"En la escala social, la gente de la cárcel se ubica en la más baja. Que venga alguien de fuera y se interese por ti y te ofrezca conocimientos es muy importante. Estos cursos sirven para inhibirse del lugar en el que estás y hacer que la cabeza piense en otras cosas. Vale de mucho y se convierte en una gran labor social y humana".
Certeras y sinceras palabras con las que define Neftaly, un interno del Centro Penitenciario de La Moraleja, en Dueñas (Palencia), al proceso de formación para ser árbitros de fútbol que imparte entre las paredes de la cárcel la Real Federación de Castilla y León de Fútbol (RFCYLF). El preso, con vertido en alumno, reconoce que en la calle, un curso de este tipo es uno más, pero "aquí tiene un valor inmenso". "Para los que estamos dentro, esta formación no tiene precio", añade.
En compañía de Mohamed, Ghali y Mohamed Anas, varios compañeros de formación, Neftaly detalla en declaraciones a la Agencia Ical que muchos internos no han tenido oportunidades educativas, por lo que el valor y la importancia de este tipo de clases cobran, si cabe, un protagonismo mayor para todos.
Puede parecer irónico, pero reconoce que algunos piensan en estar más tiempo en el centro para lograr participar en un mayor número de formaciones antes de poder volver a sus lugares de origen, en la mayoría de casos, fuera de España. "Es una salida y una esperanza para volver a empezar un camino nuevo", afirma.
Esta formación es resultado del convenio firmado entre la Real Federación Española de Fútbol e Instituciones Penitenciarias, donde la RFCYLF ha podido impartir durante el 2023, como primer año de la acción, diversas clases de iniciación al arbitraje en fútbol y fútbol sala, iniciación al Curso de Entrenadores UEFA C, así como charlas monográficas sobre psicología o nutrición. Un éxito repartido en dos semestres que pretende ser extendido de cara a 2024 en Dueñas y por el que otros centros penitenciarios ya han mostrado interés, como es el caso de Topas, en Salamanca.
Una vez finalizada la respectiva condena, el interno que haya superado este curso podrá dirigirse a cualquier delegación provincial de la Real Federación de Castilla y León de Fútbol y poderse inscribir como árbitro en el nivel adquirido, que se enmarca en las categorías base, lo que se traduce en una oportunidad laboral de la mano de una reinserción social.
Nefataly se considera un amante del fútbol, aunque comenta que solía encontrarse con decisiones arbitrales que no entendía, por lo que "tenía la ignorancia de menospreciar al colegiado". Por el contrario, a día de hoy, uno sabe las razones por las que se actúa de una forma u otra. "Nos podemos poner en la piel del colegiado y comprobamos la dificultad de unas decisiones que son tomadas en un par de segundos mientras millones de personas lo están viendo en directo".
"Son muy pocos los que saben y muchos los ignorantes". Traslada que los futbolistas, antes de serlo, deberían aprender las reglas arbitrales para que "no cometan tantos errores y poder reducir la violencia en los campos".
El joven Mohamed Anas no deja de mostrar su agradecimiento y orgullo por realizar un curso que considera muy importante, al ser una "manera fantástica para poder aprender cosas nuevas que no sabía". "De niño jugábamos al fútbol, pero ahora sabemos por qué una acción es falta", puntualiza.
Anima a más internos para que puedan hacer este curso, porque "no saben las posibilidades que les ofrece de cara al futuro y alguno de nosotros podemos acabar siendo árbitros". Pese a que reconoce que hay que ir poco a poco, asegura que le gustaría ser árbitro una vez que salga de La Moraleja. "Antes no tenía esa idea, pero tras realizar el curso se me abrieron otras oportunidades".
Mismo sentimiento que comparten otros dos internos asistentes a la formación de la RFCYLF, donde Ghali y Mohamed relatan a la Agencia Ical que ha servido para coger muchas ideas nuevas, las cuales no las sabían con anterioridad. En el caso de particular de Mohamed, ayudado en la traducción por sus compañeros, deja claro que ha logrado mejorar el idioma y aprender más palabras del español.
"Es un curso muy bueno para nosotros porque ahora sabemos mucho más que antes", coinciden entre todos, donde recalcan el valor sentimental de los formadores y su implicación. "Para la gente de fuera no somos nadie, pero con estas acciones demuestran lo contrario. Observar ese amor y dedicación es una de las partes que más valoro", asevera Neftaly.
Son las 16.20 horas y la Agencia Ical logra entrar en el Centro Penitenciario de Dueñas, aunque pasarán bastantes minutos más hasta ingresar a la iglesia de la cárcel, que hace sus veces de aula de formación, donde se tiene contacto directo con los internos adscritos al curso. El tiempo no es un problema en una cárcel y la vida se estructura de una forma completamente distinta.
El funcionario de prisiones, Miguel, y la técnico deportiva del centro, Pilar, ejercen de guía y acompañamiento durante el recinto, de la mano de Arianna Carralero, la responsable de Planificación Estratégica de la Real Federación de Castilla y León de Fútbol, quien demuestra su pasión y apuesta por un proyecto pionero que persigue la reinserción social y laboral. Todo ante un día 'festivo' al darse por finalizada la formación, motivo por el que todos los participantes tuvieron diversos obsequios deportivos gentileza de la Federación, además de contar con la presencia del Oliver de la Fuente, árbitro de Segunda División, quien ofreció una clase magistral.
