Nadie duda de que la SemanaSanta de Palencia, declarada fiesta de interés turístico internacional a finales de 2012, está avalada por siglos de historia. Sin embargo, como muchas otras antiquísimas tradiciones locales y nacionales, ha ido adaptándose a las circunstancias y los cambios de la sociedad que ha ido cambiado con el paso del tiempo. Lo ha hecho por necesidad y para dar respuesta a las nuevas demandas. Esto ha permitido, sin duda, la supervivencia de la Pasión capitalina y ha generado un mayor interés por la gran conmemoración católica a orillas del Carrión, que, pese a todo los vaivenes históricos, mantiene sus grandes señas de identidad: el tararú como sonido inconfundible y la participación de las cofradías en todas las procesiones, tanto las propias como ajenas . Un tercer aspecto, común a lugares cercanos, es la elaboración de limonada, que se disfruta durante todos los días de la Pasión. Así lo señalan Ángel Manuel y Javier Benito, dos palentinos con una amplia experiencia en el mundo cofrade de la ciudad.El primero, del Santo Sepulcro, ya ha recibido la medalla de oro por sus 75 años de afiliación, y el segundo, trompetero de la VeraCruz, lleva casi seis décadas vinculado a la cofradía y fue uno de los que fundó su banda de música. Son voces más que acreditadas para hablar de recuerdos aún visibles en fotografías en blanco y negro y de un presente que se emitirá enTelevisiónEspañola. Y más en este caso, ya que ambos son miembros de las organizaciones responsables de las procesiones que se podrán ver por el canal público nacional.
Manuel, que entró por herencia familiar en la cofradía cuando era un niño de ocho años -«algo que creo que era habitual, sobre todo en las más antiguas», detalla-, explica que la Semana Santa de los años 50 y 60 era muy diferente a la actual. «Hay muchas imágenes que siguen existiendo y procesionando, pero era distinta», comenta el cofrade, que recuerda con especial añoranza la procesión del Domingo de Ramos. «Me gustaba más antes que ahora. Salían un montón de chavales de todos los colegios. Era la procesión de los niños. Me da pena que se perdiera esta tradición», añade este miembro del Santo Sepulcro, organizador de esta cita que cambió la talla antigua por una escultura de Víctor de losRíos fechada en 1956). «Es un gran paso.Del otro no sabíamos la procedencia», añade.
Pero no es el único cambio al que hace referencia. De hecho, declara que la procesión de La quinta angustia, de la madrugada del Miércoles al Jueves Santo, es nueva y rememora que la sede de su cofradía, que en el pasado vistió túnicas negras, fue sometida a una modificación total. Se derribó la capilla y se crearon nuevas instalaciones, que se ampliaron con un salón, donde mantienen la tradición de comer lechazo el Domingo de Resurrección. «Había un patio donde jugábamos», comenta Manuel. Además, el nuevo inmueble sirvió para que guardaran en su sede las tallas que anteriormente estaban en La Compañía.
Por otro lado, destaca el apoyo de las instituciones, que décadas atrás no existía, y que la cifra de cofrades haya aumentado exponencialmente, lo que ha permitido que las procesiones «se hayan triplicado». «Antes cargábamos los mismos los pasos. No había más gente», asevera Manuel. En cambio, el cofrade de Santo Sepulcro manifiesta que en el pasado «los bares apagaban la luz cuando pasaban los pasos y la gente no cruzaba la calle durante las procesiones».«Era otra época.Se cerraban los cines y en la radio solo sonaba música clásica», rememora.
Semana Santa: de las fotos en blanco y negro a la televisión - Foto: Facilitadas por el Santo Sepulcro y la Vera CruzEn este punto, coincide con su colega de la Vera Cruz, que también presume de ser miembro de la cofradía de la Piedad. «Las celebraciones eran más recogidas, más humildes y los vecinos tenían más devoción. Antes, cuando veían una talla mostraban más respeto y se persignaban. Ahora, aunque no me parece mal, hasta aplauden, algo que en el pasado era impensable. Además, en estas fechas se cerraba todo», detalla Benito, que conoció la cofradía de niño, de la mano de su padre, que era miembro, pero que entró motu proprio cuando tenía trece años. Ambos comentan que el espaldarazo a la Semana Santa se produjo entre la década de los 90 del siglo pasado y la primera del tercer milenio.
«Hay cosas que han cambiado mucho en la Semana Santa palentina», reconoce el cofrade de laVera Cruz, quien destaca el papel de su entidad en las modificaciones que se han asentado con el paso de los años. «Ha sido el acicate para las demás cofradías en la tremenda evolución de la Pasión. Lo primero que sirvió de empuje fue hacer una banda. Nos criticaron mucho, pero a los dos años otras cofradías también empezaron a tener su propia agrupación musical», expone. Hasta ese momento solo había la banda de laCruz Roja y la Municipal.
MÁS CAMBIOS. Otros cambios que recuerda son la creación del trono del Lignum Crucis y la introducción del tararú actual, que sustituyó a la corneta militar, porque seguramente, bajo su punto de vista, el sonido de la nueva era más parecido a lo que se tocaba en el pasado. «Se me criticó y ahora en el monumento al Cofrade de la plaza de SanPablo sale una», destaca.
También hace hincapié en el aumento de pasos de las cofradías y en el incremento de procesiones, lo que ha provocado que sea imposible acudir a todas. No obstante, admite que la mayoría de las modificaciones son positivas. «Todas las cofradías han mejorado la calidad de sus pasos y la forma de procesionarlos», comenta Benito. No obstante, fue una tarea que se consiguió después de años, como admite el del Santo Sepulcro. «Ahora vamos debidamente uniformados», subraya Manuel.
Actualmente, el veterano de laVera Cruz habla con especial ilusión de muchos de los momentos de laPasión, como el Santo Rosario del Dolor del Domingo de Ramos. «Es una procesión agotadora, pero muy entrañable», expone. También cita el encuentro del Rompimiento del Velo, el final de la procesión de losNazarenos, la Función del Descendimiento y el paso por Puentecillas de la procesión de Luz y Tinieblas.
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Por último, lamenta y critica que haya decaído entre muchos cofrades la tradición de visitar los monumentos que se instalan durante estas fechas en diversas capillas de la ciudad. «Vamos poca gente. Incluso hay iglesias que están cerradas y tenemos que decir que las abran para entrar», concluye Benito.