(Nota previa: al columnista no le importa en absoluto hacerse notar como muy partidario de Kamala Harris y rezador por el triunfo de su candidatura en las elecciones norteamericanas del 5 de noviembre. Que los dioses nos amparen si la abominable causa de Donald Trump vuelve a instalarse en la presidencia de los Estados Unidos).
El gran José Luís Sampedro construyó un bello relato inspirado en la indolente sonrisa de los etruscos, que gozaban incluso con sus propias desgracias. En este caso la sonrisa de la aspirante a la Casa Blanca, Kamala Harris, es etrusca por cuenta de Donald Trump, porque se reía sobre la tumba televisada del bocazas que anuncia "un baño de sangre" si no es él quien gana las elecciones.
Eso, entre otras cosas, le llevó a morder el polvo ante decenas de millones de norteamericanos repartidos en dos hemisferios demoscópicos prácticamente iguales. Por si había dudas, el pronunciamiento de la cantante Taylor Swift a favor de Harris puede pesar más en la facturación electoral de la candidata demócrata que el propio desempeño de esta en el debate presidencial ante las cámaras de ABC News.
Al menos en la imagen, la demócrata ganó por goleada. El republicano lució con gesto enfurruñado y rostro amarillento, como recién salido de la tumba. Ella nunca se apeó de la imbatible sonrisa de la autosuficiencia. Su carga irónica descolocó continuamente al adversario, incapaz de quitarse de encima el sambenito de "amigo fiscal de los ricos", "mentiroso" y "racista" que Kamala supo colgarle durante el debate.
Pero las pedradas eran de ida y vuelta, porque Trump, a mi juicio con escaso éxito, la acusó de "marxista", "radical" y "abortista". Además, le atribuyó sin fundamento el planificado propósito de abrir las fronteras a enfermos mentales, terroristas y criminales de importación, "que están destruyendo el tejido de nuestro país", dijo el insensato.
Lo cual no impidió que, en la parte propositiva de su discurso ("Yo tengo planes, usted solo tiene insultos") orientado al compromiso de arropar a las personas más vulnerables, Kamala apostase por la transversalidad con seráficas apelaciones a "lo que nos une, que es más de lo que nos separa". Está clara la intención electoralista del mensaje, pero lo que separa a los candidatos es tan grave que cualquier intento de acercarse en "lo que nos une" estaría condenado al fracaso.
Por decirlo en pocas palabras, me parece que el horizonte judicial de Trump borra el político. Su destino natural está en los tribunales que han de juzgarle por distintos delitos, entre los que se encuentra su comportamiento sedicioso del 6 de enero de 2021 (Asalto al Capitolio) que, según él, fue "pacífico" y "patriótico", en contra de las evidencias de golpismo puro y duro.