El águila imperial es una de las especies de Castilla y León con un seguimiento más exhaustivo desde hace décadas. Los primeros datos del tamaño de población se obtuvieron a principios de los años 80 del siglo XX, y desde finales de esa década, se comenzó a realizar un seguimiento completo y anual. Los resultados del Plan de Monitorización del Estado de Conservación de la Biodiversidad en Castilla y León confirman una tendencia positiva y, así, al fuerte aumento poblacional se añade un notable aumento del área de distribución. En 2022 se contabilizaron un total de 130 territorios en Castilla y León, distribuidos entre las provincias de Segovia y Ávila (43 cada uno); Valladolid (23); Burgos (nueve); cinco en Salamanca; cuatro en Zamora y tres territorios en la provincia de Palencia, aunque el máximo poblacional histórico se registró en 2021, con un total de 131 territorios.
En 2003, la Junta de Castilla y León aprobó el primer Plan de Recuperación para el Águila Imperial, y, desde entonces, se han implementado numerosas medidas de conservación como la alimentación suplementaria en determinados territorios, la monitorización y corrección de la mortalidad provocada por la colisión y electrocución en tendidos eléctricos y la aplicación de prácticas de gestión forestal sostenible a través de instrumentos de planificación y ordenación forestal en montes públicos y privados.
conservación efectiva. Con estas medidas efectivas de conservación se ha pasado de contar con parejas reproductoras en 16 cuadrículas UTM 10x10 kilómetros en 1998, hasta las 93 cuadrículas en 2022 en el mapa territorial de Castilla y León. Estos resultados concuerdan con los publicados por el Grupo de trabajo de la especie en España y Portugal, donde se censaron un mínimo de 841 parejas de águila imperial ibérica entre 2021 y 2022 (821 en España y 20 estimadas en Portugal). Estos datos suponen un incremento del 53 % respecto al censo coordinado previo, elaborado en el año 2017, cuando se detectaron 536 parejas y confirman la evolución positiva desde los apenas 39.
Las presiones más importantes para la especie en Castilla y León están relacionadas con la muerte de ejemplares por colisión y electrocución en tendidos eléctricos, y por otras causas relacionas con actividades humanas, como el uso de venenos para control ilegal de depredadores y especies oportunistas, molestias en época de cría por trabajos de diversa índole y presencia humana en áreas aledañas a los nidos. En concreto, entre 2000 y 2022 se registraron 197 siniestros de águila imperial (de los cuales 177 tienen identificado el motivo de ingreso) en los centros de recuperación de animales silvestres de la comunidad. Del total conocido, 16 fueron problemas naturales (caída del pollo del nido, debilidad provocada por enfermedad o desnutrición, abandono parental, etc.), mientras que 161 corresponden a causas no naturales (colisión y/o electrocución en tendidos eléctricos, intoxicación con venenos, disparos, colisión con aerogeneradores, etc.). Con un 55,4 % la electrocución en tendidos eléctricos fue la principal causa de mortalidad identificada en la red de centros de recuperación, con 98 casos, seguido por la intoxicación con 38 siniestros.