"La fe tiene que ser una propuesta, aunque sin imponer"

César Ceinos
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El sacerdote encabezó la delegación de la diócesis palentina compuesta por 140 jóvenes que participó en la JMJ celebrada en Lisboa. «La convocatoria fue un éxito a todos los niveles. Pensábamos que no iba a ser tan numerosa», asegura

"La fe tienen que ser una propuesta, aunque sin imponer" - Foto: Sara Muniosguren

El delegado diocesano de la pastoral con jóvenes, Pedro Brouilhet Fernández (Palencia, 1973), fue el principal responsable de la delegación provincial en la última edición de la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ), que se celebró en Lisboa. 140 palentinos de 16 a 35 años -«aunque el grueso del grupo, en torno a un centenar, estaba formado por personas de 16 a 18 años», apunta- viajaron a la capital lusa bajo el paraguas de la ConferenciaEpiscopal Española (CEE) entre el 31 de julio y el 6 de agosto. «Fue una experiencia positiva», admite el encargado en Palencia, que es sacerdote desde 1999 y, en la actualidad, consiliario de AcciónCatólica y párroco de SanAntonio y de Grijota.

¿Qué evaluación hace de la numerosa participación palentina en la JMJ?

Cuando participan 140 chavales, el balance es muy positivo. Nunca habían ido tantos palentinos a un encuentro de estas características. Esto ha permitido que gente diversa de la provincia se haya conocido y haya convivido. Creo que hubo muy buen ambiente durante toda la JMJ, de alegría, de encuentro y de fiesta, aunque también hubo tiempo de cansancio porque fue una semana muy fuerte a todos los niveles. También pienso que es bueno que los chavales hayan interactuado con personas de todos los continentes. Y más con la capacidad que tienen los jóvenes de hoy en día. Muchos sabían inglés y hablaban fenomenal con otros. 

Por otro lado, es enriquecedor que sepan que hay juventud cristiana en todo el mundo. El bloque fuerte era el europeo, principalmente por cuestiones de cercanía y de precio, pero llegaron grupos de otros continentes.

¿Cómo se llevó a cabo la selección de los jóvenes palentinos que viajaron a Lisboa?

En primer lugar, el animador de la pastoral con jóvenes de la diócesis, José Luis Pablos, visitó las parroquias y los colegios y explicó en qué consistía la JMJ. En segundo lugar, el boca a boca a través de los amigos. Cuando se apuntaba una persona lo hacía después su amigo. Y eso ha hecho que muchos chavales se inscribieran. Tampoco me olvido de las redes sociales, que en el mundo de los chavales es algo muy potente. Participaron personas de Palencia, Aguilar de Campoo, Carrión de los Condes, Villarramiel, Báscones de Ojeda, Cisneros y Grijota.

La convocatoria fue un éxito a todos los niveles. Cuando la anunciamos cogimos un microbús porque pensábamos que no iba a ser muy numerosa y hemos acabado con tres autocares grandes. Del lunes 31 de julio al viernes 4 de agosto dormimos en las aulas de una escuela de música, en Estoril. El sábado 5 pasamos la noche en el lugar de la vigilia y la eucaristía, en el parque do Tejo. Y el día 6 volvimos a Palencia.

La cifra choca con la que se registró en la JMJ de Madrid, que se celebró en 2011 en un lugar más cercano y accesible y que solo contó con doce palentinos. ¿Qué ha variado en este tiempo para que se haya producido este importante aumento de participación?

La diócesis ha hecho una apuesta fuerte por la pastoral con jóvenes, con una persona laica liberada, el animador. Además, la JMJ se ha movido mucho a través de la red. Ha sido sorprendente pasar de doce a 140.

¿Qué supuso para los jóvenes participar en un evento de este tipo?

Creo que les generó una sensación de apertura al conocer a personas de otras culturas y razas. Es la pluralidad y diversidad de la Iglesia. Somos gente de todas las formas de ser, de pensar, de estudios y de ideologías. Es una de las cosas más enriquecedoras. Luego, les motivó la convivencia con otros jóvenes.

