La torre de refrigeración de la central térmica de Velilla del Río Carrión ya ha firmado su sentencia de muerte. Será el próximo 28 de octubre, a las 16 horas, cuando está gigantesca estructura que supera los cien metros de altura será demolida dentro del proceso de desmantelamiento de la planta termoeléctrica que inició Iberdrola tras el anuncio de cierre, en noviembre de 2017, y la posterior desconexión de la red del complejo fabril, en la medianoche del 30 de junio de 2020.
Según ha podido saber Diario Palentino de diversas fuentes de la empresa vasca, el método elegido será una «voladura controlada con explosivos». Estas mismas fuentes han confirmado a este periódico que ya están avisadas todas las autoridades de la comarca para que puedan asistir en directo a este «hito histórico» dentro de los oportunos parámetros de seguridad establecidos para tal fin.
Si bien no ha habido una comunicación oficial a los vecinos del municipio montañés, estos eran conscientes de que el derribo de la torre de refrigeración iba a llegar más pronto que tarde. Y es que desde hace varios días se ha podido observar en su base a un grupo de operarios barrenando la estructura, es decir, abriendo los orificios por los que, posteriormente, se introducirán los explosivos. Asimismo, serán desalojados temporalmente de manera preventivo para evitar incidentes aquellos vecinos de las viviendas más cercanas a la torre de refrigeración. Es decir, parte del barrio Las Cortes: calles Las Cortes, El Ribero y Los Álamos.
Del mismo modo, el decano de la prensa palentina pudo confirmar ayer que la del día 28 no será la única demolición prevista para las próximas semanas en la térmica velillense. Tres días antes, el 25, se derribarán los silos de ceniza y escoria, aunque en este caso será a puerta cerrada, pues la voladura no podrá percibirse desde el exterior de las instalaciones.
DESDE 1984
La multinacional energética pone fin así a esta espectacular e inconfundible mole de hormigón, que entró en funcionamiento en 1984 como parte del Grupo II en lo que supuso la primera (y la única, salvo mejoras independientes como la planta desulfuradora) gran ampliación de la planta velillense, inaugurada en el año 1964.
Según los datos recabados por DP de antiguos trabajadores de la central velillense, y según reza el proyecto de su construcción, la torre de refrigeración, de tipo hiperbólica, consta de 101 metros de altura. Tiene un diámetro que oscila entre los 52,6 en la parte superior y 72,1 en la base, y la fosa mide 2,2 de profundidad. El agua que por allí circulaba ronda los 37,3 grados centígrados y la humedad relativa se situaba, a pleno rendimiento, en el 77 por ciento.
Los trabajos de desmantelamiento continúan a buen ritmo, dentro de lo previsto por Iberdrola y en consonancia con su filosofía de desarbonización. Así, cuando finalice el proceso, quedará solo el recuerdo de lo que en otros tiempos fue un amplio complejo industrial por el que han pasado miles de operarios a largo de sus más de medio siglo de historia.
POBLADO
Mientras el desmantelamiento continúa su curso -otro momento clave será el derribo de la gran chimenea del Grupo II y su hermana pequeña del Grupo I-, nada ha transcendido sobre los planes de futuro de Iberdrola para el poblado contiguo, en el que residían sus trabajadores.
Cabe destacar que la multinacional y el Ayuntamiento han mantenido una serie de reuniones a fin de buscar alternativas para este asentamiento ubicado a medio camino entre Velilla y el vecino Guardo. La que más fuerza cobra, por el momento, es su reconversión en ciudad de las tercera edad, a propuesta del Consistorio que preside Belinda Mencía. Mientras tanto, varios trabajadores de Iberdrola mantienen allí su domicilio, incluidos algunos de las centrales hidroeléctricas.