"Si te impregnas de lo social acabas siendo una activista"

J. Benito Iglesias
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Responde a la idea de que formarse es clave, sobre todo si se ayuda a las personas en riesgo de vulnerabilidad. En el trabajo social ha dejado y sigue dejando su impronta y, con el voluntariado, trata de mejorar la calidad de vida de quien lo precisa

"Si te impregnas de lo social acabas siendo una activista" - Foto: Óscar Navarro

Vino al mundo un 22 de diciembre en la capital en lo que actualmente es el parque Isla Dos Aguas -en las inmediaciones del estanque de patos, residiendo muchos años en una casa de campo- y con esa fecha natal tan vinculada al Sorteo de Lotería de Navidad señala con una amplia sonrisa que todos los años «le cae el premio de seguir viva». Inquieta y con un marcado espíritu solidario, contagia optimismo, algo que, a tenor de todo lo aquí contado, figura en su ADN desde sus primeros años de vida. 

María José Salvador Pedraza solo tiene recuerdos buenos de la infancia al otro lado del río Carrión en la vivienda unifamiliar de sus padres, Manuel y Sergia, él un industrial empresario de carrocerías, y ella ama de casa. Junto a los  progenitores, convivió con otros dos hermanos más, Juan y Joaquín, este último fallecido hace varios años. «Mi infancia transcurrió muy  feliz, siendo una niña  normal de la época que vivía en una amplia zona verde. Disfrutaba mucho porque a casa venían compañeras y amigos del colegio, primero del Divino Maestro y después del Santo Ángel. Jugábamos  muchas veces a las maestras, algo que nos encantaba, y a cosas típicas como la comba, el tocalé e, incluso, a las canicas. No teníamos barrio, ya que prácticamente eran todo chalés y casas con huertas, por lo que los grupos de amigos nos íbamos de unas a otras», detalla.

De la primera etapa estudiantil se queda con el curso de orientación universitaria (COU) y los años sucesivos que pasó en la Universidad de Valladolid (UVa), en la que, avatares del destino, luego fue profesora asociada en la Escuela de Trabajo Social durante  17 años. «Los dos primeros centros educativos eran los que mis padres eligieron cuando era niña y estuve muy contenta, aunque yo luego aposté siempre por todo lo que tiene que ver con la educación pública. Y así lo hice al llegar al Instituto Alonso Berruguete, que llevaba tres años en marcha cuando yo estudié COU. Fue un modelo nuevo, ya que anteriormente casi todos los estudios eran como preuniversitarios y ahí yo empecé a contar con unos objetivos profesionales. «Al tener buenas notas me habían orientado para que hiciera matemáticas exactas y allí me apuntaron mis padres, durando un año, porque siempre quise ser trabajadora social desde los 14 años, lo que entonces se llamada asistente social, y  consistía en una diplomatura de tres años. Prometí a mi familia que haría una carrera universitaria y estuve cursando en la UNED paralelamente los estudios de Derecho», desgrana.

"Si te impregnas de lo social acabas siendo una activista" - Foto: Óscar NavarroTal y como el devenir vital le tenía preparado, se casó joven a los 20 años y fue madre a los 21 de su única hija, Laura, compaginando esa faceta con su afán por formarse en distintos ámbitos. «Tener una hija me ayudó a asumir una responsabilidad y, pasado un tiempo, a medida que ella también iba estudiando lo hacía yo. Para Laura era un buen referente porque le encantaba ver a su madre entre apuntes y libros. La maternidad se puede compaginar y es una cuestión de entrenarse y contar con apoyos en el entorno. Tener familia es una oportunidad y una opción y, en ese tiempo, yo iba haciendo poco a poco todo hasta que terminé Trabajo Social. También cursé por libre Graduado Social en la escuela nocturna de Palencia, dependiente de la oficial de León, que estaba en el antiguo centro de FP  Virgen de la Calle», añade.

No tardó en llegar su incursión en lo laboral, tan pronto como pudo optar a una oposición cuando tenía 22 años. Sacó  una buena puntuación y eligió plaza en Palencia en primer lugar, para, a continuación, irse a Madrid a trabajar porque le ofrecieron esa posibilidad dos años. Luego, regresó a su ciudad natal cuando culminó el proceso de transferencias a la Junta de Castilla León en 1981. «Aunque mi oposición había sido para el Estado en el Servicio de Sanidad, quedé vinculada a la Administración autonómica a través de lo que es hoy la Gerencia de Servicios Sociales en distintos puestos, una vez que iba optando a los distintos concursos de méritos que surgieron. He trabajado un poco todos los temas, desde atención a la dependencia, a familia, drogodependencias, renta básica de ciudadanía y otras prestaciones. También llevé un tiempo las escuelas infantiles cuando dependían de Servicios Sociales», apunta.

