Un adiós a 73 años

Pablo Torres
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Quesos Crego, en Cevico de la Torre, cierra su producción tras más de siete décadas y tres generaciones distintas de propietarios · La quesería ha mantenido siempre el valor artesanal

Igancio Crego, copropietario de Quesos Crego junto a sus hermanos, cierra las puertas de su negocio por enfermedad después de 73 años - Foto: Óscar Navarro

Después de 73 años y tres generaciones abasteciendo de queso a la provincia, la quesería cerrateña de Quesos Crego, en Cevico de la Torre, cierra sus puertas. El negocio fundado en 1950 por Francisco Crego cesó su actividad el pasado octubre, y mantendrá las puertas de su despacho abiertas hasta que las estanterías, esas que tanto tiempo han permanecido llenas de uno de los productos más reconocidos en Palencia, queden vacías. 

«Después de morir mi abuelo, en el año 70, siguió con la tradición mi padre y mis tías. Pasado ese tiempo, por el año 2015, la empresa cambia a mi nombre y al de mis dos hermanos», relata el actual copropietario de la quesería, Ignacio Crego, cuya andadura en el negoció comenzó hace 29 años. «Como en todas las empresas familiares, siempre que se echa en falta se echa una mano. Hace 29 años acabé los estudios de Bachillerato y ya me quedé aquí haciendo queso y haciéndome cargo de la elaboración», manifiesta. 

La esencia de la fábrica, que ha llegado a superar los 70.000 kilos de producción anual, ha sido la de mantener la técnica artesana en el proceso de elaboración. «Sí que es verdad que se han ido actualizando pequeños detalles», asegura Crego, «pero el proceso sigue siendo artesano». «El queso se cura sobre una tabla de madera de forma manual todas las semanas, no hay volteo automático», añade.

«El motivo principal es que llevo dos años arrastrando una enfermedad y ahora no puedo mantenerme al cargo. Es un cierre definitivo. Un negocio de estas características es para echarle muchas horas y estar encima de él, así que no lo puedes dejar en terceras personas», asevera Crego.

EL COMIENZO. «En un principio, la fábrica solo producía queso para un distribuidor de Sevilla, que era quien tenía la exclusiva de nuestros productos. En los 80 se rompe la relación con este señor y tuvimos que buscar nuevos mercados. Uno de los que encontramos fue el de abrir el despacho de venta al público», apunta el copropietario. «Una vez empezó a coger fama, se vendía mucho en Semana Santa, los meses de verano y en vísperas de navidades. Había bastante afluencia, pero cada vez los pueblos se van quedando con menos gente». En las épocas estivales, según apunta su responsable, la media de clientes oscila entre 20 y 30, mientras que en invierno «hay días en los que no hay nadie».

Según subrayó Crego, el cierre del negocio «repercutirá en la nostalgia del pueblo, en ver lo que antes había y ahora no». «Me conformo con lo que he hecho. Aquí se ha trabajado bien toda la vida», concluyó el copropietario.