Con la pandemia dejaron de celebrarse, así que el que ayer tuvo lugar en Palencia, en su vigésima segunda edición, reunió de nuevo a mujeres artesanas que dedican parte de su día a día a labores artesanales: bolillos, retazos, ganchillo o vainica. Así, el frontón de Eras de Santa Marina albergó el encuentro, organizado por el Ayuntamiento, la Universidad Popular y los grupos de artesanos de los centros sociales municipales que reunió a 300 bolilleras, tejedoras, ganchilleras, retaceras y personas que hacen vainias llegadas de Castilla y León (Soria, Valladolid, León y Zamora), Cantabria, Logroño, Sevilla, así como del alumnado de las CEAS y residentes en el medio rural (Grijota, Venta de Baños, Boadilla de Rioseco, Hontoria, Autilla, Villamuriel, Cevico de la Torre, Baltanás y Melgar de Yuso).
«Se trata de iniciativas que promueven el encuentro y poner en valor tradiciones en riesgo desaparecer», señaló la responsable de los centros sociales del CEAS 2, Arancha Delgado, quien, respecto a preservar estas labores, hace referencia al «boom» del ganchillo, pero a las vainicas y los bolillos «cuesta mucho incorporar a gente joven, quizá porque exige mucho esfuerzo, tiempo y paciencia». «El perfil -añade- es el de mujer de media edad».
En el marco de este XXIII Encuentro de Artesanas se pudo disfrutar de bailes regionales a cargo del grupo de Danzas del barrio de San Antonio (colaboración con el colegio búlgaro Elin Pelin); Arancha Naranjo, de Filandón-Círculo de Tejedoras, llevó a cabo una exhibición; y se instalaron stands de retacería y bolillos. Además, hubo merienda, rifa solidaria y entrega de premios a las participantes de mayor y menor edad en cada especialidad.