Denuncian la destrucción en Santibáñez de un campamento romano

Rubén Abad
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El yacimiento está protegido en las normas urbanísticas y tiene catalogación de BIC. Los expertos califican de «salvajada» esta actuación, que el Ayuntamiento peñiego y el Seprona han paralizado

Estado en el que se encuentra la finca. En la fotografía se observan las marcas del vehículo y profundas brozas.

«Destrucción total». Así se refirió ayer el arqueólogo Eduardo Peralta   al estado en el que ha quedado el campamento romano de Santibáñez de la Peña después de que un buldócer haya «arrasado» el terreno en el que se encuentra este yacimiento arqueológico con 2.050 años de antigüedad, considerado como «uno de los asedios más importantes y mejor conservados del mundo» de la época de las GuerrasCántabras y el de «mayor relevancia» en la Península Ibérica.

Peralta se refiere a lo sucedido en el entorno del castro cántabro de La Loma (la ciudad fortificada que atacaron los soldados desde el citado campamento, entre otros lugares) como una «salvajada», más aún al tratarse de un complejo que goza de la declaración como Bien de Interés Cultural (BIC) y está catalogado como suelo protegido desde 2011 en las Normas Urbanísticas del Ayuntamiento peñiego como «enclave arqueológico» en «suelo rústico de protección cultural».

La finca en cuestión es propiedad de la Junta Vecinal de Las Heras de la Peña, según confirmó ayer a este periódico el alcalde de Santibáñez, Manuel Maza. Este, a su vez, aseguró que la entidad local menor «actuó por su cuenta» y que «no ha realizado comunicación alguna» de esta actuación que se ha visto envuelta en la polémica.

Imagen de archivo de los Castella A y B, suelo protegido desde 2011 en las Normas Urbanísticas del Ayuntamiento.Imagen de archivo de los Castella A y B, suelo protegido desde 2011 en las Normas Urbanísticas del Ayuntamiento. - Foto: Eduardo Peralta

Al parecer, y según las explicaciones del primer edil a este periódico, todo parece indicar que la pedanía cedió el uso de la parcela para realizar una plantación de árboles al calor de un proyecto vinculado a la captación de CO2 a la atmósfera que lleva aparejados fondos de la Unión Europea.

«En cuanto tuvimos conocimiento de la actuación, la paralizamos de inmediato y dimos cuenta de la situación al Servicio de Protección de la Naturaleza (Seprona) de la Guardia Civil, que se encarga de la investigación para esclarecer los hechos», aclara Maza, visiblemente afectado por el «daño» que ha sufrido el campamento. «Con una simple carta esto se hubiera evitado porque hubiéramos advertido de las particularidades de este enclave», resume el primer edil de la localidad norteña.

CASTELLUM A

La zona en la que se ha intervenido corresponde al Castellum A, uno de los fortines o campamentos menores que darían apoyo al campamento principal (castra principalis), junto a la actual cantera. Según explican los investigadores, dispone de un recinto rectangular de algo menos de una hectárea, por lo que pudo albergar a entre 600 y 700 hombres. 

Según se recoge en la web divulgativa de La Loma (www.lalomasantibanez.wordpress.com), entre el armamento que ha proporcionado destacan un singular proyectil de catapulta incendiario y varias puntas de flechas incendiarias. Esto indica que fue ocupado por una unidad con catapultas de torsión y arqueros auxiliares cuyo objetivo fue incendiar las estructuras de madera de la muralla del oppidum cántabro y las techumbres de paja de las viviendas situadas a su alcance.

El otro fortín (Castellum B), que no se ha visto afectado, se asienta en una posición desde la que se domina visualmente todo el asedio (en la zona alta por la que pasa la línea de alta tensión). El área fortificada tiene en total unas tres hectáreas y media, por lo que pudo estar ocupada por unos 1.500 soldados del ejército romano. Este ha proporcionado diverso equipamiento militar, como una punta de gladius hispaniensis (la espada legionaria), tachuelas de hierro de las sandalias claveteadas, clavijas de tiendas de campaña y un as de Augusto acuñado en Calagurris (Calahorra) antes del inicio de las Guerras Cántabras.

MIEDO AL EXPOLIO

El temor para el Consistorio y los expertos es que proliferen ahora los furtivos a la caza de los posibles restos arqueológicos que hayan podido salir a la luz al realizarse las zanjas, de gran profundidad. Para evitarlo, la Guardia Civil reforzará la vigilancia en la finca, que se encuentra a muy pocos metros del casco urbano santibañés. Concretamente, en la zona conocida como las Curvas de la Hoz. Será el lunes cuando se desplace hasta la zona la arquitecta de la  Delegación Territorial de la Junta, al objeto de evaluar el alcance de los daños y decidir las actuaciones que se van a llevar a cabo y que derivarán, en un principio, en un proceso sancionador.

Y es que, según sostiene Peralta, «era la estructura campamental en la que salieron la mayoría de los proyectiles incendiarios de todo el conjunto arqueológico durante nuestras excavaciones». «Desgraciadamente, el campamento romano ha dejado de existir después de haber permanecido intacto desde el 26 o el 25 a.C», añade.

CONOCIDO POR «TODOS»

En lo que también coinciden Ayuntamiento de Santibáñez y expertos es en el conocimiento generalizado de los vecinos de la comarca de lo que allí había y de la importante del yacimiento. «Todos nos conocen. Incluso desde Las Heras podían ver cómo trabajamos allí arriba», insiste Eduardo Peralta.

Este hace referencia, además de a los propios trabajos que realizan de manera periódica sobre el terreno, a las campañas de divulgación, las conferencias y las jornadas de puertas abiertas. Es más, Diario Palentino publica cada verano los avances en los trabajos coincidiendo con cada una de las campañas de excavaciones arqueológicas. La última noticia se publicó el pasado 2 de agosto de 2024 y hacía referencia precisamente al hallazgo de nuevos campamentos romanos que cercaron el castro durante el asedio.