros con los que estuvo sirviendo en el Moravia, que está situado en el paseo del Salón de la capital. «Eran muy buenos los camareros y yono puedo hablar mal de ninguno y han sido muchos.También he estado contento conSalvador. Hemos trabajado muy bien, llevábamos muchos años y la clientela ya estaba hecha», detalla Bragado.

Por su parte, Calvo, que ya estaba jubilado, pone el broche de oro a un negocio que adquirió por traspaso en 1975.