El sector no quiere más regulación sobre suelos

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La propuesta legislativa de Directiva sobre la vigilancia del suelo y la capacidad de recuperación parece innecesaria teniendo en cuenta la legislación ya existente

El sector no quiere más regulación sobre suelos - Foto: Alberto Rodrigo

Hasta hace relativamente pocos años, el suelo no era una prioridad para lo agricultores. Las semillas, los fertilizantes o incluso el clima tenían más importancia para quienes cultivan nuestros alimentos. Pero de un tiempo a esta parte la ciencia está dejando claro que el estado del terreno condiciona todo lo demás. Una buena simiente o el mejor abono pueden no brindar todo su potencial si la tierra en la que se siembran o aplican no está en las mejores condiciones posibles.

A día de hoy, la calidad del suelo, su fertilidad y su protección son esenciales y una cuestión de rutina para agricultores y silvicultores. Cuidar el factor de producción más importante de la agricultura y la silvicultura y mantener la fertilidad del terreno redunda en beneficio los propietarios y de quienes explotan las tierras, ya que la calidad del suelo repercute directamente en los rendimientos y las rentas. Intrínsecamente, existen muchas técnicas para gestionar cuidadosamente el suelo y mantener y mejorar su estado y fertilidad. Entre ellas cabe citar la rotación de cultivos, los cultivos intermedios, el uso de determinados métodos de labranza y técnicas modernas que preserven el suelo, una fertilización eficaz y el fomento de la formación de humus.

A escala europea, un gran número de directivas, leyes y reglamentos regulan ya directa o indirectamente la protección del terreno. La Política Agraria Común (PAC) y la legislación técnica y medioambiental ya han permitido mejorar las condiciones del suelo. Pero, de acuerdo con el principio de subsidiariedad en la protección del suelo, no hay necesidad de requisitos europeos adicionales para regular nuestros suelos. Al menos eso es lo mantiene un conglomerado de entidades agrarias comunitarias entre las que se encuentra ASAJA y que cuenta con socios de Austria, Bélgica, Estonia, Francia, Alemania, Holanda, Polonia, Portugal, España y Suecia. Lo que quieren expresar es, en definitiva, que no es necesaria la nueva Directiva sobre el control y la resistencia del suelo de la Comisión Europea.

Según estas asociaciones, la propuesta Bruselas sobre este asunto plantea varios problemas fundamentales. Entre ellos, la obligación de clasificar todos los suelos de Europa utilizando comarcas de suelos definidos de forma amplia, puntos de referencia del buen estado de los suelos e indicadores inadecuados. Además, la definición burocrática de estas comarcas no puede hacer justicia a la heterogeneidad a pequeña escala de los suelos. Esto daría lugar a amplios requisitos de gestión a pesar de que el seguimiento se basa en evaluaciones inexactas de los suelos y en objetivos no justificables.

Simplificación.

Además, insisten estas entidades, la ley no tiene en cuenta diversas compensaciones con otras normativas de la UE. La interferencia legal corre el riesgo de poner en peligro por completo las buenas prácticas agrícolas. Aunque se ha avanzado en la codecisión, persisten los problemas de base y las repercusiones negativas a corto y medio plazo para los agricultores comunitarios.

Asimismo, teniendo en cuenta los objetivos de la UE de impulsar la simplificación y la competitividad, y a la vista de los principios políticos de la Visión para la Agricultura y la Alimentación de dar prioridad a la voluntariedad sobre las obligaciones, a los incentivos financieros sobre la ley reguladora y a la aplicación de la normativa existente sobre la imposición de nueva legislación, la Directiva sobre el seguimiento y la resistencia del suelo socavaría y contradiría los objetivos políticos de la UE.

La propuesta de la Comisión dará lugar a requisitos de gestión detallados a corto y medio plazo. Además, representa una intervención drástica en las prácticas agrícolas y forestales y en las explotaciones agrarias que hace caso omiso de la práctica profesional y dará lugar a una extensa burocracia para los agricultores y silvicultores.

En definitiva, estas asociaciones europeas rechazan la introducción de la Directiva sobre el control y la resistencia del suelo de Bruselas y apoyan que el cuidado del suelo se centre en los reglamentos e iniciativas existentes y en las medidas voluntarias de la PAC.

 

Lo que dice el Ministerio.

Según el Ministerio de Agricultura, el suelo es un recurso prácticamente no renovable con una cinética de degradación relativamente rápida y, por el contrario, tasas de formación y regeneración extremadamente lentas. La velocidad de formación del suelo es muy variable; en la bibliografía se pueden encontrar valores desde 1mm/año hasta 0,001mm/año. Agricultura añade que la protección del suelo es el elemento central de las buenas prácticas agrarias y medio ambientales contemplando numerosos requisitos dedicados a su protección.

Hay tres objetivos de protección del suelo. El primero de ellos es protegerlo frente a la erosión, para lo que recomienda conservar una cobertura vegetal mínima o hacer, en el caso de que sean necesarias, terrazas de retención para evitar la escorrentía. Para el segundo objetivo, mantener la materia orgánica del suelo, aconseja aprovechar la rotación de cultivos y gestionar bien los rastrojos. Para preservar la estructura del suelo (tercer objetivo), el Ministerio destaca la importancia de utilizar la maquinaria adecuada.