A través de un balón, unas tarjetas o un silbato se trasladan herramientas formativas y deportivas, vinculadas al fútbol, para mejorar las oportunidades de empleabilidad y su condición psicofísica una vez que concluyan sus condenas, porque estos módulos son exactamente los mismos que se pueden cursar en cualquier delegación de la Comunidad, puntualiza. Además de conseguir que todos los asistentes al curso puedan adquirir diversos recursos del arbitraje, se busca una "mirada transversal" de la mano de valores como el "compañerismo o la empatía".
Como epicentro se localiza la figura clave del árbitro de fútbol y profesor de Educación Física en un instituto palentino, Fernando Román, quien ejerce como docente del curso en el Centro Penitenciario de La Moraleja, en Dueñas. Su experiencia marca de manera esencial la formación. Es árbitro de 1RFEF, la antigua 2B dividida en dos bloques, quien ejerció durante sus dos últimas designaciones como cuarto árbitro durante el Atlético de Madrid-Almería de La Liga y de colegiado principal durante el Fuenlabrada-Cellta B, en 1RFEF.
Un total de 16 horas y dos tablones de contenidos. Así se estructuraron el conjunto de las clases del curso vinculado al arbitraje a través de un ámbito teórico donde se hizo hincapié en las principales reglas de juego, el balón, las amonestaciones o las expulsiones, entre otras, para que los internos puedan conocer de primera mano la forma de trabajar, a partir de un marco común para una posterior aplicación, desgrana Román a Ical.
La segunda hora de la clase se conforma por un ejercicio en el campo para llevar a la práctica todo lo aprendido de manera teórica. "Ellos tienen mucha curiosidad por jugadas, intervenciones del VAR, por qué una actuación es falta u otra es mano". Reconoce que son las mismas inquietudes que comparte de manera genérica la sociedad y que siempre se piensa sobre la figura del árbitro.
"Tienen una serie de dudas y yo intento dar respuesta ante un comportamiento ejemplar de los internos", quien confirma estar muy satisfecho por su rendimiento. "Hay jugadas en las que no estaban muy de acuerdo con la decisión arbitral, pensamiento que cambian tras recibir la formación y saber las razones que llevaron al colegiado a tomar esa acción en el terreno del juego".
El trabajo físico, técnico, táctico y psicológico se unen a la autoridad como principios básicos de un árbitro, donde este último aspecto ha sido trabajado de manera especial. Para ello, durante los ejercicios prácticos a modo de partidos, se rotaba y cada cierto tiempo una persona diferente desempeñaba la función árbitro para ponerse dentro de su perfil y demostrar así los conocimientos adquiridos.
Aunque el ámbito teórico es fundamental y no se puede prescindir de ello, la parte práctica cobra gran importancia, además de ser el momento más esperado por todos los integrantes del curso. Y es que, una vez finalizada la respectiva condena, el interno que haya superado este curso podrá dirigirse a cualquier delegación provincial de la Real Federación de Castilla y León de Fútbol y poderse inscribir como árbitro en el nivel adquirido, que se enmarca en las categorías base.
Es decir, desde prebenjamín hasta juvenil. A partir de provincial o regional son niveles en los que un colegiado necesita un "salto cualitativo" en diferentes parámetros para superar la categoría y empezar a arbitrar de manera territorial, asegura Román.
No obstante, destaca esperanzado que hay varios internos que finalizarán sus penas de prisión y han trasmitido el deseo de inscribirse en el Colegio de Árbitros, dos de ellos de Palencia. "Es un placer poder ayudar en un la reinserción laboral y que la persona pueda continuar su vida fuera del centro penitenciario a través del deporte y los valores que aporta el arbitraje". "Siempre recuerdo mi primer día de clase y los nervios que padecía, pero todos ellos me tranquilizaron: 'Somos personas igual que tú'".
Nunca hay que olvidar que el deporte "engancha muchísimo" en líneas generales, pero, en especial, ante un perfil de internos jóvenes, al ser la tónica general de los ingresos recientes en La Moraleja, destaca la subdirectora de tratamiento, Elisa Carro, al comentar que se observa la necesidad de utilizar el deporte como "manera efectiva para la reinserción", en mayor medida, en colectivos extranjeros. Todo lo que tiene que ver con el ámbito deportivo tiene gran afluencia y les motiva de verdad, añade.
En primer lugar, los internos tienen que estar en el centro mucho tiempo, por lo que es fundamental que sea ocupado de "manera adecuada para su bienestar y su salud mental", sin olvidar que así aprenden otras formas de utilizar el ocio.
Afirma a la Agencia Ical que ese es uno de los aprendizajes fundamentales, que no es otro que "saber establecer actividades para poner en práctica un ocio saludable una vez que vuelvan a estar en la calle". Con estas actividades, descubren capacidades o intereses que desconocían y que les sirven para hallar nuevas vocaciones.