Con un perfil activo y una discrección máxima, la presidenta de la Comisión Europea (CE), Ursula von der Leyen, ha comenzado el último curso de esta legislatura comunitaria sin desvelar sus intenciones. Todo apunta a que quiere continuar, pero, para repetir en el puesto, tendrá que asegurarse en los próximos 12 meses el favor del Partido Popular Europeo (PPE), el de los jefes de Estado y de Gobierno de la UE y el de la Eurocámara, que cambiará tras las elecciones de junio de 2024.
Hasta el momento, su estrategia ha sido dejar que sus acciones hablen por ella. Y no han sido pocos los viajes que la mandataria ha realizado y las numerosas entrevistas que mantenidas con líderes del bloque.
Al mismo tiempo, es discreta en polémicas como la que estuvo a punto de hacer descarrilar una pieza clave de su Pacto Verde, la Ley de la Restauración de la Naturaleza de cuya negociación se borró su familia política, el PPE y sobre la que apenas hizo una breve mención, mientras uno de sus vicepresidentes ejecutivos, Frans Timmermans, la defendía a capa y espada.
Sin hacer ruido, ha llegado a la cuenta atrás a su mandato sin dar pistas de si quiere repetir en el cargo.
No ha sido un curso sencillo entre ella y los conservadores, que se sienten algo abandonados al ver cómo Von der Leyen se ha abierto a políticas de cariz socialdemócrata y verde para asegurarse un apoyo suficiente en la Eurocámara.
La dirigente no acudió a varias reuniones programadas con los eurodiputados del PPE en el primer semestre de 2023 y mantiene una relación tensa con su compatriota Manfred Weber, que preside el grupo y el partido y busca reorientarlos más hacia la derecha para ganarle terreno a los populares de cara a las elecciones de 2024.
A comienzos de año, Weber había dejado caer el nombre de la actual jefa del Parlamento comunitario, Roberta Metsola. Ahora, y a la espera de que se pronuncie, suenan entre sus colegas los nombres de los primeros ministros de Croacia, Andrej Plenkovic, y Letonia, Krisjanis Karins, los dos enviados de los populares para negociar en 2019 el reparto de altos cargos que acabaría aupando a Von der Leyen a jefa del Ejecutivo comunitario.
La decisión de la mandataria alemana es esperada, pero los expertos opinan que es demasiado pronto para que la haga pública. «La cuestión no es si lo hará, es cuándo lo hará», apuntan, opinando que a la germana le interesa más ser reconocida como «la presidenta» que como «la candidata» y por eso le conviene esperar lo máximo posible.
Cita en marzo
El congreso del PPE en el que se votará al cabeza de lista para los comicios tendrá lugar, en principio, en marzo de 2024; tres meses después, las encuestas apuntan a que los populares ganarán las elecciones europeas y tendrían la voz cantante para colocar a uno de los suyos al frente de la CE.
Tendría entonces que ganarse el respaldo de un Consejo Europeo que ha cambiado mucho desde que la nominó en 2019; mientras que Finlandia o Suecia han virado de primeros ministros socialdemócratas a populares, su país de origen ha pasado de manos de Angela Merkel al progresista Olaf Scholz.
Otra clave estará en la italiana Giorgia Meloni, cuyo partido, Hermanos de Italia, votó en contra de Von der Leyen en 2019 y tendrá ahora que recalibrar sus alianzas.
Y es que también en 2024 será esa la prueba de fuego para la alemana: un voto en el mes de septiembre donde la Eurocámara recién salida de las elecciones -para la que todas las encuestas apuntan a un crecimiento de la extrema derecha y un menguante aunque resistente centro del tablero político- tendrá que validar su nominación.
En 2019, cuando ganó por apenas nueve votos, las Cámaras captaron su suspiro de alivio. La carrera vuelve a empezar ahora.