Hace dos años Manuel Vázquez abandonaba su Cigales natal para convertir en su único modo de vida la profesión que le apasiona, la de guía de montaña, asentado en Loma de Castrejón, donde ha vivido el confinamiento.
El primer contacto con la montaña se lo proporcionaba su padre, un lucense que le llevaba de excursión a las cercanas Sierra del Caurel, Ancares o la orensana Peña Trevinca. Aficionado al deporte (ciclismo, boxeo olímpico), retomó luego sus salidas en el norte de Palencia, a apenas «hora y media» de su casa. Decidió formarse y «dedicarme a la montaña, porque quería vivir en ella, me atraía».Se tituló como Técnico Deportivo en Montaña para convertirse en guía (entre 2014 y 2016), se dio de alta y, primero compaginándolo con su trabajo en tierras vallisoletanas, inició su trayectoria. En enero de 2018 daba un giro a su vida y emprendía la aventura de mudarse a Loma (en el municipio de Castrejón de la Peña).
Dejaba un trabajo como responsable de un almacén de suministro industrial (14 años en la empresa): «Me vine aquí a vivir, con mis pocos ahorros, con algún cliente fidelizado, pero en un trabajo muy estacional, sin saber si saldría adelante. Pero ha funcionado y llevo casi dos años y medio».
«La gente en la comarca es muy simpática, deseando que vengan más a trabajar. En Loma de Castrejón me ofrecieron una casa con un alquiler pequeño, me han dejado hasta un huerto, son muy hospitalarios. Y del resto también, Vidal [Rioja] me echa una mano, Jon [Pérez] de Cerverasport también, la gente lo pone fácil», explica.
EL CONFINAMIENTO. Extraña a la familia, reconoce, pero «no es lo mismo pasear al perro por aquí, sin posibilidad de contacto con casi nadie, viendo el atardecer detrás de la Sierra del Fraile y todo rodeado de verde, que verlo desde un patio de luces» como les habrá sucedido a muchas personas.
Su última actividad justo antes del confinamiento fue para el CRIE (Centro Rural de Innovación Educativa) de Cervera, «que son actividades extraescolares con colegios de la provincia. Y desde ahí, por desgracia, nada. Soy guía y doy la gimnasia de mantenimiento. Y ambas cosas se han parado».
El proceso de vuelta al trabajo será «con la fase 1 las empresas de turismo activo podremos trabajar con grupos muy pequeños, de dos personas. Cuando se decrete el nivel 2, con grupos más grandes pero sin que la gente pueda hacer viajes interprovinciales. Para que retomemos la actividad al completo hay que pasar de la fase 3, cuando tengamos la posibilidad de viajar por ocio fuera de nuestra provincia. Hasta ese día no llegaremos al trabajo normal».
Mientras, ya se mueve por el municipio (en poblaciones de menos de 5.000 habitantes se permite), que en su caso abarca muchas montañas: «La primavera está espectacular. Siempre se ve fauna y nunca mucha gente». Así, aprovecha para recuperar la forma y, cuando vuelve a casa, ejerce de divulgador de la Montaña Palentina por Facebook: «Hay tres o cuatro cumbres muy grandes, pero infinidad de ellas que casi nadie conoce, con una dificultad moderada y con un potencial infinito. Para que la gente pueda venir, también sin guía, por su cuenta, y disfrutarlas».
LABOR. Es el único guía establecido (y con ese único modo de vida) en la Montaña Palentina, con su proyecto Valles y Cumbres.
Trabaja «todo el año. Las temporadas fuertes son el verano y el invierno. En verano con actividades diarias, montañismo y trekking. Con grupos reducidos, todo muy personalizado, creando vínculos con la gente, para que las personas que vengan a la Montaña Palentina se vayan conociéndola bien y queriendo volver. En los tres meses de verano igual me subo 70 u 80 cumbres, y tres o cuatro trekkings». Y en invierno, «montañismo, algún curso y raquetas de nieve». Dejando las otras estaciones para «cursos y actividades relacionadas con la interpretación de la naturaleza».