Ya sea en la televisión, el cine, el teatro o en un monólogo, las risas y el humor extravagante son los denominadores comunes en las apariciones de Álex O'Dogherty. Conocido por muchos comoArturoCañas por su papel en el célebre programa televisivo Camera Café, aterriza por vez primera en el Festival del Humor del OMY.
¿Qué significó su etapa en Camera Café para su carrera humorística?
Al ser más conocido, tuve la posibilidad de hacer más espectáculos y de llevarlos más lejos. Tampoco era una relación causa-efecto demasiado grande, aunque debo decir que todo lo que me pasó con el programa fue bueno.
¿Qué recuerdo guarda de sus primeras actuaciones?
He tenido actuaciones en bares en las que apenas me escuchaban, con poca gente e, incluso en algunas, me llegaron a amenazar. Pero no son la mayoría. Las cuento como anécdota porque me han pasado, pero la mayor parte fueron buenas.
Mis primeras actuaciones no son las típicas. Empecé directamente haciendo un espectáculo de teatro, Y tú, ¿de qué te ríes?. Recuerdo las primeras veces en una sala pequeña de Sevilla, de unos 60 espectadores. Para mí era un sueño. De ahí pasé a un teatro más grande, luego a otro y así sucesivamente.
Después, empecé a actuar en bares, donde tuve otro tipo de experiencias. Esas actuaciones hicieron que hoy sea lo que soy. Es interesante que todo el mundo pase por esa etapa para valorar las cosas que vengan luego.
¿Se decanta por el humor blanco o el negro?
Es muy complicado elegir. Cierto es que tiendo más hacia el oscuro, pero el blanco, depende de cómo se haga, me hace mucha gracia. No me gustan los chistes blanco ni negros, sino los buenos, y esos pueden ser de cualquier color.
Aunque un chiste sea muy cruel o duro, si es muy bueno, te tienes que callar. Aunque sea una barbaridad, cuando está bien escrito, me tengo que quitar el sombrero.
Yo veo a Pepe Viyuela, con su humor gestual y su estilo clown tan inocente, y me encanta; y veo a David Suárez haciendo el hijo puta, y me gusta también. Afortunadamente, el abanico del humor es tan amplio que podemos elegir verlo todo. Luego, cada uno se quedará con lo que más le guste.
Desde sus inicios hasta hoy, ¿percibe un cambio en su forma de hacer humor?
En esencia, no. Comparo mi primer espectáculo con el que estoy escribiendo ahora y se nota que lo ha escrito la misma persona. He ido aprendiendo, evolucionado y quiero pensar que mejorando, pero sin hacer un tipo de humor diferente.
Me resulta difícil definir mi tipo de comedia, ya que no me gusta definirme a mí mismo. No es algo que deba hacer un artista. Me gusta el humor absurdo, el clown, el tonto, el crítico, el que te hace reflexionar... Quiero pensar que mi comedia comprende un poco de todo ello.
Hay que subrayar que el humor tonto puede llegar a ser muy inteligente
Por supuesto. Me fascina cuando un chiste es aparentemente inofensivo, pero con mucha carga en su fondo. Me hace ilusión que la gente, después de un espectáculo, se tiren dos horas hablando del mismo tema que les he contado.
Cada uno habla de lo que le de la gana y eso es maravillosos. No existen temas que un cómico tenga que tocar si no quiere. Yo escribo para entender las cosas que me preocupan. En Imbécil, por ejemplo, hablo sobre los límites del humor.