Incertidumbre y ansiedad a casi 7.000 kilómetros de distancia

Jesús García-Prieto / ICAL
-

Dos venezolanos residentes en Palencia desde hace unos meses siguen con inquietud las noticias que llegan desde su país tras la toma de posesión de Nicolás Maduro

Incertidumbre y ansiedad a casi 7.000 kilómetros de distancia - Foto: Brágimo (Ical)

Cerca de 7.000 kilómetros separan Caracas, la capital de Venezuela, de Palencia. En estos días la incertidumbre, el miedo y la ansiedad se entremezclan con otros sentimientos como la esperanza en la cabeza de cientos de miles de venezolanos en el exilio, como les pasa a María Eugenia Soto y José Luis Araújo, dos venezolanos, con sus historias, vivencias y recuerdos que desde hace pocos meses han recalado en la pequeña ciudad castellano y leonesa. 

"Estamos bastante ansiosos. No es un único caso, es una comunidad entera que está lejos del país y lo vivimos con nerviosismo", asume nerviosa María Eugenia Soto, docente venezolana que apenas lleva cinco meses residiendo en Palencia tras la salida de su país hace ya ocho años con la mirada puesta en Panamá. "Eso no quita que sigamos teniendo una esperanza de que el país se restablezca en la medida de las posibilidades que puedan existir", explica María Eugenia.

Precisamente el miedo o la inquietud fueron los que les obligaron un día a hacer las maletas y dejar el país que les vio nacer para buscarse un futuro. "La maleta pesa, sobre todo al principio porque dentro de ella se guardan muchas cosas. Los años me han dado la tranquilidad de que lo que hice, lo hice convencida para sostenerme tranquila. No se vive tranquila fuera del país. Se siente miedo y angustia a que siga todo igual y que no acabe nunca. Desde fuera se ve de manera diferente", señala María Eugenia que lleva ocho años alejada de su país junto a su esposo. "Soy docente de profesión y mi experiencia me decía que esto nunca iba a pasar, pero la realidad me fue golpeando hasta el punto de entender que el país está mal. Fui la primera de mi núcleo familiar en darme cuenta, aunque salir de nuestro país, de nuestras casas es un gran sacrificio", reconoce.

Incertidumbre y ansiedad a casi 7.000 kilómetros de distanciaIncertidumbre y ansiedad a casi 7.000 kilómetros de distancia - Foto: Brágimo (Ical)

Algo parecido le paso a su compatriota que aterrizó en Palencia hace apenas un año y un par de meses. "No fue solo un detonante", explica. "Antes de venir estaba trabajando haciendo prácticas de medicina en la frontera de Venezuela con Colombia y tengo cierta formación trabajando con la ONU y Unicef en diferentes proyectos con comunidades indígenas que no tenían médicos, pero a pesar del esfuerzo que hacíamos el sistema de país, por cómo estaba estructurado me expulsaba", afirma con tristeza. "No podía disentir, tenía que guardar silencio y ser diplomático. Veía amenazada mi seguridad, había mucha delincuencia a través de las extorsiones. Otra de las razones es que me veía estancado. Al final los problemas de estas comunidades tiene que haber un cambio en el sistema y yo veía que me iba a quemar".

Ambos paisanos se conocen y están de acuerdo en que la situación que se está dando en su país es el resultado de algo que se viene gestando desde hace años. "Venezuela no cayó en un día, tardó mucho tiempo en descomponerse. Las pasadas elecciones marcaron un antes y un después desde que Edmundo resultara ganador en las urnas y lo que está ocurriendo es la crónica de una muerte anunciada", explica José Luis. "El pueblo ya no tiene miedo de salir a la calle, aunque seguimos con temor de perder nuestra integridad física o que se vulneren nuestros derechos, pero cuando un pueblo está cansado se arriesga más. Hemos perdido nuestra dignidad como seres humanos porque ya no tenemos las garantías que teníamos hace años", asegura María Eugenia.

La incertidumbre acompaña a estos dos venezolanos que viven pendientes de la actualidad de su país en todo momento desde que se produjeron las elecciones el pasado verano. "Por aquel entonces había una apatía muy fuerte, las personas no creían que se pudieran ganar Corina y bajo su liderazgo supo despertar la educación democrática de la ciudadanía", explica José Luis, que cree que actualmente se han dado pasos que pensaban imposibles. "No sé cómo acabará todo esto, pero no hay más que fijarse en cómo acabaron las dictaduras alrededor del mundo. En Chile hubo una elección y Pinochet transfirió el poder, en España murió Franco y hubo una transición democrático. Es muy complejo todo, pero ellos transmiten una imagen de normalidad democrática", afirma.

Este venezolano, médico en su país y emprendedor ya que también era hostelero, negocio que ha trasladado a la capital palentina con vinculación a la comida asiática, tiene aún a sus padres y hermanos en el país latinoamericano. "Salí de allí justo antes de las elecciones por temor a lo que pudiera ocurrir, pero vi la campaña y las marchas. El ciudadano venezolano ha cambiado su forma de pensar sobre el capitalismo y el socialismo. Muchos piensan que no van a entregar el poder porque tienen delitos en su haber", sugiere José Luis.

La población, "agotada"

Por su parte, María Eugenia considera que la población está agotada ya que hay falta de electricidad, de agua potable y de muchos servicios básicos. "Esa es la manera de mantener a un pueblo dominado, cuando le quitas sus derechos principales. El cambio supone al menos lo básico", denuncia la docente que cree que todo va a cambiar pronto. "Hay gente que está muy cansada, pero siento que este es un momento de decisión".

Ambos reconocen sentirse arropados por los palentinos en estas últimas semanas. "Notamos mucho la empatía de los palentinos. Saben que lo estamos pasando mal y tenemos un apoyo que no esperábamos porque entendemos cual es nuestra situación aquí y que cada uno tiene situaciones personales que resolver, pero he conocido muchos palentinos que están muy pendientes de nuestra situación y eso nos hace sentir acompañados", explica María Eugenia.

Por otro lado, su compatriota reconoce que Maduro cuenta con fuertes aliados internacionales como Rusia, Irán o China, aunque José Luis considera que culturalmente su país poco tiene que ver con las naciones asiáticas. "No compartimos siquiera la cosmovisión. Lo único que les une es que son sistemas autocráticos". En ese sentido, este venezolano considera que su país debe volver a la esfera occidental. "Lo que está experimentando el país es una contradicción de lo que hacen. Se alinean a estos gobiernos, pero no compartimos nada con ellos y Venezuela debe conectarse al mundo occidental, tanto geopolíticamente como culturalmente. La mitad de los migrantes que han venido a Europa son descendientes de europeos de países como Italia o España, es decir que hay muchos lazos históricos que nos permiten entendernos mucho mejor".

Ambos esperan un mejor futuro para su patria, donde han dejado familia y amigos. "Tenemos la esperanza de que esto no durará siempre y creo que lo llegaré a ver", espera María Eugenia que desea un buen futuro para sus familiares en el país, en especial sus sobrinos, aunque José Luis es más duro en su pensamiento. "Maduro aspira a insertarse en el mundo occidental, con un reconocimiento pero bajo sus leyes internas dentro del país", concluye José Luis, que al igual que María Eugenia, tienen la mirada puesta su teléfono, en la televisión o en el ordenador de manera constante con noticias positivas que lleguen desde su país.