Además, les supuso un esfuerzo importante. Hemos caminado, de media, 22 kilómetros diarios. Desde donde estábamos durmiendo hasta la estación de ferrocarril de Estoril había ya seis kilómetros, donde los trenes iban peor que a las horas punta en Madrid -a diferencia de Palencia-, pero había una gran alegría. Y luego tenían que ir a todas las actividades que había programadas en Lisboa. Pero también sirvió que para conocieran otra capital europea, lo que, sin duda, fue enriquecedor.

¿Y qué sintió al encabezar una gran delegación de jóvenes de la provincia en otro país?

Acompañar a 140 jóvenes es una responsabilidad muy grande y eso provoca cansancio físico y psicológico. Había que estar pendiente de que nadie se perdiese, que no ocurriera nada, que los chavales estuviesen a gusto y que no se agobiaran. Además, en una JMJ puedes tener todo organizado y que al día siguiente se desbarajuste por horarios o por tiempos.

Pero, por otro lado, para mí también ha sido una experiencia muy motivadora y enriquecedora, porque he aprendido muchísimo de los chavales, de sus inquietudes, de sus sueños, de sus proyectos o de lo que opinan de la Iglesia y de la sociedad. Hubo momentos para dialogar de estos temas.

Es de suponer que en el viaje a Lisboa habrá vivido alguna anécdota que pueda contar

El día 5, cuando íbamos a dormir al aire libre en el parque, los de Palencia teníamos un lugar asignado que cuando llegamos estaba ocupado. No teníamos sitio. Al final tuvimos que colocarnos en los caminos. También recuerdo cuando fuimos a la playa, donde coincidimos con unos brasileños y todos se pusieron a bailar. Fue muy bonito.

¿Qué es lo que más les ha podido llamar la atención a los chavales?

Han valorado mucho ver a gente de otros lugares, conocer al Papa (aunque fuera en la distancia) y escuchar sus discursos, que les han enriquecido mucho, la música les hacía vibrar y sacarse fotos con personas de diferentes países.

¿Esta actividad refuerza la fe de los participantes?

En varios sentidos. Por un lado, los jóvenes comprueban que hay más jóvenes cristianos. Por otro, la JMJ demuestra que la fe no es una cosa del pasado y que los chavales la pueden vivir y compartir con otras personas. Además, en algunos momentos les ayudó  en sus preguntas más existenciales, como ¿quién soy?, ¿qué hago en este mundo? o ¿para qué estoy? Y, por supuesto, para encontrarse con Jesucristo, que es una cuestión clave y que les ayuda ahora, que comienza el nuevo curso, a plantearse su compromiso en la sociedad y en el mundo. La sociedad y el mundo tienen que ir unidos a la Iglesia.

Pero este viaje no se tiene que quedar solo en Lisboa. Es cierto que muchos de los que fueron ya forman parte de grupos, pero hay que reforzarles y acompañarles para que entren en ellos.

La JMJ es un evento que va más allá de lo puramente religioso. ¿Qué citas de carácter más lúdicas se celebraron allí?

Todos los días había conciertos musicales por la noche. Cuando llegábamos a la escuela de música a dormir, todas las noches, los chavales se quedaban una hora y pico cantando. Era precioso. También fuimos dos días a la playa, alguno de los participantes hizo deporte y conocimos Lisboa. El centro lo pateamos entero.

¿Estuvo bien organizada?

No es fácil organizar una JMJ con más de un millón de personas porque creo que no se esperaba a tanta gente. Pero creo que hubiera estado mejor organizada si no hubiéramos tenido que recorrer esas distancias. Además, la comodidad donde hemos dormido no era la mejor. También pienso que en Lisboa ha fallado el tema de los trenes. No se reforzaron bien. Había unas colas que eran agobiantes. Por otro lado, tampoco había una gran señalización. Nos llevaba la gente, aunque no estaba marcado adónde teníamos que ir. Por último, el día de la vigilia no tuvimos sitio porque nos lo habían cogido otros.

