Los ojos de Óscar de la Fuente (Medina del Campo, 1976) se iluminan de una forma muy especial al hablar de su oficio. Mucho ha llovido desde su paso por la Escuela de Arte Dramático en Valladolid, que le abrió el camino en 2003 a una amplia trayectoria teatral y en televisión, que largometraje a largometraje está encontrando una sobresaliente extensión en el cine. Tras algunos pequeños papeles en películas como 'El reino', de Sorogoyen, en los Goya de 2022 recibió su primera nominación como mejor actor revelación por su labor en 'El buen patrón', de Fernando León de Aranoa, que cosechó el mayor volumen de candidaturas de la historia de los galardones, con veinte en total. Él no conquistó entonces la estatuilla, pero sus compañeros de profesión le brindan ahora una nueva oportunidad, esta vez como mejor actor de reparto, con una nueva nominación para la gala del próximo sábado, 8 de febrero, en Granada, esta vez por su rol como Vicente en la conmovedora adaptación que Álex Vicente ha realizado de 'La casa', la novela gráfica homónima de Paco Roca.
¿Cuándo empezó a soñar que quería ser actor? ¿Qué le llevó por ese camino?
Una casualidad. Yo tenía un amigo en Medina, Luis Carlos Salcedo, que formaba parte del grupo de teatro Tierra. Él me invitó a ver un día uno de los encuentros que mantenían los sábados, y cuando fui él no apareció pero recuerdo llegar a esa sesión de trabajo y sentir que había encontrado mi lugar, el sitio en el cual me sentía yo. Fue casualidad. Nunca lo había imaginado antes, ni lo premedité. Éramos unos chavales que nos juntábamos allí, en el pueblo, para hacer obras de teatro.
¿Fue como un destello, como ver que ahí encajaban las cosas?
Sí,. Sentí algo así como 'Aquí me siento bien, creo que esto se me da bien'. Era un momento en el cual yo estaba buscando mi camino. Venía de estudiar Turismo, me iba a poner a estudiar Magisterio porque mi madre era profesora... Sabía que me atraían cosas de cara al público, abierto hacia la gente, pero no sabía muy bien qué quería hacer con mi vida.
¿Y qué queda hoy de aquel alumno que, después, se formó en la Escuela de Arte Dramático en Valladolid?
Ahora, cuando puedo, me gusta impartir clases, y siempre recuerdo a mis profesores de la Escuela, sobre todo a Nina Reglero, con quien también trabajé en Rayuela, su compañía. Ella me enseñó un montón de cosas a las que todavía recurro cuando doy clases.
Como la propia Nina, intentar dedicarse a esto es una apuesta a doble o nada. ¿Es muy difícil intentar vivir de la actuación partiendo de Valladolid?
Sí, lo que pasa es que en un principio ni siquiera te lo planteas. Cuando eres joven y estás en la Escuela, en ningún momento te planteas que no vayas a vivir de ello. Esto lo ves a posteriori, mucho después… En mi caso ha sido hace bien poco, cuando me he dado cuenta de lo realmente complicado que es. En tu juventud no ves impedimentos por ningún lado, no tienes nada que te ancle, ninguna familia, estás solo y puedes viajar por el mundo, puedes cambiar de ciudad y de casa y no pasa nada. A medida que pasa el tiempo y vas teniendo responsabilidades es cuando te vas dando cuenta de que no es tan fácil, sobre todo el teatro.
¿Cómo entiende su oficio: como un refugio, como una forma de vida...?
A veces como un trabajo, pero en la mayoría de ocasiones como una forma de vida y de estar en el mundo. La actuación te brinda la posibilidad de contar, de comunicar o incluso de reivindicar.
En 2022 recibió su primera nominación a los Goya con 'El buen patrón' como "una caricia". ¿Cómo ha recibido ahora esta segunda?
Si aquello fue una caricia, esto ha sido como una calma. Como decir: 'Vamos bien'. Sobre todo, porque refleja que en la profesión tienes un lugar. Me siento parte de esta profesión, me siento parte de esta industria, de estar aquí conmigo y con mi hacer, porque yo lo que quiero es comunicar y que la gente disfrute con lo que he venido a hacer aquí, a este mundo.
