Las emociones también se entrenan

Pilar Palazuelos (EFE)
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Saber manejar las alteraciones del ánimo, tanto positivas como negativas, es fundamental para el bienestar, y como ocurre con el aprendizaje de un idioma, la práctica es el único camino posible

Las emociones también se entrenan - Foto: Imagen de gstudioimagen en Freepik

Las emociones son alteracionesdel ánimo intensas y efímeras, pero pese a su breve duración, dejan un rastro que se prolonga en el tiempo. Si bien las circunstancias externas influyen en la percepción de estas sensaciones universales, resulta determinante la interpretación personal a la hora de reconocerlas y responder ante ellas. Por lo tanto, es preciso aprender a manejarlas, ya que de ello dependerá el bienestar individual.

La buena noticia es que la gestión emocional se puede aprender, tal y como recuerda el psicólogo Baltasar Rodero, que afirma que el control frente a la ansiedad y el miedo también se entrena, más en un momento en el que el confort y la búsqueda del placer que predominan en el estilo de vida actual hacen más vulnerable a la persona, que debe aprender a manejar las emociones porque de lo contrario, «el sufrimiento será mayor».

Si se reprimen las emociones, «cuando sucede un problema afecta más porque no estamos habituados a convivir con ello», cuenta Rodero, que dedica a la ansiedad y al trastorno por pánico su primer libro, La ansiedad del esquimal.

Este especialista apunta que, incluso, se ha acuñado el término happycracia, porque parece que «tenemos que estar siempre bien y ser muy felices». Un concepto muy asociado al universo de las redes sociales, que en ocasiones parecen un escaparate que puede generar frustración a quienes comparan esa realidad con la suya. Eso supone «morder el anzuelo del marketing» y recrear «algo que no existe».

«En la vida hay accidentes, imprevistos, muertes, rupturas sentimentales, despidos o problemas económicos, y estadísticamente a todos, antes o después, algo nos va a tocar», remarca el psicólogo.

Rodero sostiene que, en contra de lo que se cree, la ansiedad bien manejada no es mala, porque ayuda a mantener la «tensión» para afrontar retos, pero si es excesiva resulta problemática y puede suceder que se aspire a lo imposible. 

«La ansiedad puede ser una aliada si viene a visitarnos en la intensidad justa, pero sin pasarse», subraya este experto.

De la misma forma que puede resultar perjudicial en exceso, Rodero subraya que tampoco es bueno «ignorar» la señal de alarma que supone sentirse ansioso, ya que se pueden obviar mensajes. «Por ejemplo, si se continúa en una relación o un trabajo tóxicos pese al malestar que generan. Al final, la ansiedad te está diciendo que te alejes de esa situación o te tomes las cosas de otra manera».

Miedo a lo desconocido

Otro desencadenante de ansiedad es la incertidumbre y la falta de seguridad porque «el cerebro lo que más necesita y lo que más anhela es la certeza». Sin embargo, es un órgano «de gran plasticidad», con capacidad de aprender gracias a los estímulos de su entorno. Cuando se sufre una experiencia traumática, el cerebro se modifica y sale la parte más emocional ya que esas sensaciones se viven como «amenazas». Entonces, se producen respuestas fisiológicas y cognitivas de forma automática, y es ahí cuando aparecen la ansiedad y el pánico. 

Para contrarrestar los efectos de estas emociones, existen ejercicios e intervenciones que pueden practicarse, según afirma el psicólogo.

Aunque existen variables biológicas y genéticas que predisponen a ser más nervioso y ansioso, también hay otras circunstancias que pueden estar en el origen de este problema, como pueden ser, una ruptura sentimental, el síndrome del cuidador, una pérdida importante, una situación de estrés o acoso en el trabajo, que actúan comodetonantes en potencia.

También hay rasgos de personalidad que multiplican la posibilidad de sufrir ansiedad y, en este sentido, las personas que son muy responsables y autoexigentes, que quieren controlarlo todo y que tienen un forma de ser «muy sufridora» tienen todas las papeletas.

Tampoco ayuda el estilo de vida actual, «muy acelerado» en el que se está pendiente «de muchos estímulos» todo el tiempo , «en el móvil, recibiendo continuas notificaciones, con el correo electrónico...».

Ejercitar la mente 

En su obra, La ansiedad del esquimal, Rodero ofrece una guía práctica para aprender a afrontar las sensaciones físicas que provocan la ansiedad y los ataques de pánico, así como los cuadros más frecuentes, que interfieren de forma notable en la vida de las personas, y generan sufrimiento e incomprensión.

El experto explica que la gestión de las emociones para contrarrestar un problema de ansiedad es similar al aprendizaje de un idioma, en cuanto que «hay que practicarlo y ejercitarlo». Según señala, con la ansiedad no sólo hace falta tener claros los conceptos, también que estén bien integrados para que la respuesta sea automática».

El libro recoge una guía de tratamiento más actualizada, «una puesta al día de las intervenciones y estrategias que han dado un resultado eficaz». 

A su juicio, existe una falta de información y de educación sobre el manejo de emociones, cuando es algo que «ahorraría bastante sufrimiento a las personas».

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