El programa de forestación supera las 10.500 hectáreas

Rubén Abad
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El 48%son masas mixtas, el 43% coníferas y el 9% frondosas. Las actuaciones promovidas por la Junta se llevan a cabo en 128 de los 191 términos municipales, con Aguilar, Olmos y Cervera a la cabeza

El programa de forestación supera las 10.500 hectáreas

Mantener una masa forestal sana, robusta y en continua transformación de la que puedan disfrutar las generaciones actuales y futuras no es una empresa fácil, pero la provincia en su conjunto puede presumir de un medio natural que es la envidia de otros territorios gracias a programas como el de forestación que lleva a cabo con éxito la Junta de Castilla y León.

Son ya más de tres décadas de proyecto, que se han traducido en la repoblación de más de 10.500 hectáreas en terrenos particulares y públicos de libre disposición desde que arrancará la iniciativa allá por 1993 vinculada a las ayudas de la Política Agraria Común (PAC), según los datos facilitados a Diario Palentino por la Delegación Territorial de la Junta de Castilla y León en Palencia. De esas 10.554 hectáreas, 4.957 son masas mixtas (48 por ciento del total), unas 4.476 son coníferas (43 por ciento) y las 938 hectáreas restantes (nueve por ciento) corresponden a masas frondosas.

Poniendo el foco en el territorio palentino, la Junta ha forestado en 128 términos municipales de los 191 en los que se divide la provincia, es decir, en un 67 por ciento del total. Donde más hectáreas se han repoblado ha sido en Aguilar de Campoo (732 hectáreas), Olmos de Ojeda (550) y  Cervera de Pisuerga (531), seguidas de Herrera de Pisuerga (393), Cordovilla la Real (363), Ampudia (352) y Alar del Rey (310). A lo largo de estos 31 años se han invertido más de 340 millones de euros para costear gastos de plantación y labores complementarias, a lo que  se suma el mantenimiento de las forestaciones durante los cinco primeros años, dotada con otros casi 98 millones de euros

El programa de forestación supera las 10.500 hectáreasEl programa de forestación supera las 10.500 hectáreas

El objetivo con el que nació, a grandes rasgos, no fue otro que transformar tierras de cultivo en terrenos forestales, con un doble propósito: preservar el medio ambiente y reducir los excedentes agrícolas que procedían de terrenos poco productivos. El programa caló tan hondo que aún muchos de aquellos pioneros lo recuerdan, especialmente vinculado a los chopos, que triunfó en buena parte de la provincia.

«Seguimos repoblando, reconvirtiendo montes», apuntan desde la Junta, donde destacan la incorporación de los ayuntamientos en los últimos años al objeto de recuperar laderas, perdidos y montes patrimoniales, en ningún caso de utilidad pública. Y es que, según sostienen desde la Delegación Territorial, «es bueno para todos: ayuda a frenar el cambio climático, recupera masa forestal, que contribuye a la fijación de carbono». En este último caso, el programa se traduce en la absorción de 1.022.246 toneladas de dióxido de carbono (CO2) en Palencia, más de 29 millones en el conjunto de Castilla y León. Teniendo en cuenta una producción promedio por persona de 5,5 toneladas de CO2 al año, solo la forestación del programa ha compensado el emitido por toda la población de la comunidad autónoma durante más de dos años.

«Crear masas forestales es una tarea que requiere paciencia: dará sus frutos más allá de la generación que plante los árboles y los aprendizajes para hacerlo cada vez mejor también llegarán poco a poco, creciendo con la observación científica meditada sobre el esfuerzo de generaciones previas», subraya el consejero de Medio Ambiente, Juan Carlos Suárez-Quiñones, quien defiende que «plantar árboles forestales es un buen ejemplo de solidaridad intergeneracional». Sin embargo, advierte, «también es una tarea que bien ponderada y planificada puede empezar a aportar beneficios más tempranamente de lo que cabría esperar y, dado su ritmo lento, nos permite corregir errores a tiempo de mejorar el resultado final».

PRINCIPALES ESPECIES

En cuanto a especies principales, la conífera que más se ha plantado ha sido el Pinus nigra (pino laricio), en más de 2400 hectareas; seguido del Pinus pinea (pino piñonero), que no llega al millar; y del Pinus sylvestris (pino albar), que ronda las 900. Respecto a las frondosas, el dato que mayor superficie tiene es el de chopo de producción (Populus x euramericana), si bien es una especie que solo se subvencionó hasta 2006. También destacan las del género quercus: encina (Ilex), quejigo (Faginea) y rebollo (Pyreanica), generalmente en masas mixtas, con un total de 422 hectáreas en el cómputo global de la provincia.

Para determinar cuál es el ejemplar más idóneo en cada uno de los diferentes terrenos en los que se va a llevar a cabo la forestación, al inicio del programa se realizaron 35 cuadernos de zona en función del medio natural en el que se pretendía actuar, pues Castilla y León es una región tan extensa como dispar. En él se recogen aspectos tales como el tipo de suelo, la vegetación existente, relieve o la latitud, entre otros. Una vez identificadoa la estación (así se denomina una proporción  de terrenos con características similares), se seleccionan las especies que pueden emplearse, unas principales (pinos, por lo general, pero también frondosos como robles, encinas o quejigos) y otras accesorias como masas arbustivas.

Agrupación de propietarios: Juntos para ser más grandes, fuertes y rentables

La gestión de las masas forestales es necesaria para facilitar su permanencia y estabilidad. Una de las mayores dificultades a la hora de afrontar la gestión forestal es su viabilidad económica, que crece cuanto mayor sea la superficie continua que se gestiona. Sin embargo, las pequeñas propiedades abundan en muchas zonas de Castilla y León, especialmente en la Montaña Palentina, lo cual supone un reto  a mayores. Por otro lado, según defiende la Junta, que los propietarios conozcan los principios básicos de la gestión y que exista cultura forestal «ayuda a que las labores que aplican en las masas forestales jóvenes favorezcan su buena evolución». El programa ha permitido primero, y priorizado después, los expedientes solicitados por agrupaciones de propietarios que aportaban sus terrenos próximos para llevar a cabo las forestaciones. Así, las superficies sobre las que trabajar han sido más grandes de lo que la estructura de la propiedad haría esperar, y a la vez, se ha favorecido el inter cambio de experiencias de forestación entre la población rural.