Tecnología y difusión de lo que es importante

DP
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La cita poética organiza por el Ateneo y Fundos llega a su ecuador con secuencias como ladedicada a internet y los poetas o la presentación del libro 'Don de la insolencia'

La secuencia denominada De los  poetas de Internet abrió la sesión del ecuador las XV Jornadas de Poesía Ciudad de Palencia que, organizadas pot el Ateneo y la Fundación Obra Social de Castilla y León Fundos, concluyen hoy. Intervinieron Clara Carusa y Carlos Aganzo, uno de los más atareados en la tarde-noche toda vez que presentó su libro Don de la insolencia en conversación con Violeta G. Alegre y junto a Abraham Gragera cerró la velada con Poemas en la memoria.

«Internet es un medio de los días de hoy que se está utilizando mucho por gente joven y no tan joven para dar luz y rienda suelta a las expresiones artísticas y tiene que tener cabida», afirmó Clara Carusa, quien añadió que «los clásicos son maravillosos, el libro, el objeto son una cosa que no se debería perder, pero pongamos la tecnología de nuestra parte y hagamos que sirva para difundir lo que es importante de verdad». 

Tecnología y difusión de lo que es importanteTecnología y difusión de lo que es importante - Foto: Óscar NavarroCarusa llega a las jornadas con  su máquina de escribir y estos tres días ha dado continuidad a Me das una palabra y te escribo un poema, una experiencia que califica de «muy buena».  «Tengo costumbre de escribir poesía improvisada, ya lo hago en el Rastro y siempre es una sorpresa porque no sabes quién pasa  y qué palabras te trae, pero hacerlo aquí, en un lugar donde la poesía es el tema principal y  las personas que vienen están interesadas, es verdad que es muy agradecido porque la gente viene  interesada a formar parte de esa experiencia», señaló. «Siempre hay un poco de todo; gente que te pide un tema que es más cercano, pero el desafío también me motiva mucho. Cuando alguien viene con una palabra muy extraña para mí, encontrar el hueco en que la poesía  puede crear esa intimidad con esa persona o emocionar a esa persona siempre es un reto que estoy dispuesta a llevar a cabo», aseveró.

Carlos Aganzo consideró muy interesante el encuentro sobre la dimensión de la poesía y los modos de expresión. «La poesía se escribía en palacio entre los nobles  y para ellos solos. Después llegaron los libros y la poesía empezó a leerse en ellos.  Más adelante, como decía Federico García Lorca, en las plazas. Pero ahora la plaza del pueblo  es el ágora infinita que es el mundo entero», subrayó. Así, la comunicación a través de internet permite que la poesía tenga «unas  alas que nunca ha tenido», «sin límites», pero también sobre su aspiración, que, como decía Juan Ramón Jiménez, «a la minoría siempre, es decir, que no puede descuidar una calidad ni esa otra mayoría porque la poesía, según Celaya, es necesaria como el aire que respiras». 

Aganzo también presentó su libro Don de la insolencia (Siruela),  una «antología amplia» del conde de Villamediana, Juan de Tasis, un personaje «mayestático» y «olvidado». «Sería un Quevedo, o un Góngora, o un Lope si no hubiera tenido en su época a Quevedo, a Góngora, a Lope, que lo eclipsaron», afirmó. «No  es que lo haya rescatado del olvido, pero sí lo empujamos un poco a la actualidad para que leamos sus  versos», añadió. 

Alegría. Otro de los poetas que intervino ayer fue el cubano Ernesto Delgado, quien habló de «alegría» de poder participar en las jornadas, «más con la trayectoria que tiene este tipo de eventos». «Es un privilegio estar junto a poetas como Gamoneda o Sergio García Zamora», subrayó. «En todo lo que hago -afirmó- trato de vivir como poeta, de hacer honor a la poesía, vivir dentro, que  todas las experiencias puedan entrar dentro de la página. Llevar adelante la creación, seguir mejorando como poeta».

En la nómina de poetas que ayer subieron al escenario montado en la sede del Ateneo se encontraba también Constantino Molina, quien respecto al tema de las jornadas, poesía y memoria, señaló que lo que más le interesa es la relación de la literatura con el tiempo y cómo se modula la conciencia en función de la percepción de la memoria y del recuerdo. «Uno de los ingredientes fundamentales de la escritura es la memoria en sí misma. Cuando uno se pone a escribir, en ese mismo momento aunque quiera atrapar el instante presente, ese ya se ha ido. Es imposible. Todo lo que escribimos es memoria. Cada vez que uno se sienta a escribir, ese momento ya ha pasado».