Ilia Galán

LA OTRA MIRADA

Ilia Galán

Poeta y filósofo


Gran histeria migratoria

02/02/2025

Estoy pagando en la caja, después de seleccionar unos alimentos, y cuando pregunto en inglés cuánto es, me responden en castellano. El cajero es mexicano, uno de los muchos que por aquí se ha instalado, en las frías tierras de Cambridge, en Nueva Inglaterra, entre montañas de nieve y carámbanos amenazantes de medio metro en algunos tejados. Ha visto mi pasaporte, donde pone en letras grandes: España. «Así nos entendemos mejor», añade, afectuoso. Invitado por la Universidad de Harvard, paso una temporada en las gélidas tierras que fueron la matriz de EEUU: Boston.
Por acá llegaron los puritanos y aquí estalló el conflicto con el Reino Unido que Washington condujo a la independencia. A diferencia de nuestra casta política, cuando terminó su mandato, se fue a su casa, trabajando en sus propiedades: ¡había rechazado la posibilidad de establecer una monarquía en la que él podría haber sido rey! Ahora, en cambio, aunque vivimos en imperfectas democracias y algo de división de poderes todavía existe, así como no pocas libertades, el presidente de Estados Unidos, Trump, con mayoría de votos, quiere gobernar casi como un rey absoluto, arrollando las instituciones que frenan su voluntad, bastante resolutiva. La situación no es fácil y la decadencia norteamericana se experimenta en muchos aspectos, no solo el económico. Decidió impedir la entrada de mexicanos en la frontera con ayuda del ejército. Ahora dice que usará la base de Guantánamo para encerrar a 30.000 inmigrantes irregulares, como antes a los prisioneros de la Guerra de Afganistán, aunque no hayan cometido otro crimen que entrar sin autorización. ¿Por qué? Masas enormes de mendigos sin hogar pululan sobre todo en los estados del sur, como California, Texas o Miami, y han ido aumentando debido al alto precio de la vivienda. Hay ya más de 770.000. De ellos, muchos inmigrantes, y quien no tiene de qué vivir se ve a veces obligado a delinquir para subsistir. La gran mayoría es inocente. Parece terrible que los encierren en campos de concentración, pero la alarma social es enorme y lo mismo sucede en Alemania, que cierra totalmente fronteras a la inmigración (el derecho de asilo hay que solicitarlo antes de entrar) después de que un solicitante de asilo, afgano, matara a un niño y un adulto con un cuchillo. Ahora acaban de asesinar en Suecia a un activista iraquí por quemar haber quemado un Corán.
Tales reacciones políticas se deben a excesos pasados, cuando recibían con los brazos abiertos a todos, sin mirar si metían en su casa a enemigos o amigos. En vez de organizar y seleccionar a quienes eran adecuados, todos entraron e incluso les regalaron la ciudadanía. No hubo buena gestión. Ahora quieren poner severísimo orden, demasiado tarde, y parecen olvidar que se trata de personas, como nosotros. Pero, ¿Acaso España organiza bien la inmigración?