Desde entonces solo ha participado en tres largometrajes más, 'Los renacidos' (de Santiago Esteves) en Argentina, 'El 47' (favorita este año en los Goya con 14 nominaciones) y 'La casa'. ¿Cómo es su relación con el cine?
No lo sé. En realidad, prácticamente no tengo la oportunidad de decir que no a ningún proyecto. A mí me gusta mucho el cine. Me gustaría hacer más cine del que hago, porque hago muy poco, pero me gusta mucho cómo se trabaja. Por suerte, he participado en proyectos de cine que han sido muy chulos, superbonitos, que encima han llegado y han disfrutado de una visibilidad muy amplia. Me siento un afortunado y un suertudo.
Repasando la lista de largometrajes en los que ha participado, es curioso comprobar que son películas que han llegado al corazón del público, con historias que han calado en los espectadores.
Yo creo mucho en el universo y en las energías. Cada vez más. Creo que cuanto más amor das, mejor estás, como decía Kase.O, y que cuanto más trabajo das con amor, más trabajo con amor recibes. Creo en eso. Creo que primero hay que ir a un set de rodaje con tranquilidad, a dar lo mejor de uno sin pensar que es algo arduo, sino todo lo contrario; es un lugar en el que te sientes un privilegiado de estar ahí trabajando. Me siento agradecido de poder llegar al set de rodaje a trabajar. Por eso creo que los proyectos que me llegan son de esta manera y quiero pensar que va a seguir siendo así.
¿Qué le atrapó de la historia tan conmovedora que narra Paco Roca en 'La casa'?
Primero, cuando recibí el guion lo tuve que leer de tres veces porque no paraba de llorar. Me tocó a un nivel muy profundo. Mientras iba leyendo cosas, veía ahí a mi familia, porque nosotros también somos tres hermanos (aunque yo en realidad soy el mediano), y tengo un papá que se murió, y tenemos una finca que está ahí, que estamos intentando vender... Incluso hay detalles que salen en el cómic de Paco Roca que Álex (Montoya, el director) ha llevado a la pantalla, como cuando yo estoy buscando cosas en el desván de la casa con María Romanillos, que hace de mi hija, y encuentro el Imperio Cobra, y resulta que mi padre también tenía ese juego guardado en la caseta de nuestra finca... Yo iba leyendo y me sentía súper identificado con todo. Para mí ha sido un viaje interior y de encontrarme con unos compañeros y compañeras como David Verdaguer, Lorena López, Jordi Aguilar, Luis Callejo, María… Todos, hacer una familia y a la vez también drenar mis propios recuerdos y rendir homenaje a mi familia.
¿Qué le pidió Álex Montoya para dar vida a Vicente?
Antes del rodaje quedamos unos días para leer el guion entre todos los actores y conocernos un poco, pero Álex no me pidió nada muy concreto. Yo creo que él es muy inteligente y hace un casting previo en su cabeza, de forma que cuando te elige para un personaje, ya sabe lo que le puedes ofrecer.
¿Cómo encontró el tono y el alma de su personaje, el hermano mayor?
Lo bueno del rodaje fue que, como repetíamos muchas veces las tomas, nos daba tiempo a ir interiorizando el texto y ir haciéndolo nuestro. Con tanta repetición al final dejas de pensar en el texto y en la secuencia, y pasas a estar en ti mismo, en el aquí y en el ahora.
Este año opta al Goya como mejor actor de reparto, frente a pesos pesados como Luis Tosar (que tiene tres Goyas de 11 nominaciones), Antonio de la Torre (dos Goyas y 15 nominaciones), Enric Auquer (un Goya y tres nominaciones), y su compañero en 'El 47', Salva Reina. ¿Qué siente al verse ahí, con esos compañeros de viaje?
Me siento muy cómodo, la verdad. Menos a Enric, los conozco a todos y me siento muy a gusto. Nunca he percibido algo así como competencia, sino un camino juntos, al lado de unos compañeros a los que nos han votado para estar ahí, como podrían haber estado otros.
¿Qué proyectos tiene entre manos ahora?
Ahora estoy inmerso en una serie para Movistar Plus+ que se llama 'El centro' y que la dirige David Ulloa, y por delante tengo la tercera temporada de 'La novia gitana' y dos proyectos que todavía es demasiado pronto para anunciarlos.