Estos datos sobre nacimientos son la demostración matemática de las erróneas políticas públicas de subvencionar los nacimientos de niños, como viene haciendo la Diputación desde hace más de diez años, a la que se han ido sumando un gran número de municipios de la provincia. Como he dicho otras veces, este tipo de medidas son de suma cero: las parejas tienen los hijos que quieren tener según su planteamiento vital, sus situaciones laborales, sus posibilidades de conciliar su vida personal, familiar y laboral, los servicios públicos que tengan o no en la proximidad… y no porque les den 1.000 euros, una tarjeta monedero, como hace la Junta de Castilla y León, o les reduzcan su Declaración de la Renta en unas decenas de euros que se van a tener que gastar en desplazamientos en busca de pediatra, por ejemplo.
No estaremos lejos del año en que la Diputación subvencione, con muchos pocos, a todos los cada vez más escasos niños que nazcan en los 190 municipios rurales de la provincia. De momento, ya están cubriendo a más de dos tercios de los, cada vez menos, nacimientos de la provincia. Según los datos publicitados recientemente por la institución, en 2023 se dieron 270 ayudas a la natalidad para 393 nacimientos en los pueblos, es decir, al 68,7% de los nacimientos. Y así, parecido en ejercicios anteriores, ya que en 2021 se subvencionaron el 73% de los nacimientos. Además, se está subvencionando, y en cuantía mayor, a los municipios que, dentro de una tónica general del descenso de nacimientos, tienen más posibilidades presupuestarias de cofinanciar la ayuda de la Diputación y presentan más nacimientos (Grijota, Villalobón, Magaz de Pisuerga, Aguilar de Campoo, Villamuriel de Cerrato o Venta de Baños). Son estos municipios medianos los que se están aprovechando de las ayudas y no los pequeños que, en muchos casos, ni pueden cofinanciar la ayuda. Por otra parte, se podría hacer una extensa lista de municipios que llevan muchos años sin niños y que invierten los Planes Provinciales en parques infantiles, sin duda todo un ejemplo de mala gestión del presupuesto público.
Del mismo modo, produce sonrojo oír al presidente de la Junta de Castilla y León decir que sus políticas fiscales de apoyo a la natalidad están solucionando el problema porque los avances de los nueve primeros meses de este año dan un aumento de la natalidad sobre la de 2023, que fue el peor año de lo que llevamos de siglo. Desde que él es presidente (2019), la natalidad ha tenido un retroceso del 13%. En mi opinión, el repunte puede tener poco que ver con su tarjeta monedero para gastar en productos de bebés o en desgravaciones fiscales y mucho con el fuerte incremento de la inmigración exterior pospandemia. Mujeres inmigrantes que tienen los hijos más jóvenes y que, aunque esta brecha se está reduciendo, tienen mayor número de hijos por mujer (en 2023, en Castilla y León, el promedio de las españolas fue de 1,03 hijos por mujer y el de las extranjeras, de 1,31). Finalmente, hay que insistir en otro dato, que muestra cómo el mayor porcentaje de inmigración puede suponer una mejora en las cifras de natalidad: en Palencia, más del 14% de los nacimientos son de madre extranjera cuando su peso poblacional apenas supera el 6%. Son los niños inmigrantes quienes mantienen abiertos los colegios en los pueblos.