Considera que quienes la conocen saben que siempre le ha gustado mucho disfrutar de la vida al margen de lo profesional, en muchas ocasiones haciendo voluntariado, algo que conoce desde adolescente a través de su pertenencia al movimiento Junior. «Me gusta viajar y antes lo hacíamos en familia a destinos culturales y de otro tipo e, incluso, por mis vínculos con el voluntariado, en distintas acciones programadas conocí varios países. Siempre me gustó bailar, estar con amigos y acudir a fiestas con amistades privadas. Creo que he vivido muy bien no solo a lo largo, sino a la ancho. En el tiempo libre, al margen de en la Administración autonómica en trabajo social, participé como voluntaria en Cáritas y, después, junto a un grupo de gente creamos la Asociación Eva Luna, que dio origen a la primera casa de acogida para mujeres víctimas de violencia de género, una de las pioneras en el país», indica.

ACOMPAÑAR A LA PERSONA. Como trabajadora social, María José Salvador resalta que la función primordial es la de acompañar a las personas en el proceso de mejorar su calidad de vida y cubrir sus necesidades básicas. «A esto ayudan las prestaciones que gestionamos, digamos el trabajo técnico, mientras el del profesional se centra en acompañar e intervenir con la persona, el grupo y la comunidad. Es muy gratificante porque realmente son las personas las que son dueñas y gestionan su proyecto de vida. Nosotros no estamos ahí como expertos sino simplemente como acompañantes para asesorar, orientar y, en su caso, gestionar los servicios y las prestaciones que se necesitan. En todo ello  existe  una preparación y una formación profesional previa de cara a abordar los temas con cierta inteligencia emocional», argumenta.

Si te impregnas de lo social acabas siendo una activista
"Si te impregnas de lo social acabas siendo una activista"
Al margen de la profesión, ahora forma parte de proyectos de acompañamiento, de comunidad y de cuidados de personas con carácter intergeneracional a través de la organización juntos@alojamiento colaborativo, entidad integrada en el Clúster de Cuidados Ciudad de Palencia «Lo hago pensando en ese proyecto de vida de seguir en mi casa y los entornos en los que me muevo, ya que creo que cuando estás impregnado de lo social acabas siendo una activista. Asimismo, desde hace 12 años formo parte como vicepresidenta del Comité de Ética de Confederación de Organizaciones para la Discapacidad Física, Orgánica y Funcional de Castilla y León (Cocemfe) y trabajamos mucho  temas que me han tocado de cerca. Por ejemplo, falleció un hermano mío con cáncer, enfermedad de la que yo he sido paciente hace siete años y, así, conocí el Intecum de la Junta, programa integrado de cuidados paliativos de Sacyl, con el que se da apoyo a los pacientes, no solo en hospital, sino también  en el domicilio. Igualmente, hemos hecho  una guía de orientaciones para el acompañamiento al buen morir, publicada en la página de Cocemfe, y trabajamos en un tema interesante para profesionales, familia y personas que tienen una discapacidad física, orgánica y funcional, relativo a los derechos sexuales en este área desde una reflexión ética», concreta.

COLEGIO PROFESIONAL. Su apuesta por el asociacionismo la vinculó desde su creación en 1981 al Colegio Oficial de Trabajo Social de Palencia, figurando siempre en las juntas de gobierno. «Formé parte de los equipos desde vocal a secretaria y ahí sigo hasta que termine el mandato actual. El trabajo social es una profesión que se ha denominado esencial y tocamos prácticamente en todos los ámbitos, desde los CEAS a centros de salud, Justicia, instituciones penitenciarias, tercer sector y  la educación. En cuanto al Consejo  Regional de Trabajo Social, su junta de gobierno se forma con un representante provincial y formé parte de él ocho años. Ahora se da mucha importancia a nuestra colaboración en las emergencias, aunque siempre hemos estado ahí, y a raíz de la Dana, queremos hacer una formación más profunda y estar  más preparados para dar un mejor servicio. También tenemos en el colegio un protocolo frente a agresiones y se está reivindicando a la administración  protocolos introducidos dentro de la prevención de riesgos laborales como, por ejemplo, en centros de infancia,  entre otros. Reivindicamos un profesional del trabajo social por cada 3.000 habitantes», afirma.

CINE, SENDERISMO Y BICICLETA. Ya jubilada y, al margen de su militancia en el voluntariado, a María José le apasiona el cine y fue responsable de la escuela de la ciudad hasta que cerró en 2007. «Dirigí tres cortometrajes, siempre de contenido social, poniendo el foco en los trastornos de la conducta alimentaria, la inmigración, la prostitución y, ahora, tengo vinculación con la Asociación de Amigos del Cine. También hago otras cosas y, a través del Consejo General de Trabajo Social, participo en una publicación titulada Una Mirada Ética a las Intervenciones con Víctimas de Violencia de Género. Llevo ya un tiempo como alumna de la Universidad de la Experiencia y tomo parte en algunos viajes que organiza, además de seguir viajando a destinos culturales y de naturaleza de Castilla y León. En las cercanías de la ciudad hago rutas de senderismo y disfruto mucho saliendo con la bicicleta de paseo», finaliza.