Inicio de la tradicional venta de dulces y turrones de Picó

J. Benito Iglesias
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La ciudad acoge desde mañana, como lo desde hace 101 años, a miembros de seis generaciones que instalan una tienda en el pasaje de La Cestilla para la adquisición de productos artesanos elaborados en la fábrica situada en Jijona (Alicante)

Inicio de la tradicional venta de dulces y turrones de Picó - Foto: Sara Muniosguren

La turronería de Francisco Masiá Llorens, sucesor de José Picó, retomará mañana un año más, y ya se cumplen 101 de forma ininterrumpida, la tradición navideña de vender de forma directa sus atractivos dulces. Así, con el estreno del mes de diciembre, abrirá un local situado en el número 7 del pasaje de La Cestilla, frente al antiguo edificio del Banco de España, el recinto habitual desde hace 20 años, en el que ofrecerá dos semanas una amplia variedad de turrones y dulces, que cuentan con una gran cantidad de clientes en la ciudad.

El horario de apertura es de 10,30 a 14 horas y de 17,30 a 21 de lunes a sábado, y de 11 a 14 y de 18 a 21 horas los domingos y festivos.

José Picó llegó a la capital para vender frutos tropicales y, como era nativo de Jijona, trajo igualmente turrones, cuya aceptación fue tan grande que sus familiares repitieron año  tras año sin faltar a la cita navideña. Al no tener descendencia, el negocio pasó a su sobrina y, desde entonces, ha ido traspasándose de generación en generación y ya conviven la cuarta, la quinta y la sexta. «Primero llego yo, un día después viene mi hijo y la hija de mi prima, y el martes acude a ayudarnos un poco mi nieto, que está en la Universidad de Valencia y, con él la sexta generación», detalla Amparó Balbó, que integra el núcleo de turroneros más veterano.

«José Picó consiguió muchas amistades y se hizo socio del Casino. Empezó la venta en la casa de la Condesa de Castrillo, junto al edificio de Correos. Fue su primera sede y después ya estuvo en la calle Mayor, que era el número 54, edificio que se derribó y pasamos a un local provisional en la calle Don Sancho. Luego se retomó la venta en el antiguo inmueble de la calle Mayor en el que está el Club 38, y los últimos 20 años en el pasaje de La Cestilla», recuerda. 

En día15, si las existencias no se agotan antes, los herederos de José Picó regresarán a su tierra. «Lo hacemos muy satisfechos  al ir mejorando las ventas año a año. La gente que viene a la tienda es como si fuera de una familia grande, al pasar la compra de nuestros productos de abuelos a padres, hijos y nietos», explica.