Sánchez y su gobierno, por mucho que imposte el gesto y engole el tono y por más que le aplaudan sus mesnaderos -se romperán las manos a ver quién lo hace más largo y más fuerte-, es un barco a la deriva, con el timón y los mástiles rotos, sin velamen y sin rumbo, con tan solo el empeño de aguantar a flote y no irse al fondo. En realidad ni siquiera es el quién está al mando sino que son la parva de aliados, o más bien de acreedores y chantajistas, quienes le marcan la derrota, cobrando y cada vez más caro para no dejarlo irse a pique.
Separatistas, bildus y extremas izquierdas de variados pelajes y enconos solo están de acuerdo en una cosa. Hay que mantenerlo a flote a toda costa, porque es con él con quien pueden obtenerlo todo y le sacarán hasta la hijuela, lo que no le pertenece sino a todos, y él va entregando a trozos hasta despojarnos no solo de haberes, sino de derechos, dignidad y hasta de futuro. Le dan el aire imprescindible para mantenerlo vivo y seguir explotando su debilidad creciente. Nunca le dejarán caer porque no tendrán nunca prisionero y cómplice más entregado y sumiso. Descuiden que no se atreve con ellos ni a la menor chulería. En realidad, y después de Paiporta, sus poses bravuconas han quedado un tanto desplumadas.
Pero por esa parte es por la que puede estar más tranquilo. Le sostendrán aunque esté de cieno hasta las trancas y hundido en el peor pantanal de descrédito. Lo exprimirán hasta que no le quede una gota de zumo que él pueda a su vez sacarnos a todos los españoles.
No será por ahí por donde llegue solución a esta agonía. Pero cada vez está más claro que tampoco él va a poder escapar de ella. Está cercado y aún peor, cada vez más directamente manchado por una cascada de corrupciones que, a cada instante, le alcanzan desde un lugar diferente. Cada día es un sobresalto y a veces sale a uno por la mañana y otro por la tarde. Cuando no salta a la palestra un cante en un juzgado, este lo da uno de sus "barones" caído en desgracia, un Lobato desorejado que primero acude al notario para defenderse, lo confirma y luego aterrado intenta desdecirse para salvar un pellejo que en realidad ya ha perdido.
Pero cada caso es tan solo una de las banastas podridas que se le vienen encima. "Su" Fiscal General es quien ahora ha de enfrentarse a la justicia que cada día lo acorrala un poco más. Son quienes fueron sus segundos, sus validos, sus ministros quienes están caminando hacia el banquillo y donde a la que de enviar a Europa puede que tenga que volver en breve plazo. Ese Gobierno y esa "casa" que dice limpia, está de fango --el que ellos mismos han removido y en el que han chapoteado-- hasta las trancas. Y dentro de poco hasta las cejas.
En este cenagal político es en el que nos va a tocar vivir a todos. Ello va a ser una desgracia para España. Porque jamás en la historia de la Democracia española se ha llegado a tal grado de vileza, de falta absoluta de principios y de pisotear lo que nos era intocable y pilar de nuestras leyes y convivencia. Pero tampoco habíamos tenido que ver tal grado de zafiedad, de cochambre y de procacidad en los comportamientos de quienes nos gobiernan y de las compañías que elegían para saquearnos. Cada vez lo que dan es más vergüenza. A los demás, porque ellos carecen y bien que lo demuestran por completo de ella.
Hace ya unos años escribí, aunque me pareció muy arriesgado y casi más bien, lo confieso, tras repulsivos pactos con los separatistas y los herederos de ETA, que espero verlo algún día procesado. Hoy creo que esa posibilidad es cada vez más viable. Tarde su agonía el tiempo que tarde y quizás cuanto más lo sea, se hará más probable. Puede que a la postre el final sea el mismo para todos los que iban en aquel coche que inicio su camino de Caudillo. Dos de los cuatro, Ábalos y Koldo, ya lo tienen encima, Cerdán siente su aliento en la nuca y él convive ya con ello en la propia Moncloa.