Maximiana Santos Casas, natural de Villota del Páramo, entró el día 4 en el selecto club de las superabuelas, al cumplir 105 años. Un aniversario al que llegó con un excelente estado de salud, una memoria envidiable y unos valores personales que llaman la atención por su adaptación a los tiempos modernos.
Santos Casas nació en un ya lejano 1915, quedándose huérfana de madre desde muy niña, por lo que tuvo una infancia cargada de responsabilidades mas propias de gente adulta.
Ella sobrevivió a la mal llamada gripe española de hace más de un siglo, de la cual, a pesar de su reducida edad entonces, todavía conserva recuerdos de entierros nocturnos y otras medidas de alejamiento que nos recuerdan a la situación que conocemos un siglo después.
Su vida siempre se desarrolló en un típico ambiente rural castellano, por lo que ha conocido de primera mano el esfuerzo y sacrificio que suponen las labores propias de los trabajos de campo compaginadas con las tareas del hogar, donde tardaron mucho tiempo en llegar las comodidades. A las dificultades intrínsecas de la vida rural, se unieron eventos de la historia de especial dureza que no mermaron sus ganas de vivir y sacar adelante a su familia.
En la actualidad se encuentra en la residencia María de las Mercedes de Saldaña, donde organizaron una gran fiesta en su honor, pero hasta los 102 años vivió en Villota del Páramo haciendo muchas de las labores de casa ella misma, cuidando de su jardín repleto de flores con mucho mimo, y siempre amante de la lectura, aunque ahora la vista no la permite devorar libros como antes.
A pesar de su avanzada edad, las tecnologías la maravillan, pero no la meten miedo, y todavía hace sus pinitos con el teléfono móvil para conectarse con la familia. Obligados por las circunstancias de la crisis sanitaria del covonavirus, su familia celebró con ella su 105 cumpleaños de forma telemática, esperando tiempos mejores para una celebración como Maximiana Santos Casas se merece.