A buen seguro, el presidente del Gobierno y secretario general de los socialistas no esperaba un escenario tan convulso cuando, en plena polémica y agitación interna por el concierto catalán, decidió adelantar la cita congresual para garantizar su reelección. Aunque las derivadas del acuerdo con los republicanos y las prebendas al secesionismo debieran pasarle factura, la investidura de Salvador Illa como presidente de la Generalitat previo pacto con ERC haya sido tal vez la única alegría que se ha permitido Sánchez en un periodo marcado por el cerco judicial sobre su esposa Begoña Gómez y por la tormenta política del 'caso Koldo'. Por si fuera poco, esta semana, la indiscreción notarial de Juan Lobato, su posterior desafío y renuncia como secretario general del Partido Socialista de Madrid y, sobre todo, la declaración de este viernes como testigo ante el Tribunal Supremo enturbia el paseo militar de Sánchez en el 41º Congreso Federal del PSOE. Porque el cruce de mensajes de Lobato con la asesora Pilar Sánchez Acera confirmaría que le filtraron desde Moncloa el correo del novio de Ayuso con la Fiscalía.
Lobato no estará este fin de semana en Sevilla pero su sombra planeará sobre un Congreso en el que Sánchez renovará su liderazgo por cuarta vez consecutiva como secretario general de los socialistas. El argumentario del PSOE apunta al victimismo, al acoso y a la instrumentalización de la justicia. Un ataque que no es nuevo cuando las decisiones de los estamentos judiciales no son favorables a sus intereses. En un congreso descafeinado por la falta de contestación interna, marcado por la renovación de cargos y la puesta a punto del partido ante próximos ciclos electorales, la cita andaluza servirá como pistoletazo de salida a la elección de líderes territoriales en congresos regionales que se irán sucediendo en los próximos meses.
Ante un congreso terapéutico, que suena a retiro de fin de semana, más centrado en garantizar lealtades que en poner sobre la mesa asuntos que preocupan a los ciudadanos, tan solo el castellanomanchego García-Page apuntaba a lo estéril de la cita al señalar que «un congreso que no es de futuro, que solo es de resistencia, puede ofrecer la imagen de búnker». Porque la exaltación al líder y el cierre de filas en torno a la figura de Sánchez obvia asuntos que han de estar en primera línea de la agenda política como la financiación autonómica, la amnistía o, ya a nivel de partido, un análisis crítico en torno a la progresiva pérdida de poder territorial y electoral del PSOE en los últimos comicios. Pero nada de lo anterior importa cuando de lo que trata el Congreso Federal es de poner en fila india a la militancia y entronizar aun más a un Sánchez que, aferrado a su manual de resistencia, no duda en dilapidar el crédito de unas siglas apagadas por el personalismo de su actual líder.