Ya se conoce el lugar de la próxima JMJ. Será en Seúl (Corea del Sur) en 2027. ¿Espera encabezar, de nuevo, la delegación palentina?

Me imagino que cuando se acerque la fecha, la diócesis planteará el viaje. Es cierto que allí no podrá ir tanta gente. Está mucho más lejos y es más caro. Creo que es bueno y ayudará a conocer otra cultura totalmente diferente.

Después de vivirla desde dentro por segunda vez (la primera fue en Polonia en 1991 como joven), ¿ve factible organizar una jornada de este calibre en Palencia?

Sería inviable. Aquí lo que hay que planificar son encuentros a nuestra medida, que son más pequeños. En ellos habría jóvenes cristianos de los diversos grupos de la diócesis.

Pasamos la página de la JMJ para hablar de otras cuestiones relacionadas con la diócesis y la juventud. En diciembre del año pasado se estrenó el Centro Diocesano Juvenil, que está situado en la plaza Zurradores. ¿Qué balance hace del funcionamiento de esta instalación durante los primeros meses?

Positivo. Ha sido una apuesta fuerte de la diócesis y del obispo,Manuel Herrero, al contratar a una persona. Ya se han hecho muchos encuentros y se harán más, en todos los niveles (de oración, música, acompañamiento personal y psicológico, actividades afectivas...?), durante este año.

Además, está muy bien situado en el centro de Palencia.El reto que tenemos es seguir potenciándolo y hacer actividades muy diversas. Por otro lado, sirve para que los chavales que no están en ningún grupo tengan un sitio para reunirse y encontrarse.

¿Quién puede acudir al centro?

Cualquier joven a partir de los 16 años. Desde octubre va a estar abierto para acompañarles y para escucharles.

Como delegado de la pastoral con jóvenes de la diócesis es una voz más que autorizada para hablar de este segmento de la población, ya que lo conoce. Ocupa el cargo, por segunda vez, desde 2017. ¿Qué relación mantiene la juventud con la Iglesia en estos momentos?

Creo que, muchas veces, los chavales tienen una visión muy marcada por la sociedad, que es negativa, sobre todo de la Iglesia oficial, aunque la experiencia de los jóvenes que participan en grupos parroquiales o en encuentros siempre es saludable. 

Por otro lado, un aspecto muy bueno que aportan los jóvenes a la Iglesia es que son muy críticos y eso nos tiene que ayudar a replantearnos las cuestiones.No se callan nada, si bien el cambio también tienen que hacerlo ellos.

Además, la juventud de hoy, y desde la pandemia de coronavirus lo tengo más claro, es muy inquieta y se hace preguntas, que son las que siempre nos hemos hecho.Y durante la covid-19 estuvo muy tocada psicológicamente y la Iglesia tiene que tener una respuesta para acompañarla.

¿Ha mejorado esta relación en los últimos años?

Según los estudios sociológicos y las encuestas, hay una lejanía de los jóvenes. Pero a aquellos que conocen la Iglesia, esta les ayuda a crecer como personas.

¿Qué ideas podrían ponerse en marcha para que no se produzca esta separación?

La primera, que los propios jóvenes cristianos salgan al encuentro del resto. En segundo lugar, darles voz dentro de la Iglesia. También hay que escucharles y proponerles cosas concretas, tanto a nivel  interior y de espiritualidad como a nivel de actividades y de voluntariado.

Por otro lado, creo que hay una dimensión importante que es hacer cosas para ellos, donde ellos sean los auténticos protagonistas. Y una cosa fundamental es que no hay que imponer. La Iglesia y la fe cristiana tienen que ser una propuesta para los jóvenes, que llene de sentido sus vidas, pero no se les puede imponer. Si lo haces, te rechazan, tanto a nosotros como a otras cuestiones.

¿Qué aspectos positivos tienen las actividades que realiza la Iglesia con los jóvenes?

