El 19 de noviembre de 1897 el obispo Enrique Almaraz Santos, motu proprio, ungió 12 lugares del templo catedralicio, colocando sendas cruces de mármol en 12 columnas de la catedral significando la presencia de los 12 apóstoles y, por tanto, la sucesión apostólica de la seo palentina. Esta era la evidencia, según el ritual medieval de consagraciones de las catedrales, de que una iglesia había sido en efecto «consagrada y dedicada». En esos mismos lugares se colocaron también 12 candelabros, que se encienden todos los años en este día, conmemorando así la consagración y la dedicación de la seo.
La historia de la catedral comienza con un templo de época visigoda, rodeado por construcciones romanas de la Palentina civitas, refundada a fines el siglo I d.C. Es probable que durante el episcopado de Ascarico, siglo VII, se construyese la catedral visigoda, de la que únicamente nos ha llegado la zona oriental de la cripta. Tras la dominación musulmana, en tiempos de Sancho III el Mayor, se restauró la diócesis palentina. Años después de esta restauración y probablemente en tiempos del obispo Raimundo (1148-1184), se edificó un nuevo templo en estilo románico que fue consagrado en 1219, en tiempos del obispo Tello Téllez de Meneses (1208-1247). La primera piedra del majestuoso templo gótico fue colocada el 1 de junio de 1321 para culminar el gran proyecto en 1516 ya con el resurgir del Renacimiento que es el gran estilo artístico de la catedral palentina, sobre todo en lo decorativo. Los tiempos del Barroco y el Neoclasicismo se limitaron a incorporar elementos ornamentales y retablos al templo.
Es verdad, así consta en las actas capitulares, que el día 1 de julio de 1321 se ponía la primera piedra de nuestra preciosa catedral gótica y, habiendo indicios que apuntan a que fue consagrada en fechas posteriores; pero no habiendo constancia de esa primera consagración por la ausencia de los elementos anteriormente mencionados, el obispo Enrique Almaraz decidió realizar el ritual de la consagración.
La consagración de una iglesia tiene lugar cuando un templo de nueva construcción se pone en servicio como lugar sacro de culto por primera vez o, incluso, tras una renovación importante. La consagración es, por tanto, la dedicación de una persona o cosa, en este caso, la catedral, para el servicio del culto religioso.
Así, pues, ayer se cumplieron 127 años de la dedicación de la catedral de Palencia, por parte del obispo Enrique Almaraz Santos. Se encendieron las doce velas en las columnas que fueron ungidas cuando la catedral fue consagrada en el año 1897. Un día para sentirnos orgullosos de nuestra catedral, no solo como monumento, sino como corazón de la vida cristiana de nuestra diócesis, pero, sobre todo, para saborear la grandeza de pertenecer a la Iglesia, nuestra Madre, que es Una, Santa, Católica y Apostólica.
Para la Iglesia Católica es tan importante la catedral que cada año se celebra la dedicación de esta, evocando así la primera ceremonia que convirtió a este templo en el corazón de la diócesis, pero, sobre todo, recordando la implantación de la iglesia apostólica en comunión con el Santo Padre y la Iglesia universal. Esta ha sido y es la casa de los cristianos de Palencia en la que se ha celebrado la eucaristía, cada día, desde su construcción, junto con los demás sacramentos, especialmente las ordenaciones y diversos encuentros diocesanos. Pocos lugares hay en nuestra diócesis que hayan acogido vivencias tan particulares y tantas celebraciones como las que han tenido lugar dentro de los muros de la seo.
La catedral es el templo madre de nuestra diócesis y el núcleo de su vida religiosa desde hace tantos siglos, por eso la Dedicación de la Santa Iglesia Catedral se celebra litúrgicamente como solemnidad, no solo en este templo, sino en toda la ciudad y como fiesta, en segundo grado en importancia litúrgica, en toda la diócesis.
* Deán de la catedral