Un empujón a favor de la vida social

Pablo Torres
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El Ayuntamiento de Sotobañado y Priorato concede sendas ayuda de 1.200 euros a los dos bares de la localidad para mantenerlos abiertos

La localidad de Sotobañado y Priorato tiene aproximadamente 150 habitantes censados y dos bares, el bar Los Cazadores y El Rincón de carraca - Foto: Sara Muniosguren

Los bares, más allá de ser meros establecimientos que ofrecen  servicio de bebidas y comidas, son un punto de encuentro y socialización para muchas personas, especialmente en los núcleos rurales, donde bajar a tomar el café después de comer lleva siendo durante años una rutina inquebrantable. Si bien en muchos municipios de la provincia el bar es el único establecimiento abierto al público, las dificultades a las que tienen que hacer frente los hosteleros, sobre todo las relativas a la falta de clientes, son tan notorias como numerosas y, en muchas ocasiones, desembocan en el cierre.

La localidad de Sotobañado y Priorato, de 155 habitantes censados, quiso anticiparse a ese desenlace, por lo que este año sacó una convocatoria de subvenciones para mantener abiertos los dos bares existentes. «Para todos los pueblos, el bar es el mayor sitio de reunión que hay. Como cierre el bar, se muere el pueblo», detalla el alcalde, Miguel Abia. 

Esta convocatoria se ha materializado en la dotación de 1.200 euros a cada uno de los establecimientos, lo que se traduce en un total de 2.400 euros destinados por el Ayuntamiento para mantenerlos activos. 

Los beneficiarios han sido los dueños de Los cazadores y El Rincón de carraca. El primero de ellos funciona también como tienda de ultramarinos; y, el segundo, tiene servicio de comidas y cenas. «Esto es importante porque en los pueblos cada vez somos menos gente, así que es una pequeña ayuda», asegura Marisa Iglesias, propietaria del bar Los cazadores. «En invierno puedo tener entre ocho y diez clientes al día», añade. Por su parte, Roberto Marcos, propietario de El Rincón de carraca, relata que «antes el día a día, de lunes a jueves, iba mucho mejor». «Reformé una carnicería y me tiré a la piscina con el bar», añade. «La ayuda está bien porque, si no, iba a tener que cerrar. Si el negocio sigue funcionando es por las comidas», detalla, a la vez que manifiesta su intención de quedarse a vivir en el pueblo. «Si el día de mañana tengo que cerrar, montaré otra cosa, pero no me voy a marchar», asegura.

Esta dotación, según subraya el alcalde, lejos de ser una acción puntual, se va a mantener de forma anual.