Se les conoce dentro del mundo de la delincuencia como El Pelu, El Cocas y Josete y tenían entre 18 y 35 años cuando cometieron sus últimas fechorías. Tuvieron en jaque a los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado y llegaron a aterrorizar a los pequeños comerciantes de la capital entre febrero y abril de 2021 tras protagonizar ni más ni menos que siete atracos, según la acusación pública.
Los autores actuaban individualmente o bien por parejas, mientras el resto practicaba labores de vigilancia, según fuentes de la Policía Nacional.
Estos tres individuos, conocidos popularmente como los miembros de la banda del hacha (se les denominaba así porque en alguna ocasión utilizaron este arma blanca para comer sus delitos), tenían como compañero de fatigas a otro individuo, quien, en el momento de su detención, tenía 15 años y, por lo tanto, era menor de edad. De hecho, ya ha pasado por el Juzgado de Menores para responder por estos hechos, según indicaron ayer a este periódico fuentes cercanas al proceso.
El caso es que este grupo ha vuelto a la actualidad por el hecho de que la Fiscalía solicita provisionalmente y de forma global para ellos un total de 49 años y medio de cárcel como presuntos responsables de siete delitos de robo con intimidación en diferentes grados de participación.
Para uno de ellos, el Ministerio Fiscal solicita 35 años de cárcel en total como participante en los siete atracos con el agravante de reincidencia. Para el segundo de los procesados, el fiscal pide seis años de cárcel por tres delitos de robo con intimidación con la atenuante de transtorno psicológico; y para el tercer integrante del grupo, ocho años y medio de cárcel por dos delitos de robo con intimidación.
Los hechos que se les imputa a este grupo se cometieron en el período de dos meses comprendidos entre los días 9 de febrero y 10 de abril.
Según la investigación, se produjeron un total de siete atracos con arma blanca (variando entre un cuchillo de cocina de grandes dimensiones, un machete, un hacha y un pincho) en diversos comercios de la ciudad: una frutería, una panadería, una pequeña tienda de alimentación, una peluquería, una tienda de ropa, otra de mascotas y un supermercado. En total, el botín obtenido por los autores ascendió a alrededor de dos mil euros.
AGRESIVOS. Estos hechos se caracterizaron por la inusitada violencia y agresividad de los autores, generando una importante alarma social en el colectivo comercial de Palencia, tal y como informó convenientemente en su momento Diario Palentino. En ocasiones, llegaron a colocar en el cuello de las víctimas las armas que portaban y en otras se llevaron a cabo en presencia de niños de muy corta edad.
Lograr el esclarecimiento de estos graves delitos pasó a ser la máxima prioridad de la Comisaría de la Policía Nacional, que contó con el apoyo de la Policía Local, diseñándose un dispositivo específico con agentes uniformados y con policías de investigación de paisano. No obstante, la labor resultó ser muy complicada ya que los autores no seguían un patrón constante en cuanto a su número, vestimenta o aspecto.
Tras múltiples horas de patrullaje preventivo e incansables jornadas de investigación, finalmente el 10 de abril se logró por parte de una patrulla de seguridad ciudadana la detención in fraganti de uno de los miembros de este grupo, tras haber perpetrado un atraco en un supermercado, junto a otro de los componentes que logró huir en ese primer momento. En este último caso, actuaron con un destornillador como arma y no dudaron en zarandear a la dependienta hasta tirarla al suelo a la dependienta que estaba al cargo de la caja registradora.
No obstante, gracias a esta primera detención y a las líneas de investigación que se encontraban en marcha, se logró en un corto período de tiempo lograr la plena identificación del resto de componente del grupo criminal organizado dedicado a la comisión de los mencionados robos con violencia, los cuales fueron localizados y detenidos progresivamente, siendo la detención del individuo más mayor la más complicada.
PRÓFUGO DE LA JUSTICIA. La Policía Nacional, una vez con toda la información disponible analizada, pudo determinar que el líder del grupo era un varón de 35 años entonces, con un amplísimo historial delictivo a sus espaldas, el cual se encontraba prófugo de la Justicia tras haber cumplido más de diez años de cárcel de una condena de la que aún le quedaba por cumplir.
Esta persona, teniendo conocimiento de su situación de rebeldía, pasaba la mayor parte del tiempo escondida, saliendo únicamente para cometer los delitos.
No obstante, en este tiempo, aprovechó para ir conformando un grupo de jóvenes, uno de ellos su propio hijo, a los que fue formando y enseñando, lo cual le permitía disminuir el riesgo de ser detenido y además ampliar el número de posibles objetivos a atracar.
A la Policía Nacional le llamó poderosamente la atención cómo los otros dos jóvenes del grupo, sin antecedentes criminales, y en un espacio de tiempo muy corto, se habían transformado radicalmente en autores de hechos tan graves, actividad que simultaneaban con su vida cotidiana en sus domicilios, sin que sus familiares sospecharan de sus actuaciones.