El piano es una extensión de Óscar Lobete, como si de un brazo o una pierna se tratara. Lleva tocando este instrumento toda la vida y, aunque nunca llegó a pensar en hacer de su pasión una profesión, sacó al mercado su segundo disco. «La música empezó como un juego y luego, poco a poco, se va convirtiendo en algo más profesional. Con el paso del tiempo llega un momento en el que no quieres hacer otra cosa», asegura Lobete, quien a pesar de llevar toda su vida entre tablas y bambalinas, confiesa que le ha tocado hacer «de todo» para vivir de un instrumento tan apasionante como complicado. «Solo me ha faltado barrer los escenarios», bromea.
Lobete tuvo la suerte de mantener una estrecha amistad con la familia Carmona. Ellos fueron quienes le abrieron la puerta para trabajar junto a muchos más artistas. Y así fue como empezó de manera profesional: acompañándolos en las giras, tocando y componiendo con ellos. Pero siempre hay un momento en el que compositores de grandes artistas deciden también empezar a sacar su propia música, y eso es lo que le pasó al pianista. Comenzó en solitario en su propio hogar, almacenando allí las canciones que componía, sin pensar en ningún momento darlas a conocer al gran público.
En su caso, ese momento de echarle valor y decidir ir a por todas llegó a raíz de una depresión. Ese fue el momento preciso en el que Lobete decidió empezar a trabajar para él. Así llegó a su primer disco, Diario de un músico, que representa todo aquello que realizó durante cuarenta años. «Son 12 o 14 pistas en las que tocaba todos los estilos con los que había estado trabajando y los que me habían influenciado», explica. En ese primer disco se mezclan estilo pop y la música suramericana con el flamenco y el jazz, entre otros géneros.
En su segundo disco, Adagio, la perspectiva de las canciones cambia por completo y el público se encuentra con una música mucho más clásica y tranquila. Ya no hay variedad en los estilos, simplemente abundan las melodías calmadas y tranquilas. «Yo escribo lo que me va pidiendo el día y, al final, para realizar este último disco este es el tipo de música que me ha salido», asegura el pianista. «No creo en la inspiración, simplemente aprovecho los momentos y aquello que siento en ellos», apostilla.
TEMPO PAUSADO. Según indica el artista, las obras de Beethoven o Mozart se basan en tres movimientos: el primero, rápido; el segundo, lento; y el tercero, rápido. «Yo he agarrado los segundos movimientos y decidí hacer un disco de música clásica con ese tempo. La que uno se pone para dormir y estar tranquilo», sostiene Lobete en declaraciones a DP.
El pianista compone para él mismo y, en ningún momento a lo largo del proceso creativo se para a pensar en aquello que quería que la gente sintiera con su música. Simplemente componía para él, para expresar lo que él sentía en diferentes momentos y en distintas etapas de la vida. «Lo más importante es componer lo que uno siente, hacer aquello con lo que cada uno se siente cómodo», apostilla. Con estos dos discos en el mercado, el siguiente paso será girar por teatros, auditorios y todo tipo de centros culturales. «Lo que me apetece es poder salir al escenario», asegur entusiasmado tras dos años sin enfrentarse al público en vivo y en directo.