La colza es un cultivo con cada más peso en Castilla y León. Salir al campo a dar un paseo es suficiente para comprobar cómo las tierras se han teñido de un vibrante color amarillo. A estas alturas del año, la planta ha superado ya su espectacular floración y el fruto, en forma de vaina, puede verse a siempre vista. Las perspectivas para esta campaña son optimistas gracias a las lluvias caídas en los últimos días y los agricultores confían en que sea una buena cosecha. De hecho, la colza está a punto de ser recogida.
«Las plantas superan el metro y medio de altura en muchas de las explotaciones y solo queda cruzar los dedos para que las últimas heladas de la temporada no estropeen todo el trabajo realizado», explica David Aguayo, que fue uno de los primeros agricultores palentinos en apostar por esta herbácea natural. «Se pensaba que la zona del Cerrato no era apta para este cultivo porque no se le creía capaz de sobrevivir a las bajas temperaturas del duro invierno palentino, pero se ha demostrado que se trata de un cultivo en alza y capaz de crecer en casi cualquier tierra, independientemente de su calidad».
En su caso, apostó por la colza atraído por sus múltiples ventajas pese a que todavía, a día de hoy, sigue estando «demonizada». Aunque han pasado más de 30 años desde el mayor envenenamiento de la historia de España, la colza arrastra todavía una mala y, sobre todo, injusta publicidad ya que la semilla no fue la culpable de aquella intoxicación. Aquel aceite contenía anilina, una sustancia tóxica y prohibida. Por eso, Aguayo lamenta que, aunque se demostró que el envenenamiento masivo de 1981 se focalizaba en botellas adulteradas, el daño ya estaba hecho y todavía en la actualidad se siguen pagando las consecuencias.
Confía en que algún día se termine con esa estigmatización y, poco a poco, la sociedad acabe desterrando la idea de que la colza es perjudicial y se convenza de que podría convertirse en la alternativa perfecta al aceite de girasol ahora que su precio se ha disparado. Sin embargo, y a diferencia de lo que ocurre en España, el aceite de colza es muy demandado en el resto de países europeos. Aunque es prácticamente imposible encontrar una botella de aceite de colza en los lineales de los supermercados españoles, lo cierto es que se utiliza a diario en la industria alimentaria y en países como Alemania, Francia, Canadá o Reino Unido su consumo es habitual por tratarse de un aceite barato, rico en Omega 3 y con efecto antiinflamatorio.
La colza es un cultivo que destaca por poseer un sistema radicular con una raíz larga y pivotante. Eso la convierte en una plantación idónea para conseguir una mejor rotación de los cultivos. «El hecho de que tenga una raíz tan profunda ayuda a abrir la tierra y la prepara para futuras siembras de trigo o cebada». Su ciclo vegetativo es largo y lo recomendable es sembrarla a lo largo del mes de septiembre. «Es un cultivo de secano y siempre se ha dicho que lo correcto es sembrarlo antes del puente del Pilar porque, si se pospone, se evidencia una merma en la producción. Sin embargo, hay veces que el tiempo te obliga a retrasarlo y no queda más remedio», asegura. «Cuanto antes nazca, más fuerte llega al invierno. Lo ideal es que alcance el estado de roseta -que tenga entre cuatro o cinco hojas- antes del frío. A partir de ahí, lo importante es vigilarlo para detectar posibles plagas. Si todo se hace correctamente, es un cultivo relativamente sencillo», reconoce.
Ese fue uno de los motivos que empujó a Luis Javier López, también agricultor palentino, a sembrar sus tierras de colza. «Es muy útil para poder llevar a cabo la rotación de los cultivos y no depender siempre del trigo o la cebada. Además, no existe ningún problema a la hora de venderlo. La demanda es muy alta y tanto las cooperativas como los distribuidores nos lo quitan de las manos», afirma. En su caso, se animó a probar hace tres años y no se arrepiente y menos teniendo en cuenta que las perspectivas de cara a esta próxima campaña son optimistas. «Han crecido muchísimo. Las plantas ya están hechas y la producción puede ser de récord, siempre y cuando no haya nada que la estropee», explica López refriéndose a las posibles e impredecibles inclemencias meteorológicas.
Sin embargo, es pronto para saber qué precio se pagará por el producto en el mercado y habrá que esperar todavía algunas semanas para conocerlo con exactitud. «Lo ideal sería que recibiéramos, como mínimo, alrededor de 400 euros por tonelada para que podamos hablar de una explotación rentable. Hay que tener en cuenta que la colza puede acarrear incluso más costes que los cereales, en gran parte, debido al uso de fertilizantes», puntualizó este agricultor palentino. Cabe recordar que en abril del año pasado, la colza alcanzó máximos históricos llegándose a pagar hasta 1.081 euros por tonelada.
Según el último censo agrario elaborado por el Instituto Nacional de Estadística (INE), Castilla y León contaba en el año 2020 con 47.950 hectáreas de superficie de colza. La mayoría, en la provincia de Valladolid (9.100 hectáreas). En cuanto a la producción, la Comunidad pasó de 88.000 toneladas de este cultivo en 2020 a las 108.000 en 2021. Cifras que, tal y como confirman desde las organizaciones agrarias, han continuado en crecimiento hasta convertirse en una de las opciones preferidas por los agricultores. Así ha quedado patente en lugares como Palencia que ha pasado de ser una de las provincias con menos superficie de colza sembrada a ser una de las que ha registrado mayor crecimiento en los últimos cuatro años.