La vida política española depara episodios en los que la ironía -también podría hablarse de sarcasmo- se apodera del escenario. "La decencia debe ser algo esencial", proclamó el diputado socialista José Luis Ábalos el 31 de mayo de 2018 en el discurso que, en nombre del PSOE, pronuncio en el Congreso en la sesión que culminó con el triunfo de la moción de censura que aupó a Pedro Sánchez hasta la Presidencia del Gobierno. El alegato de Ábalos contra la corrupción colocó los clavos en el ataúd que acabó con la carrera política de Mariano Rajoy. Después se procedió a la votación que con el inopinado voto de los diputados del PNV salió adelante cambiando el color del Gobierno de España. Ábalos salió de la sesión con el nombramiento in pectore de ministro -lo fue de Fomento- y allí inicio la última parte de una carrera política que terminó abruptamente con su destitución.
Sánchez le destituyó sin aclarar por qué lo hizo, pero el PSOE le mantuvo en sus listas con lo que consiguió retener el acta de diputado. Poco después, por un informe de la UCO (Guardia Civil) supimos de la existencia de una trama de corrupción - el "caso Koldo"- que la mencionada investigación calificaba de "organización criminal" en la que aparecía como aparente cabecilla Koldo García, asistente para todo del Ábalos que había sido ministro de Fomento y todopoderoso secretario de Organización del PSOE. En la actualidad Ábalos está a la espera del suplicatorio del Tribunal Supremo para ser procesado.
Pedro Sánchez nos debe una explicación a los españoles sobre el motivo que le llevó a destituir a éste personaje. Que todavía no lo haya hecho levanta no pocas sospechas, vista la amplitud de la trama que ahora está aflorando y que, por lo que ha revelado el comisionista Víctor de Aldama en su declaración ante un juez de la Audiencia Nacional, tiene varias ramificaciones y alguna de ellas señala también al actual secretario de Organización del PSOE, Santos Cerdán, como presunto receptor de una "mordida". De la declaración de Aldama el exministro Ábalos sale señalado como presunto beneficiario de recibir elevadas sumas de dinero así como de otros favores. Todo este asunto describe un entramado de políticos desvergonzados que aprovecharon los trágicos días de la pandemia para hacer negocios. Cuesta pensar que el Pedro Sánchez que destituyó a Ábalos se enteró por la prensa de las andanzas de su otrora poderoso ministro. Ya digo, nos debe una explicación a los españoles.