Estamos ya todos con el roscón de reyes en la lista de la compra para los próximos días, muchos ya los habrán degustado en estas fechas y continuarán al menos hasta el final de esta semana, o hasta terminarlos en los próximos días.
La OCU ha hecho un estudio de 13 roscones de nata de supermercado, siendo el resultado altamente insatisfactorio, igual que ocurrió hace nada con los panetones. En este caso, claramente se indica que casi la mitad (6 de estos 13 no tienen una mínima calidad aceptable, por exceso de aditivos y por sustitución de la nata por otras grasas procedentes de aceites de palma, palmiste, coco o nabina). El mejor roscón del análisis fue el de Lidl, seguido de El Corte Inglés Selection y de Dulce Noel de Día.
Una muestra más de la gran diferencia que hay en este tipo de alimentos entre la calidad que encontramos en productos artesanos y la de los industrializados. La bollería industrial no es buena, no es sana, y no debemos cansarnos de repetirlo. Encontraremos sobre esta noticia titulares como Los 7 mejores roscones de supermercado, claramente sesgados pues si de 13, 6 tienen una calidad inaceptable, esos 7 mejores son más bien los 7 «menos malos». Y es que creo que los consumidores debemos ser mucho más exigentes y mucho más cautos con las publicaciones, en esto de la industria alimentaria el gran peso de las grandes corporaciones de productores y distribuidores nos llevan a ver justificadas afirmaciones que nos llevan a errores de opinión y de conducta.
Vaya aquí mi defensa de los productores artesanos, de quienes elaboran una repostería mimada en la que masas, bizcochos y demás están basados en harinas, mantequillas y aceites de calidad, con sus reposos y fermentaciones más largos y naturales, no sólo notaremos la diferencia en la degustación, también en nuestro organismo. Por supuesto estos roscones no podrán competir en precio con las líneas de producción masificadas, pero merecerá la pena.
En cualquier caso, si optamos por el producto envasado, la OCU nos recomienda fijarnos en la etiqueta y elegir los que tengan el bollo hecho únicamente con mantequilla, el relleno con nata al 100%, y que tenga los menos aditivos posibles.
Luego ya, que nos toque el haba o no, dejémoslo a la suerte.