Por segundo año consecutivo, el Ayuntamiento de Sotobañado y Priorato ha concedido una ayuda de 1.200 euros a cada uno de los dos bares del pueblo, una medida con la que busca garantizar la continuidad de estos establecimientos.
Su alcalde, Miguel Abia, explica que la idea surgió al observar la situación de los locales del municipio. «Nos dimos cuenta que había muchas horas muertas en las que los bares estaban vacíos, sin apenas movimiento. Además, el esfuerzo de los dueños no siempre se ve recompensado y pensamos que, desde el Ayuntamiento, podíamos hacer algo para apoyarles», señala.
La iniciativa «ha tenido un impacto positivo y los bares están cumpliendo los requisitos, como cerrar un día a la semana o no más de quince días consecutivos», añade. Asimismo, resalta que son «fundamentales» para mantener la vida social. «Sin ellos, se perdería actividad y atractivo para los vecinos de las localidades cercanas», concluye.
Marisa Iglesias del bar de Los Cazadores ya no tiene la tienda de ultramarinos. - Foto: DPEl dueño del bar El rincón de Carraca, Roberto Marcos, expresa su agradecimiento por la ayuda, pero al mismo tiempo muestra su preocupación por el futuro. «El invierno es especialmente duro, porque hay menos gente, y la falta de población ha hecho que el pueblo pierda casi la mitad de sus habitantes en los últimos años, hasta los 60 actuales», declara.
Además, destaca que «los jubilados se están desplazando a las ciudades y cuando se vayan los trabajadores de las placas solares y el AVE las ayudas serán «insuficientes». «Nuestra situación es crítica y, sin el bar, el pueblo perdería la poca vida y actividad que nos queda», añade.
La gerente de bar Los cazadores, Marisa Iglesias, está en una situación similar y coincide que la ayuda es útil, pero se queda corta. «Los costes para mantener el bar son altos, los impuestos y licencias nos presionan y la falta de población es una gran dificultad», apunta.
Desde su punto de vista, uno de los mayores problemas es la marcha de la gente joven a las ciudades. «Se van porque aquí no tienen empleo y no se fomenta la opción de teletrabajar», afirma. De igual modo, argumenta que se deben mantener abiertos estos puntos de encuentro por el bien del pueblo. «De no ser así, muchos están abocados a desaparecer», concluye.