«En mis momentos difíciles me decían que vendiera alguna foto»

Pablo Torres
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El actor Gabino Diego llega hoy a la capital para ofrecer una visita guiada a la exposición de su colección privada en el Museo de Palencia

Gabino Diego en el barco turístico de la Diputación por el Canal - Foto: DP

Más allá de su faceta de actor, Gabino Diego destaca por su particular afición a la fotografía. Tal es el valor de sus imágenes que parte de su colección privada está expuesta en el Museo de Palencia con motivo del Festival Internacional de Fotografía de Castilla y León (Fifcyl). 

El ganador del Premio Goya a Mejor Actor de Reparto en 1991 por ¡Ay, Carmela! llega hoy a la capital para ofrecer una visita guiada por su muestra, a las 12 horas. Además, a las 18 horas, protagonizará un coloquio en el Tetaro Principal sobre coleccionismo fotográfico. 

El coleccionismo fotográfico aparenta ser algo complejo. ¿Qué opina usted al respecto?
Conseguir alguna foto ha sido complicado. Si bien muchas me han costado dinero, otras me las han regalado. Cuando he pasado momentos difíciles, me decían que vendiera alguna, pero no podía. Prefería recuperarme más adelante que desprenderme de ellas. 

La gente colecciona lo que le gusta y eso, de alguna manera, denota un reflejo de tu personalidad. Una colección tiene que ver contigo y, si no, es que no es honesta. En mi caso, son imágenes que me han tocado el subconsciente.

¿Cuál es la foto que más le ha costado conseguir? 
No sabría decirlo. Una de mis imágenes preferidas es de Jan Saudek, que lleva por título Life. Es de 1966 y representa a un hombre sujetando a un bebé. Los que somos padres conocemos esa sensación y, además, da la casualidad de que ese es el año en el que nací. 

El coleccionismo debe ser una afición gratificante
Lo es el descubrir. Pensar que una fotografía va a ser parte de tu familia, conseguirla, enmarcarla… Es un proceso que no se puede explicar. Es una adicción. 

Es precioso ver todas esas sensaciones expuestas en un museo para que lo disfrute el público. De alguna forma, es también un homenaje a los fotógrafos que he conocido. 

Curiosamente, esta exposición, que es en Castilla y León, acoge varias instantáneas tomadas en lugares de la región. 

¿Qué puntos comunes ve en el cine y la fotografía?
Tener dos imágenes juntas me hace pensar en una forma de edición. Intento ver con quién dialogaría mejor cada una de ellas. Esa conexión de fotos crea una película, que es a la vez el reflejo de ti mismo. 

No puedo deshacerme de ninguna, pues son el principio de un largometraje ya pensado.

Ya conoce la provincia, pues ha colaborado en otras ocasiones con la Agrupación Musical de Guardo (AMGu). ¿Cómo valora la labor de este tipo de entidades?
Conocimos Guardo porque veníamos de León y paramos en una pizzería de allí. La gente pasaba y nos pregunaba qué estábamos haciendo en su localidad. 

Uno de los carniceros del pueblo nos regaló unos chorizos y nos habló de la maravillosa Escuela de Música que había en el pueblo. A partir de ahí, mantuvimos el contacto con su gente. 

AMGu me parece fantástico. Todo lo que sea enseñar arte es maravilloso y, este caso, todavía más. Fíjate lo que es la vida, que la farmacéutica del pueblo madrileño en el que vivía era también de Guardo. 

Ganó el Premio Goya a Mejor Actor de Reparto en 1991 por su papel en ¡Ay, carmela!. ¿Fue este el momento más feliz de su carrera?
El momento más feliz es el que estoy viviendo ahora con mi función La curva de la felicidad. Mis mejores momentos han sido casi siempre con el teatro.

El Goya fue maravilloso, pero el verdadero premio es el trabajo bien hecho. A mí lo que me interesa es que el personaje llegue al espectador. Lo bueno del cine es que queda para toda la vida; el teatro, sin embargo, es efímero. 

¿Echa de menos el séptimo arte?
Estoy bien ahora, aunque sí me gustaría hacer una película de vez en cuando. Ha cambiado bastante la manera de hacer cine.

¿En qué percibe ese cambio que menciona?
No sé si hoy sería posible hacer películas como El rey pasmado o ¡Ay, Carmela!