Vuelta al papel por Navidad. Vuelta al cuento de la mano del escritor palentino Asier Aparicio y de Las aventuras de Ventolino y La era del Oricuerno, dos volúmenes en los que se encuentran siete novelas cortas, siete historias autónomas, pero en conexión. Dichas historias quieren ser «un puente entre las creencias de nuestros abuelos y las preocupaciones de las nuevas generaciones».
«El duende Ventolino es propio de nuestra mitología noroccidental (Asturias, Cantabria, norte de Castilla y León), así como otros personajes de la saga, como Diana, Martico, Busgoso, los ojancos, las xanas o los nuberos; el resto son inventados. Sentía que ese mundo tradicional aún guardaba mucho que comunicarnos, de manera que opté por darle vida de nuevo y colocarlo en medio de nuestro imaginario actual», explica Aparicio en declaraciones a la Agencia Ical.
Destaca que los libros ya están en las librerías y hoy, a las 19 horas, se llevará a cabo la presentación oficial en la Diputación de Palencia, a cargo de la periodista Esther Marín.
A mayores, puntualiza que los días 29 y 30 se harán sendos cuentacuentos en el Centro Cultural Lécrac y en la Biblioteca Pública de Palencia, a las 19 y a las 12,30 horas, respectivamente.
Casi sin límites de edad. Y es que, recomienda Las aventuras de Ventolino para un público comprendido entre los ocho y los 99 años. «Aún recuerdo cuando, de niños, nos hablaban de El principito o de Momo como libros infantiles, pero no es del todo cierto», añade.
«Pongamos que estos Ventolinos tienen un público familiar, que están hechos para compartir un espacio intergeneracional. De modo que los recomiendo para padres con sus hijos, para educadores con sus alumnos», subraya a Ical Aparicio.
Valor añadido. El palentino deja claro que no se trata de un libro individual, sino de un proyecto en el que hay presentes más personas, las cuales «hacen de la saga algo especial y aportan a la lectura un valor añadido».
Enumera que contó con la escritora Yolanda Izard para dar lugar al prólogo, pero la parte plástica ha sido obra de las «imaginativas» ilustraciones de Irene Peña y las portadas de Ariadna Contreras, y con el «impresionante y detallado» mapa de Pueritia, la tierra donde se viven estas aventuras, perfilado por Manu Zapico.
Esta saga se ha convertido en un «auténtico monumento de trabajo artesanal». «Hay mucho arte en y entre sus páginas, mucha belleza y mucho esfuerzo creativo. Jamás me había embarcado en un esfuerzo tan ambicioso y tan compartido, así que estoy muy agradecido», recalca.
Además, añade que cada capítulo lleva un código QR con su propia voz como narrador, algo importante porque «se trata de un extra del libro muy interesante para padres con poco tiempo o niños no muy lectores».
Apuesta por el cuento. Como dice la prologuista Yolanda Izard, «contar un cuento es ponerse el alma en la boca y convertirla en palabras para que el que escuche ponga su alma en las suyas. El que recibe el don de saber contar o escuchar un buen cuento adquiere el poder del encantamiento».
Asier Aparicio asevera a la Agencia Ical que coincide con ella y reafirma que el cuento goza de buena salud en las letras y le asegura «un papel imprescindible». «En un mundo líquido, tan desencantado como el nuestro y tan lleno de descrédito, a veces no sin razón, reescribir la historia en otras claves oxigena el futuro», señala.
Traslada que las «inquietudes actuales y las crisis de identidad a las que se enfrentan los niños y jóvenes tan expuestos a cambios encuentran su eco en los grandes relatos». Por ello, aprender con cuentos «no debe ser un privilegio de viejas generaciones, sino la forma natural de aprender desde niños los conceptos morales más básicos».
Sentido lúdico. Recuerda que antes que filósofos, los «seres humanos somos narrativos. Las aventuras de Ventolino y La era del Oricuerno abordan temas de calado desde un marcado sentido lúdico. La letra, con encanto entra», apostilla Aparicio.
Tal es así que, la vida «no se aprende con conceptos, sino según se van tomando decisiones, según se va viviendo». Así, de acuerdo a cada uno de los siete títulos, los dos primeros se refieren a la búsqueda de identidad, a la persistencia en una meta y a la resolución pacífica de conflictos.
En el tercero, detalla que se aborda el descubrimiento del amor, el respeto y la igualdad de géneros; el cuarto es un tratado de educación para nuestros días; el quinto afronta el reto ecológico, el compromiso. Y en el sexto y séptimo se tocan temas como el dolor, el paso del tiempo, la muerte, o la capacidad de redención, comenta.