La Salle, el ciclismo y las Olimpiadas de Barcelona

Carlos H. Sanz
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El nacimiento del deporte moderno en la provincia fue importado por el colegio desde Madrid, aunque en la provincia ya germinaban distintos clubes ciclistas. Cambios a los que contribuyó el movimiento obrero

La Salle, el ciclismo y las Olimpiadas de Barcelona

El deporte moderno, el que entiende la práctica deportiva como parte del ocio y disfrute del tiempo libre de la ciudadanía, germinó en Castilla y, por lo tanto, en Palencia, a finales del siglo XIX con unas características propias que han sido estudiadas por Iker Ibarrondo-Merino, doctor en Ciencias de la Actividad Física y del Deporte. En la década de 1890, al calor del proceso de industrialización, se comienzan a dar unos criterios de desarrollo deportivo diferenciales y prototípicos en Castilla que tienen como centro neurálgico a Madrid, desde donde emana al resto de provincias castellanas o colindantes, entre ellas, la palentina.

«Este eje de desarrollo interior-exterior es prototípico de Castilla, porque en el resto de los territorios del Estado se hace desde la costa hacia el interior», explica Iker Ibarrondo-Merino, que incide en que hasta entonces no se puede hablar de deporte moderno, tal y como se entiende ahora. «Su llegada se debe al proceso industrializador, en el que la práctica deportiva empieza a entenderse como parte de las actividades de ocio y disfrute del tiempo libre que poco a poco van ganando las distintas clases sociales», aclara.

¿Quién trae el deporte moderno a Palencia? En la investigación llevada a cabo por Ibarrondo-Merino y que ha recogido en su libro Memorias del deporte obrero castellano. Castilla ante la Olimpiada Popular antifascista de Barcelona en 1936. Cantabria, Castilla y León, Castilla La Mancha, la Rioja y Madrid, publicado por la Universidad de Salamanca, diferencia varios actores.

La Salle, el ciclismo y las Olimpiadas de BarcelonaLa Salle, el ciclismo y las Olimpiadas de Barcelona«En Palencia se han encontrado pruebas de la participación del colegio La Salle, vinculado a la religión, en la potenciación del fútbol, por ejemplo. Es una peculiaridad interesante porque es este centro educativo el que establece las pautas primarias para que el fútbol se vaya entendiendo como lo que es hoy», explica este investigador.

Ibarrondo-Merino habla también de que en 1886 ya existía en Palencia algún germen de lo que hoy son los clubes de ciclismo. «Y la tercera vía es la de jóvenes de raíz progresista que estudian en Madrid y vuelven a su provincia», añade. 

En su estudio, Ibarrondo-Merino ha concluido que tanto Palencia como el resto de provincias del entorno de Madrid existe una participación de sujetos políticos diferenciada y diferente del resto del Estado.

La Salle, el ciclismo y las Olimpiadas de BarcelonaLa Salle, el ciclismo y las Olimpiadas de Barcelona«Este primer deporte moderno toma forma de prácticas deportivas que vienen de los colegios británicos, centros de origen anglosajón gracias a los que se empieza a practicar el ciclismo, sobre todo, aunque de una forma que no tiene que ver con el actual, sino que es muy primaria, casi experimental». 

«Después, es el fútbol el que genera una socialización del deporte, también con unos comienzos rudimentarios que posteriormente se van articulando en estructuras y federaciones, y que terminan por dar lugar a un marco reglamentario de índole deportiva», añade.

DEPORTE OBRERO. Esta primera fase más rudimentaria del deporte moderno avanza durante las primeras décadas del siglo XX gracias a la reglamentación de la práctica deportiva y, más tarde, a su socialización. Un modelo calado por lo ideológico, que bebe del contexto social, político y económico, y que a la par propició un modelo deportivo de carácter obrero que tuvo su culmen en la nonata Olimpiada Popular antifascista de Barcelona en 1936 frente a los Juego Olímpicos de Berlín.

Cuando en 1931 se elige a la ciudad de Berlín para albergar las Olimpiadas, surge un boicot encabezado por Estados Unidos. «Este movimiento reverbera en Europa, sobre todo en París, donde se celebra la Conferencia Antifascista Internacional, en la que participan países de diversos continentes que dan soporte a una contraolimpida para tener unos juegos que sigan defendiendo los valores del olimpismo en su origen, que son el respeto entre las razas, pueblo y culturas», comenta el investigador.

España no apostó por los juegos de Berlín y convocó la Olimpiada Popular en Barcelona. «Tenía unos rasgos prototípicos, ya que no había una única participación por Estado, sino que podían participar a nivel provincial, regional e internacional. Además, a las mujeres no se les exigía una marca determinada sino que se favorecía su participación», relata Ibarrondo-Merino.

«El deporte, como fenómeno social que es, no puede ser otra cosa que no sea político», asegura Iker Ibarrondo-Merino, que resalta el peso con el que emerge en Castilla ese modelo de deporte obrero. 

«Tiene una serie de connotaciones propias, ya que entiende el deporte como una herramienta de transformación social, castellanista y feminista; y alcanza tal consideración que se gesta todo un movimiento de soporte en Castilla para enviar una delegación a esas olimpiadas».

OLIMPIADAS DE BARCELONA. Este investigador está convencido de que «con total seguridad» hubo deportistas palentinos llamados a participar en esa Olimpiada de Barcelona. «Sin embargo, es muy difícil saber quiénes fueron porque la mayoría de los documentos fueron quemados o borrados, y, en otras ocasiones, solo consta un nombre o un seudónimo. Al ser atletas populares, es muy difícil identificarlos, pero con total seguridad iban a acudir atletas palentinos a la olimpiada popular de Barcelona de 1936», recalca.

Ibarrondo-Merino sí tiene documentado que los atletas que iban a ser seleccionados de Palencia y Burgos iban a competir con los de Santander. «Era la forma más eficiente de gestionarse, tal y como pone por escrito la Federación Atlética Montañesa, donde llama a la unión de los castellanos del mar y de la meseta. Luego, había otro grupo, de centro, que agruparía la mayoría de provincias castellanas y que lo que hacen es trabajar en la misma línea, seleccionar a un grupo que represente a Castilla y a sus provincias», detalla. 

«Esa Olimpiada -resume este investigador- sitúa a Castilla como un sujeto político para dar solución a sus problemas y poder participar». Sin embargo, nunca llegó a celebrarse, ya que fue suspendida ante el estallido de la Guerra Civil el día anterior a su inauguración.

Iker Ibarrondo-Merino, que ha recogido todas estas vicisitudes en Memorias del deporte obrero castellano, opina que en el deporte contemporáneo aún quedan valores de aquel movimiento primigenio. «En Palencia, por ejemplo, existe un club popular como es el Unión Popular Palencia que bebe sus fuentes en aquel modelo deportivo gracias a una continuación casi oral», explica.

«Quedan los valores, que es entender el deporte no como un mero mercantilismo sino como un espacio en el que generar vínculos de respeto, igualdad y promoción de la paz», concluye.