Meses después del final de la Primera Guerra Mundial y un poco antes de la inauguración oficial de la primera línea de Metro de Madrid venía al mundo el 10 de marzo de 1919 Victoria Gil en el pequeño pueblo leónes de Sotillo de Cea, muy próximo a Sahagún.
Era aún muy joven cuando abandonó su pueblo natal para instalarse en Saldaña, donde uno de sus hermanos había abierto recientemente una academia. Allí conoció al que sería su esposo, Miguel Herrero, con el que contrajo núpcias en 1946. Aquel fue el principio de una larga y bonita historia, hasta que su esposo falleció en 2001. Casi toda una vida junto al amor de su vida con el que tuvo dos hijas: María Vitoria y Alicia Herrero.
Bien rodeada de su familia, que incluye tres nietos y cinco biznietos, vivió sola hasta que el pasado 1 de febrero ingresó en la residencia geriátrica María de las Mercedes de Saldaña, donde se siente «muy a gusto», casi como en casa. «Está encantada de la vida. Está muy bien acompañada y se siente muy bien», admite su hija María Victoria.
Tal es su integración en el centro que allí se celebró el fin de semana una «extraordinaria» fiesta con motivo de su 105 cumpleaños, en la que Victoria estuvo arropada por su familia, la gerencia, parte del personal y sus compañeros.