Colectar los racimos de uva de los viñedos, separar el raspón del hollejo y sacar la pasta para llevar a cabo la fermentación. Este es el proceso que tanto aficionados como profesionales han empleado durante siglos para producir uno de los caldos más arraigados en la provincia: el vino.
Amén de los avances tecnológicos y de la automatización, el paso de los años no ha conseguido terminar con la elaboración de vino casero, erigiéndose este como uno de los estandartes de la cultura vitivinícola y manteniendo vivo el recuerdo de las rutinas que otrora se realizaban en bodegas y lagares.
Santillana de Campos será este sábado un punto de referencia para productores no profesionales gracias al II Concurso de Vinos Cosecheros Dessobriga, que dará cita a una veintena de elaboradores de las zonas del ramal norte del Canal de Castilla, la Vía Aquitania o el Camino de Santiago.
Por segundo año, esta cita pondrá en valor la cultura del vino en los entornos rurales al tiempo que dará un empaque profesional a los vecinos que, sin medios profesionales, dedican parte de su tiempo libre a producir sus propios caldos. «El protagonista es el productor de casa, el que no tiene medios enológicos, pero que, a partir de su gusto por el vino, lo elabora», explica el organizador del concurso, el enólogo Francisco Martín, quien concreta al mismo tiempo que una de las bases es que solo pueden participar vinos que no sean comerciales.
«Estos caldos son naturales, con características emotivas. El propio elaborador se siente importante porque hay gente que valora su vino», resalta. No es para menos, ya que el evento contará con una cata profesional en la que participará José Peñín, decano del periodismo vitivinícola y fundador de la Guía Peñín.
Antes de la cata, habrá una exposición en la que los presentes podrán probar los vinos y conocer los entresijos de su elaboración. «Para los elaboradores, esto es un contacto directo con otras personas que también preparan vino, por lo que pueden intercambiar ideas», alaba Martín.