La palabra del año ha sido «polarización». Creo que era amnistía, pero antes de pronunciar el tabú se sacó de la chistera polarización.
Polarizar es crear dos extremos, polos irreconciliables. Pero, ¿hay quien pueda admitir libremente, sin coacciones y elegir con claridad un solo polo? ¿No gusta nada del otro?
Se han creado drones de conflictos, solucionadores de problemas desde la robótica y la IA. Y el gobierno propone desde el Pacto del Tinell, año 2003, constante y contumaz, soluciones radicales que aumenten la conflictividad social, la polarización: prohibido pactar con la alternancia de poder. Se debe actuar como jabalís contra el otro.
Lo difícil de gobernar es coser, aunar esfuerzos y soluciones. Separar, poner muros de enfrentamiento como propone Sánchez es fácil. Ser activista para crear pensamientos encontrados no lleva a ninguna parte. Por eso los activistas mueren y deben recrearse rápidamente otros a sueldo que los sustituyan. Irene Montero, Belarra, Lastra… ya son juguetes rotos. El no es no es «no pasarán», el inmovilismo de L'estaca que cantaba Lluís LLach al final de sus conciertos, no conducen a nada. La flexibilidad, la tolerancia con las ideas del adversario, la construcción, la renovación, la reforma de intereses, cosen, tejen un país.
Interesa tensionar la sociedad, no acordar, rojos o azules, estar conmigo o contra mí son estrategias que en momentos pueden funcionar como sacar la paloma de la chistera.
El PSOE está agónico, pero no de lucha unamuniana. Redondo Terreros lo explicó con claridad en El Mundo. Cesar Antonio Molina, Leguina… y otros muchos. Page lo ha dicho por activa y pasiva, pero es deprimente verle seguir apoyando a Sánchez con sus votos. Pedro se ha cargado la cantera del PSOE y se le sigue por la inercia y las jugadas en corto con los Frankenstein que se aplauden desde la opacidad.
Hace 80 años, las socialdemocracias de centro y norte de Europa gritaron que la lucha no debía ser contra la riqueza, sino contra la pobreza.
Pero nos siguen diciendo que «la culpa de todo la tienen los ricos». ¿Eso no es gobernar polarizando?