Cuando un ciudadano se acerca a alguna de las 1.616 farmacias que hay en Castilla y León y deja los medicamentos caducados o que ya no necesita en un depósito con una cruz blanca rodeada de un círculo verde, lo que está haciendo es colaborar con el medio ambiente. Sí, no lo ponga en duda. A pesar de que gente malintencionada y poco cercana a la verdad diga que no sirve para nada, no es cierto. Todos y cada uno de estos fármacos se llevan a una planta de clasificación que está en la provincia de Valladolid.
En Tudela de Duero, desde el año 2012, está en funcionamiento unas instalaciones únicas en el país y una joya de la tecnología a nivel europeo. A este centro llegan más de 7.800 toneladas de residuos farmacéuticos y de la industria cosmética todos los años. Y el 70 por ciento de sus envases se recicla gracias a este trabajo.
Pero ¿cómo llegan hasta aquí? Pues gracias a que en todas las farmacias de la Comunidad existe el punto Sigre. Dicho de otro modo, el 'contenedor blanco' que hay en todas ellas y en las que se dejan los medicamentos que ya no hacen falta o están caducados. Este es el punto de partida del sistema que Sigre gestiona en el país.
La inteligencia artificial aplicada en esta planta de Tudela permite la recepción de 7.800 toneladas de residuos al año.Para la gestión de estos residuos, pone en marcha una logística inversa: cuando las distribuidoras llevan los medicamentos a las farmacias aprovechan el viaje y retiran los residuos depositados en el punto Sigre. Estos se llevan a alguno de los 141 centros de distribución farmacéutica repartidos por el país. Es en este momento cuando se puede decir que arranca el proceso de reciclado. Lo primero que se hace es almacenarlos en contenedores estancos. Después, se clasifican por la provincia de procedencia, garantizándose la trazabilidad y el origen. Tras esta primera fase, se envían siguiendo criterios de sostenibilidad logística a la planta de Tudela de Duero. Este centro recibe de media seis camiones al día.
Robots y algoritmos
Ante tal volumen de residuos la aplicación de la inteligencia artificial (IA) y tecnologías punteras juegan un papel fundamental en la reducción del impacto ambiental, en la mejora la eficiencia del reciclaje o en la reducción de costes. Una de las claves de estas nuevas tecnologías es la inmensa capacidad que tienen para analizar grandes cantidades de datos, aprender patrones complejos y tomar decisiones en tiempo real.
La inteligencia artificial aplicada en esta planta de Tudela permite la recepción de 7.800 toneladas de residuos al año.Desde robots que separan basura, pasando por algoritmos que permiten optimizar las rutas de recogida en las farmacias o el uso del big data para obtener análisis predictivos y planificación del futuro, la IA ha revolucionado un sector que hasta hace poco dependía en gran medida del trabajo manual.
Lo que antes hacían los trabajadores en la planta de reciclaje, ahora son las máquinas las que lo llevan a cabo. Para llegar a este punto ha sido necesario la digitalización de más de 10.000 formatos diferentes de productos farmacéuticos. Con toda esta inmensa base de datos y con la aplicación de sistemas de visión por ordenador, la utilización de cámaras y algoritmos (que han aprendido cómo son los residuos), se lleva a cabo una identificación y separación de los materiales que componen los envases de los medicamentos, para una posterior clasificación de manera automática y sobre todo, muy precisa.
La IA ha logrado identificar y diferenciar los materiales que se utilizan en los envases de medicamentos. Estos, que son principalmente de plástico (los famosos blísteres), vidrio, metal y papel, ahora ya se pueden reciclar en su práctica totalidad, algo que antes, con el factor humano, no se lograba.
En la Planta de Clasificación de Envases y Residuos de Medicamentos de Tudela de Duero se realiza la separación de las distintas fracciones de los materiales de los envases, como papel, cartón, vidrio, plástico y metales, para su posterior reciclaje, y los restos de medicamentos, se aprovechan como combustible. Adaptada para gestionar una amplia variedad de formatos y productos, la planta cuenta con tecnología especializada, como vaciadores de blísteres y lavadores de envases con los que se eliminan los restos de medicamentos. Gracias a estos avances, casi el 70 por ciento de los envases que se reciben vuelve a tener una segunda vida. Todo ello convierte a esta planta en un referente en cuanto a la gestión y sostenibilidad de los residuos.
El ecodiseño de los envases
El ecodiseño entendido como el concepto de crear 'algo' con la vista puesta en la reducción de los residuos y en la mejora de su reciclado también ha llegado a la industria farmacéutica. Esta no es ajena a dicha tendencia y lleva años apostando por ello.
Si se parte de la base de que el mejor residuo es el que no se genera, la investigación en este campo está permitiendo, por un lado, un menor uso de plástico, metal, papel o cartón, es decir, materias primas que se usan en los envases de medicamentos y, por otro, hacerlas más eficientemente. Aunque muchos no se hayan dado cuenta, los mayores probablemente sí. Hace años las cajas de las pastillas o los tarros de los jarabes, por ejemplo, pesaban más, concretamente un 25 por ciento.
Pero no solamente en cuanto al peso se ha mejorado mucho. Se ha trabajado y se sigue investigando en reducir el impacto ambiental, mejorar la reutilización e implementar mejoras para la última fase del proceso: el reciclaje.
Todas estas medidas están suponiendo un ahorro anual de más de 150 toneladas de materias primas, sólo en el momento en el que se diseñan los envases. Esta primera fase, precisamente, es la más crítica para el planeta (se estima que es cuando se produce el 80 por ciento del impacto ambiental).
¿Y qué se hace con los restos de medicamentos?
Los restos de medicamentos que no se pueden reciclar son poco significativos. En Tudela de Duero son sometidos a un proceso de elaboración de combustible derivado de residuos, que no es más que aprovechar, en este caso, la potencia calorífica de los residuos del medicamento, para crear un combustible que pueda ser utilizado en instalaciones industriales, consiguiendo de esta manera evitar el uso de carburantes fósiles.
Siguiendo con la idea de aprovechar todos y cada uno de los residuos, tras la separación del metal del aluminio que, por ejemplo hay en los blísteres, este último se envía a Alemania para su reutilización.
Una instalación sostenible
Más de 30 personas trabajan en el centro tudelano en unas instalaciones que superan los 16.000 metros cuadrados. Desde que empezó con el proceso de reciclado de medicamentos en el 2012, se planteó como un centro 100 por cien eco, para lo que establecieron los más altos estándares de sostenibilidad y eficiencia energética.
De esta manera, todos los residuos que se producen, al margen del proceso para el que se creó esta instalación, son reciclados y valorizados en cada caso. La energía fotovoltaica permite tener un alto porcentaje de independencia energética y trabajar bajo la filosofía de vertido cero. Optimizar el consumo energético, en un centro totalmente automatizado, ha sido uno de sus grandes retos.
Por otro lado, la gestión del agua, en todo su ciclo, también ha supuesto un quebradero de cabeza para los responsables de la planta. Este bien se utiliza y se 'contamina' en diferentes fases. Así, por ejemplo, se usa durante el proceso de clasificación de los residuos farmacéuticos. Una vez utilizada esa agua va directamente a un depósito específico donde se tratará posteriormente para dejarla en perfectas condiciones para el planeta.