La obra de teatro Escupir al cielo es una comedia negra que llega al Teatro Principal esta tarde, a partir de las 20,30 horas. Está dirigida por Javier Esteban Lamarca y protagonizada por Carlos Tapia y Mercedes Asenjo, aunque no serán los únicos actores que participen en ella. Unirá, en una misma historia, el cine y el teatro y se desarrollará en una gasolinera un tanto peculiar.
El director de Escupir al cielo lleva desde los 22 años dedicándose a dirigir obras de teatro y más de 35 trabajando con los dos protagonistas de la representación que van a traer a Palencia.
¿Podría adelantar algo a los espectadores sobre cómo se va a desarrollar la obra?
Se trata de una comedia negra. Cuenta la historia de dos personajes que pertenecen a la zona más marginal de la sociedad y se conocen en una gasolinera perdida de una carretera secundaria. En ella, se encuentran con una circunstancia que les supera y se ven obligados a permanecer allí durante un tiempo indeterminado sin poder escapar. No son los dos únicos personajes ya que a medida que avanza la obra van apareciendo más, impidiendo que puedan abandonar el lugar.
Parece una historia más bien de suspense e, incluso, de miedo ¿cómo emplean el humor?
A través de los giros de lenguaje y de los personajes que aparecen provocan situaciones inverosímiles. Podemos decir que el toque humorístico surge como en una película de los hemanos Coen. Lo que en principio es cotidiano, termina volviéndose un poco kafkiano.
¿Tiene algún objetivo esta obra? ¿Álgún mensaje para el espectador?
Diría que no. Simplemente es una obra en la que no hay un mensaje específico. Está destinada a verse como una historia que tiene intriga, suspense y grandes dosis de humor.
No pretende dar lecciones morales sobre nada, es similar a cuando vas al cine porque te gusta la temática de una película. Sin embargo, puede ser que algún espectador se encuentre identificado con los personajes y saque sus propias enseñanzas, pero, en principio, la obra no tiene ningún caracter didáctico.
Al público que vaya al Teatro Principal lo único que les diría es que se dejen llevar por la situación y que entren al juego que proponemos, dentro y fuera del espacio. La mezcla de lenguajes entre el cine y el teatro hace que, lejos de hacerse batiburrillo, consigue que la historia se desarrolle de una forma más ágil. En definitiva, que simplemente se dejen llevar por la sorpresa.
Podemos decir que es un historia para cualquier tipo de espectador...
Sí, no hay perfil concreto de espectador. Cualquiera que se haya puesto alguna vez delante de un televisor a ver un telefilm va a poder disfrutar esta obra. No hace falta ser un cinéfilo, si eres capaz de disfrutar de una buena película, con tranquilidad, esta es tu obra de teatro.
¿Cómo se estructura la obra para contar toda la historia?
Mercedes Asenjo y Carlos Tapia son los actores que actúan en directo, pero también hay una parte dinematográfica en la que participan dos actores y dos actrices, interactuando con la parte teatral. En total aparecen 8 personajes en la obra.
¿Cómo es trabajar con Carlos Tapia y Mercedes Asenjo?
Nos conocemos perfectamente ya que llevamos trabajando juntos 35 años. No tenemos secretos.
Directamente, yo escribo las obras pensando en los personajes que ellos van a encarnar. Hay mucha complicidad, un lenguaje común y ya entendemos lo que cada uno espera del otro. Sería como vivir en pareja, pero en este caso refiriéndose a la relación entre la dirección e interpretación de las obras.
¿Por qué decidió dedicarse a la dirección y no a la actuación?
Hay que remontarse al año 1992, cuando acabo mis estudios de dirección e interpretación. Me juzgué a mí mismo como actor y vi que no era lo mio, reconociendo que lo que se me daba bien era dirigir.
Cuando estoy en el escenario estoy más pendiente de lo que tiene que ir ocurriendo, de las luces y de que cada uno esté en su lugar, por lo que entendí que mi camino más que de actor, en realidad, era de director.
Desde el año 1995 me dedico a escribir y dirigir. Una vez que te metes en este mundo ves que hay cientos de oficios.
Después de años dirigiendo, ¿cómo describiría su evolución?
Teniendo en cuenta que empecé con 22 años, diría que ha sido paralela al paso del tiempo. Vas encontrando madurez, cuál es tu lenguaje y muchas referencias, aunque no todas te llenan igual. Todo ello te lleva a encontrar tu propio estilo.
¿Cómo elige las obras que va a dirigir? ¿En qué se fija?
Cualquier obra que me esimule me sirve para poder dirigirla, pero siempre me guía tener una visión contemporánea aunque sea una representación clásica, incluso cuando escribo mis propias obras. Más allá de la situación histórica que se plantea en la obra, me gusta que tenga un punto de vista contemporáneo. Lo que me impulsa cuando dirijo es ver qué conexiones tiene con lo que nos rodea y con el tiempo que vivimos. También intento que esto, de alguna manera, le llegue al público.
¿Cómo valora la evolución del teatro y cómo ve su futuro?
El furturo siempre se ve a trancas y barrancas, pero esto desde siempre. Sobre todo desde la segunda mitad del siglo XX, con la irrupción audiovisual y hubo épocas en las que ir al teatro era casi elitista. A pesar de ello, lo que estoy viendo es que la gente echa de menos las cosas que ocurren en directo. Si hay una cosa en el que el teatro no es sustituible, es en eso. Ocurre algo similar con la música, porque la gente prefiere vivir un concierto en directo que en un disco. Seguramente, la música grabada suene mejor, pero el directo aporta experiencias y vivencias.
También creo que lo que puede aportar el teatro, bajo mi punto de vista, es llevar a las personas un poco más allá de la pantalla. Ese es el tránsito que tiene que seguir haciendo esta disciplina. La realidad es que en un principio ya lo era. En el teatro griego se planteaba como una experiencia vital.