Encontrarse con otra gente de la misma edad y descubrir que el evangelio de Jesús les puede ayudar a encontrar sentido a su vida y llenar de plenitud y felicidad son dos de las dimensiones que a mí me parecen más importantes. A ellas se suma todo lo que tenga que ver con acompañarles en su vida, sus preguntas fundamentales y sus momentos vitales.También creo que es importante la escucha. Los jóvenes necesitan ser escuchados. Pienso quees una de las cosas que más demandan ellos. No tienen espacios donde ser escuchadas sus preguntas más importantes ni donde expresarse.

¿La Iglesia ha cambiado de manera adecuada o todavía tiene que mejorar?

Se está haciendo un esfuerzo muy grande por parte de la Iglesia. Creo que el Papa Francisco, cuando hizo el Sínodo para los jóvenes y la carta pastoral que se llama Christus vivit, está haciendo una renovación de toda la pastoral con jóvenes. 

La propuesta de la Iglesia no puede ser volver a lo de hace 30 años, porque la juventud es totalmente distinta. Por ello, tiene que innovar, proponer, hacer cosas y distintas sabiendo que lo central es el mensaje del evangelio, nuestra fuente de riqueza.

Ha hablado a lo largo de la entrevista de grupos. ¿En qué situación se encuentra el asociacionismo juvenil vinculado al mundo católico en Palencia?

Existen bastantes grupos con chavales, más de los que, a veces, nos pensamos. Hay jóvenes en cuatro grupos de scouts, en Acción Católica (que está en San Antonio y San José), en la Juventud Estudiante Católica (JEC), en la zona norte (Jóvenes de la Zona Norte), que se reúnen para hacer sus encuentros y campamentos; en los grupos cristianos de La Salle, que trabajan muy bien; y en los Salesianos, entre otros. Además, hay grupos para preparar el sacramento de la confirmación en la mayoría de las parroquias. En Palencia existe una coordinadora de jóvenes donde están representados todos. Por otro lado, destacar que también hay muchas personas de este colectivo de edad en cofradías de Semana Santa.

¿En qué estado de salud se encuentran esos grupos?

Es menos negativo de lo que muchas veces se piensa. Hay gente joven que se junta. A veces somos muy negativos dentro de la propia Iglesia. Creo que tiene una dificultad, en ciertas ocasiones, para conectar con ellos y para tener personas que estén preparadas para estar con ellos. No todo el mundo vale para estar con un joven. A veces necesitamos animadores que sean jóvenes y estén formados porque no hay que entretenerlos, hay que acompañarles y formarles.

¿La juventud ha cambiado con el paso de los años?

Los jóvenes han cambiado como lo ha hecho la sociedad. Vivimos en un mundo cambiante, pero son jóvenes y tienen las mismas inquietudes que hace treinta años. Siempre buscan el deseo de felicidad y de encontrar su lugar en el mundo.

Por otro lado, también ejerce como párroco en San Antonio y en Grijota. ¿Qué destaca de la vida en el barrio capitalino?

La parroquia de San Antonio es muy viva e intentamos que esté abierta.Por ello, realizamos actividades por el barrio. Son celebraciones, sobre todo durante el curso escolar, con una cuestión solidaria importante.

¿Algún aspecto que le gustaría mejorar de SanAntonio?

Me gustaría que en el barrio volviera a haber una asociación de vecinos. Que haya gente que recoja el relevo de los anteriores. Eso sí, tiene que ser una entidad plural donde quepa gente de todo pelaje y no esté politizada. Además, una cuestión fundamental que necesita SanAntonio es la limpieza. No pasan todos los días las máquinas como en el centro. Con el tiempo, cuando se pueda, la plaza de la parroquia como el parque necesitaría una reforma integral.

¿Y enGrijota?

Será el municipio que más ha crecido en Palencia. Una de las cuestiones que tenemos que cuidar es hacer pueblo y que las asociaciones se vayan integrando en la vida de la localidad.