Emprender una actividad empresarial, como la de abrir un salón de peluquería con solo 27 años, puede ser una quimera, salvo que el empeño venga de mucho tiempo atrás. Así lo señala Álvaro Villalba, que hace tres meses inauguró su negocio en la capital. «Intenté primero formarme y vivir en Madrid al existir más oferta laboral, pero no salió bien la cosa por el tema de pisos, con precios de alquileres imposibles, y volví a Palencia. La casualidad hizo que fuera a cortarme el pelo a una peluquería donde había ido ya otra vez y, sabiendo la dueña que quería estudiar para ejercer el oficio, decidió darme la oportunidad de poder trabajar y aprender», recuerda.
Casi ocho años después del retorno, el anhelado sueño de establacerse por cuenta propia se cumplió. «Después de acumular experiencia y formarme en peluquería decidí apostar por la ciudad en la que me he criado y en la que vivo. Mi familia me ayudó en algo pero establecerme por cuenta propia ha supuesto mucho trabajo y esfuerzo personal. El estudio está hecho a mano con apoyo puntual de mi padre, pero yo metí muchas horas aquí, haciendo absolutamente de todo en el tema de reforma», explica.
La vocación puso el resto para que Álvaro fuera un rara avis entre los jóvenes que deciden ser autónomos. «Me gusta mucho lo que hago y vengo aquí con ganas y sin horario. Lo primero es fidelizar una clientela, en mi caso y de momento solo femenina, para poder trabajar a gusto durante todo el año y aportar cosas nuevas, en mi caso con el color y tendencias nuevas que aquí no hay. Sobre todo me baso en el trato personal, ya que me gusta estar solo con un cliente en la medida de lo posible y dedicarle a él todo el tiempo del servicio; no estar a ocho cabezas y en el fondo no estar a casi ninguna», asevera.
El profesional indica que en peluquería siempre las madres suelen llevar a las hijas y, en su salón, está consiguiendo un poco lo contrario. «Me encanta pues esa juventud es la que atrae al público un poquito más mayor, es decir a su madre o a su abuela. Vienen aquí, se animan a probar y normalmente suelen acabar viéndose más rejuvenecidas», arguye.
Pese a su corta experiencia con negocio propio, Álvaro Villalba no duda en animar a otros jóvenes a seguir su ejemplo. «Sin duda, hay que potenciar lo que tenemos porque si no apostamos los jóvenes por Palencia la ciudad se va a quedar en nada», concluye.