Tres vidas arrancadas de los cielos de Palencia

Alberto Abascal
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Un militar resultó ileso tras estrellarse su avión en Grijota el 20 de octubre de 1967 · Dos hombres murieron en Cervera el 28 de octubre de 2007 al precipitarse su avioneta, mientras que una joven de 20 años falleció y su instructor resultó herido

Tres vidas arrancadas de los cielos de Palencia - Foto: SARA MUNIOSGUREN DP

En menos de una semana, Estados Unidos ha sido escenario de dos accidentes aéreos fatales, subrayando una vez más los peligros que conlleva la aviación. El primer suceso, ocurrido el pasado miércoles, involucró a un avión de pasajeros de American Airlines y un helicóptero del Ejército, con un trágico saldo de 67 víctimas mortales. Apenas dos días después, el viernes, un avión sanitario con seis ocupantes mexicanos se desplomó en Filadelfia, causando la muerte de todos los pasajeros y cobrándose una séptima víctima en la barriada donde impactó.

Palencia, a pesar de su tranquilidad, tampoco ha estado exenta de tragedias aéreas. Desde el fin de la Guerra Civil, la provincia ha registrado tres accidentes de envergadura que han dejado un saldo de tres muertos, un herido grave y un militar ileso.

Uno de los episodios más recordados tuvo lugar el 20 de octubre de 1967, cuando un reactor F-86 del Ejército del Aire, que volaba a 2.200 metros de altura cerca de la capital, sufrió un fallo mecánico. El piloto, el brigada Eduardo Represa Martín, de 27 años, logró activar su cabina lanzable y descender en paracaídas, sufriendo solo una leve mordedura en la lengua. Mientras tanto, el reactor sin control se estrelló en un alfalfar conocido como Orgatillas, en Grijota, esparciendo piezas de la aeronave en un radio de quinientos metros.

Tres vidas arrancadas de los cielos de PalenciaTres vidas arrancadas de los cielos de Palencia - Foto: SARA MUNIOSGUREN DPEl incidente movilizó a la Guardia Civil y a las autoridades militares. Un helicóptero de salvamento del Ejército del Aire llegó desde Getafe para recoger al juez instructor del caso. Finalmente, los restos del avión fueron trasladados a un depósito militar, cerrando un episodio que, por fortuna, no se cobró vidas.

Más reciente es el accidente del 18 de septiembre de 2024, en el que una avioneta de instrucción que había despegado del aeropuerto de Burgos se estrelló en Abia de las Torres, próxima a Osorno La Mayor. La aeronave transportaba a una joven alemana Stella Wonschik, de 20 años, y a su instructor, un hombre bangladés, Ashif Forhad, de 30 años. Mientras que ella perdió la vida, él resultó gravemente herido.

El accidente movilizó a los servicios de emergencias. La voz de alarma fue dada por el aeropuerto de Burgos al detectar una baliza anómala en el sistema del Servicio de Búsqueda y Salvamento Aéreo (SAR) del Ejército del Aire. El helicóptero de rescate de la Junta de Castilla y León, junto con dotaciones de la Guardia Civil y los Bomberos de la Diputación de Palencia, se desplazaron al lugar. A pesar de los esfuerzos, no se pudo salvar la vida de la joven, mientras que su instructor fue trasladado en helicóptero al hospital de Burgos.

El último accidente aéreo de envergadura en la provincia antes del de 2024 se remonta al 28 de octubre de 2007. En aquella ocasión, dos personas fallecieron al estrellarse su avioneta en Cervera de Pisuerga. Los pilotos, Miguel Ángel G.D. y Alfredo A.M., de 42 y 59 años, respectivamente, habían partido desde el aeródromo de Casarrubios del Monte en Toledo.

El siniestro tuvo lugar en una antigua pista de extinción de incendios cercana al Parador cerverano. Testigos relataron que la avioneta, un modelo Vans-RV4, entró en pérdida tras despegar, giró sobre sí misma y se precipitó contra el suelo. A pesar de que el impacto no provocó un incendio, ambos ocupantes quedaron atrapados en la cabina y fallecieron antes de recibir asistencia.

Estos casos ponen de manifiesto que, aunque los avances tecnológicos han incrementado la seguridad aérea, los accidentes siguen siendo una realidad. Tanto en Estados Unidos como en Palencia, cada suceso deja una marca imborrable en la memoria de los testigos y de las familias de las víctimas. La aviación, con todo su desarrollo, sigue dependiendo en gran medida de factores humanos y mecánicos, haciendo que cada vuelo sea, en esencia, un acto de confianza en la pericia de los pilotos y en la fiabilidad de la máquina. A medida que la tecnología avance, se espera que el riesgo de accidentes aéreos disminuya. Sin embargo, la historia demuestra que siempre existirá la posibilidad de fallos imprevistos, recordándonos que la seguridad aérea es un desafío constante que requiere atención y mejoras continuas.